El Barcelona-Espanyol que fue del cerrojo a Del Cerro
Pasar¨¢ Dimata al libro de los h¨¦roes que no quisieron serlo para un Espanyol con RdT desatado. Que sucumbi¨® ante el sello de Xavi: aquel del penalti de Baena en 2009.

H¨¦roes que no quisieron. Cu¨¢ntas vueltas dar¨¢ Dimata al que pudo ser el gol de su vida, ese cabezazo que tanto trat¨® de alejar de Ter Stegen que acab¨® enviando el bal¨®n fuera cuando el 1-1 era suyo. Una cuesti¨®n ya casi m¨¢s esot¨¦rica que de precisi¨®n fue otro testarazo, el de Ra¨²l de Tom¨¢s, que se estrellaba poco despu¨¦s en el palo. Maldijeron su mala suerte los jugadores del Espanyol y toda la afici¨®n en general, celebr¨® el barcelonismo la victoria en el estreno de Xavi m¨¢s por el deseo, por la esperanza que por los hechos. Merecieron m¨¢s los pericos.
Un penalti al estilo Xavi. Acaso no pudo plasmar a¨²n su sello como entrenador, pero seguro que en el triunfo con el que debut¨® el t¨¦cnico egarense s¨ª se vieron las maneras con las que se resolvi¨® el derbi que m¨¢s marc¨® su rivalidad como jugador con el Espanyol. Un penalti, el de diciembre de 2009 de Baena sobre el propio Xavi, y el de anoche de Cabrera ante Memphis, que generan dudas inmediatas. Que desatan la pol¨¦mica. M¨¢xime ahora que existe el VAR. Y que decantan los tres puntos a favor del Barcelona. Lo que deshizo esa hist¨®rica igualdad en la tabla no fue una jugada, sino Del Cerro Grande.
La pizarra y el cerrojo. A planteamientos, y hasta el penalti que todo lo cambi¨®, se podr¨ªa decir que iban empatados Xavi y Vicente Moreno, incluso que ganaba a los puntos el t¨¦cnico del Espanyol, capaz de desactivar el juego ofensivo azulgrana incrustando a David L¨®pez, a priori pivote, en una l¨ªnea de tres centrales. Dibujando un 5-4-1 que cerr¨® las compuertas por dentro, que inhabilit¨® las bandas salvo alguna incursi¨®n de Jordi Alba, que dejaba en fuera de juego los desmarques al espacio de Memphis, De Jong o Nico...
RdT contra el mundo. El gran lastre de la numantina defensa perica, con diez jugadores a menudo tras el bal¨®n, era a su vez la principal virtud del Bar?a: una presi¨®n feroz en la salida de bal¨®n, que se iniciaba a 80 metros de Ter Stegen, y la consiguiente dificultad de progresar. Y, aun as¨ª, la ocasi¨®n m¨¢s clara hasta el gol que desequilibr¨® el derbi la hab¨ªa tenido el Espanyol. Ra¨²l de Tom¨¢s, quien burl¨® a Mingueza ¨Crepetir¨ªa tras el descanso¨C y casi consigui¨® el autogol de Piqu¨¦, cayendo a la banda izquierda, algo que caprichos del destino hab¨ªa inventado para ¨¦l Luis Enrique en su reciente debut con la Selecci¨®n, ante Grecia. No pudo encadenar RdT su sexta jornada marcando, pero regal¨® momentos de recital, solo contra el mundo, que justificaron su grand¨ªsimo momento.
El ambiente de anta?o. Desde los sat¨¦lites del f¨²tbol, este derbi pareci¨® de otros tiempos. Hasta Jordi Pujol ocupaba un asiento en la primera fila del palco. Almorzaron cordialmente las directivas en el centro de Barcelona, a un par de calles de donde se fund¨® el Espanyol, y tanto la salida del autocar perico de su hotel como la llegada del convoy azulgrana al Camp Nou estuvieron acompasadas por c¨¢nticos, bengalas, por la muchedumbre. El derbi ha vuelto, pero no tras 500 d¨ªas sino despu¨¦s de unos cuantos a?os de sinsabores y distancias abismales. Y lo ha hecho para quedarse.