Maksym ayud¨® a sacar a Jorge L¨®pez de Ucrania: "Revuelve ver a un soldado despedirse de su hijo"
El traductor y ayudante del t¨¦cnico improvis¨® un viaje en coche a trav¨¦s del pa¨ªs sorteando las puntas de lanza de la ofensiva rusa para sacar al t¨¦cnico espa?ol. "Hay que ayudar como sea¡±, afirma a As desde Ucrania.
El pasado s¨¢bado la RFEF anunciaba que todos los t¨¦cnicos espa?oles y jugadores que estaban en tierras ucranianas hab¨ªan abandonado ya el pa¨ªs y estaban a salvo. Un peque?o convoy conjunto de 14 personas hab¨ªa cruzado la frontera con Ruman¨ªa, donde la federaci¨®n de ese pa¨ªs hab¨ªa colaborado con la espa?ola como enlace. Pero de esos 14 hubo uno que se qued¨® en Ucrania, que sigue all¨ª y que se convirti¨® en el ¡®¨¢ngel¡¯ de Jorge L¨®pez. Maksym Tereshchenko ha sido la mano derecha del t¨¦cnico espa?ol en la academia del Kryvas FC. Ha vivido durante 22 a?os en Espa?a. Tiene su casa en Elche, donde le espera su mujer y sus dos hijos. Lleg¨® con Jorge L¨®pez como traductor y ayudante. "No quer¨ªa que viniera solo aqu¨ª, no solo por el idioma, tambi¨¦n quer¨ªa ayudarle con las peculiaridades del pa¨ªs, era un gran cambio", relata por tel¨¦fono a As desde Muk¨¢cheve, a 30 kil¨®metros de la frontera de Ucrania con Hungr¨ªa, donde se ha hecho cargo de las categor¨ªas inferiores que se encontraban en pretemporada. All¨ª lleg¨® despu¨¦s de dejar a Jorge L¨®pez y al resto en el control para cruzar a Ruman¨ªa.
?l no pudo salir, tiene pasaporte ucraniano y, a pesar de que la RFEF le hab¨ªa facilitado un salvoconducto, no quiso forzar. "Me quedo a ayudar en lo que sea; como si fuera Espa?a, por quien tambi¨¦n lo har¨ªa, mi coraz¨®n tambi¨¦n est¨¢ aqu¨ª", relata mientras planea el entrenamiento del d¨ªa siguiente para su equipo juvenil. "Es complicado, pero intentamos que despejen la cabeza, pero es dif¨ªcil", explica. Cuenta que han tenido que convencer a un chico para que se quede con ellos; quer¨ªa unirse a su padre militar en la lucha. "Se le ha hecho ver que para su padre hubiera sido m¨¢s dif¨ªcil cuidarse si hubiera tenido que cargar con ¨¦l", lamenta Maksym.
El conflicto ha unido todav¨ªa m¨¢s al pa¨ªs, hay una voluntad de resistencia desbordada y todo el mundo quiere ayudar. Durante las primeras horas de ofensiva los hospitales se llenaron con donantes de sangre. "De momento ya no aceptan m¨¢s, hemos llenado las reservas. Aqu¨ª ya todo el mundo sabe c¨®mo se puede arrasar un tanque o hacer un c¨®ctel Molotov; esta Ucrania no es la de 2014, el ej¨¦rcito est¨¢ mucho mejor preparado y hemos aprendido mucho. La gente est¨¢ defendiendo su tierra y est¨¢ dispuesta a morir. El pa¨ªs est¨¢ mejor organizado y por eso el presidente Zelenski ha ganado muchos puntos por eso", advierte.
Maksym dej¨® a Jorge L¨®pez en la frontera con Ruman¨ªa despu¨¦s de un viaje que jam¨¢s olvidar¨¢. El d¨ªa 23 cenaban juntos ajenos a lo que se ven¨ªa, acababan de firmar otro convenio con una nueva academia y planificaban el trabajo de las dos pr¨®ximas semanas. Al d¨ªa siguiente, un whatsapp de L¨®pez y llamadas de su mujer le sacaron de la cama. Ya retumbaba la ofensiva rusa. Su ciudad Krivoi Rog hab¨ªa sido objeto de un bombardeo, el objetivo estaba cerca de la academia del Kryvas y, aunque no hubo que lamentar heridos, los da?os hab¨ªan afectado a la fachada del complejo. Hubo que evacuar r¨¢pidamente a los chicos a un hotel en el centro.
Maksym dej¨® la habitaci¨®n donde viv¨ªa para hacer sitio a los jugadores y busc¨® refugio en la casa de Jorge L¨®pez para empezar a darle forma a la decisi¨®n a tomar. Hab¨ªa trabajado en la polic¨ªa ucraniana en el pasado y tir¨® de contactos para consultar cu¨¢l era la situaci¨®n. Todo en Krivoy Rog iba a empeorar r¨¢pidamente y deb¨ªan salir de all¨ª, al menos L¨®pez. Maksym le dijo al club que se iba a pegar al t¨¦cnico hasta conseguir sacarle de Ucrania y ese jueves empezaron a llamar al consulado. "Nos contestaron que su prioridad era la gente de Kiev, como nosotros est¨¢bamos 400 kil¨®metros m¨¢s al sur, nos vinieron a decir que alcanz¨¢ramos la frontera por nuestros propios medios. El d¨ªa 25 volvimos a llamar y nos espetaron que ten¨ªamos que dejar libre la l¨ªnea de emergencia, me qued¨¦ a cuadros. Hablamos con el club y nos puso un coche. Jorge quer¨ªa donar sangre antes de salir, pero el ch¨®fer nos advirti¨® de que no pod¨ªamos tardar m¨¢s porque el ej¨¦rcito ruso avanzaba hacia la ciudad", cuenta Maksym, detallando que durante las primeras horas de tr¨¢nsito evit¨® traducirle a Jorge L¨®pez parte de la informaci¨®n que le llegaba para no ponerle m¨¢s nervioso, "porque eran cosas muy duras".
"Contactamos con los espa?oles y sudamericanos que hab¨ªan salido antes desde Jartov y Dnipro y fui utilizando la informaci¨®n que me llegaba para acortar. El presidente y el director general de nuestro club nos llamaban cada dos horas. Hicimos muchos kil¨®metros por caminos de tierra y pasamos por sitios peligrosos, con el ej¨¦rcito ruso a media hora, pero conseguimos llegar cerca de la frontera antes que los dem¨¢s, sobre la una de la madrugada, y les esperamos all¨ª; ellos lo hicieron a las cuatro", describe Maksym. Por el camino, con los convoyes militares ucranianos en direcci¨®n contraria, observaron escenas impensables hace unos d¨ªas, con la poblaci¨®n construyendo obst¨¢culos de hormig¨®n para los tanques y ni?os rellenando sacos de arena para trincheras. En la frontera la estampa era dantesca. "Una marea de gente, hab¨ªa kil¨®metros de cola; tuvimos que dejar el coche y realizamos el ¨²ltimo tramo a pie, all¨ª no hab¨ªa orden ninguno, llamamos a la embajada nuevamente, pero la respuesta fue la misma as¨ª que nos buscamos la vida, al final a las nueve de la ma?ana conseguimos que entraran en el despacho de aduanas", cuenta Maksym.
Se despidi¨® e hizo otros 300 kil¨®metros al norte, ocho o nueve horas m¨¢s. "Mucha gente del pa¨ªs est¨¢ llevando a sus familias a las fronteras con Hungr¨ªa, Polonia o Ruman¨ªa para dejar a sus mujeres e hijos, pero despu¨¦s tienen que volver, los varones entre 18 y 60 a?os tienen prohibida la salida, a no ser que est¨¦s enfermo o tengas tres ni?os menores de edad. Hay im¨¢genes que revuelven las tripas, como ver a un soldado despedirse de su hijo con un beso, eso me hace saltar las l¨¢grimas", se emociona Maksym. La voluntad ucraniana es imperturbable. "Aqu¨ª la gente est¨¢ muy unida. En las zonas sin actividad b¨¦lica se llama a los refugiados, te dan un sitio para dormir, te dan de comer sin tener que pagar. Me sorprende que incluso conozco casos de millonarios que podr¨ªan haberse marchado tirando de recursos y han preferido quedarse aqu¨ª. Mi deber es echar una mano. Mis dos hijos, que nacieron en Elche, y mi mujer ucraniana tambi¨¦n est¨¢n en Espa?a. Ella lo entiende. Tengo tambi¨¦n una carrera militar detr¨¢s. Me insiste en que tenga cuidado e intento tranquilizarles. Yo no puedo salir ni quiero forzar la situaci¨®n", dice mientras espera indicaciones de los gestores de su club. "Estaban con el primer equipo en Turqu¨ªa de pretemporada. Ahora los ucranianos est¨¢n intentando volver al pa¨ªs para unirse a nosotros. Vamos a ver c¨®mo evolucionan las pr¨®ximas horas", finaliza.