FRANCIA | PSG
Nasser, el Catar¨ª
France Football le ha dedicado un art¨ªculo a la figura del actual presidente del PSG en el que ha detallado su forma de vida y todo lo que le rodea.

La historia se escribe desde aqu¨ª. Frente a un muro inocente y decr¨¦pito, plantado siempre a las orillas de la Bah¨ªa del Golfo P¨¦rsico, al noroeste de Doha, cerca de un futuro complejo hotelero y frente a unos cimientos de chatarra y piedra, vestigios de un pasado imposible. Fue all¨ª, no lejos del puerto, donde el ni?o Nasser Al-Khela?fi pasaba mucho tiempo, frente al recinto Club de Tenis Al Arabi en Doha. Viv¨ªa al otro lado de la calle con toda su familia (t¨ªos, t¨ªas y primos), en este vecindario colonizado durante mucho tiempo por su abuelo Abdallah, que lleg¨® desde el norte de Catar. Sin conocer el destino que en 1992 le iba a cambiar la vida un encuentro con el Emir.
Por ahora, con sus amigos, el peque?o Nasser, cuando no est¨¢ jugando al f¨²tbol en el terreno bald¨ªo m¨¢s cercano, realiza sus redadas para encontrar las pelotas de tenis perdidas en las dos canchas ¨²nicas de Catar en estos momentos. Y se une a los juegos de reglas emp¨ªricas.
Las noches blancas de su padre
En aquel momento, el ultrapoderoso ¡°NAK¡± no existe. Fue m¨¢s bien alguien d¨®cil. Lleva una vida normal como un pescador que une a todo el clan Al-Khela?fi. El patriarca es el abuelo Abdallah. Un pescador de perlas de Doha y que establece las horas para salir al mar. Parte dos-tres veces en barco. Y a su regreso vende bastante bien su bot¨ªn a los comerciantes, la mayor¨ªa de ellos extranjeros. Una rutina bien engrasada antes de que los japoneses bajaran los precios en la d¨¦cada de 1970 al inundar el mercado con perlas cultivadas. Los Al-Khela?fi se adaptan.
El padre Ghanem, va primero. Actualmente con 80 a?os, como toda la familia, ha abandonado el barrio frente al antiguo Club de Tenis de Doha (onde los edificios originales ahora albergan un restaurante, un museo de la familia donde se puede ver el ceremonial del abuelo, trajes y extractos de su prosa, as¨ª como una tienda de abarrotes antigua que vende solo r¨¦plicas de productos de la d¨¦cada de 1970) para una zona m¨¢s pr¨®spera de Doha.
Aqu¨ª es donde nos recibe, instalado en un sill¨®n que se asienta en el coraz¨®n de este ¡°Majlis¡±, una gran sala de recepci¨®n presidida por una pantalla gigante, que muestra una pista de esqu¨ª desde aqu¨ª. El tipo, que aplasta el cigarrillo para escapar de las quejas constantes de sus hijos, viste guapo y orgulloso a pesar de su d¨¦bil apariencia. Con su voz ronca, la que generalmente evita salir de casa, habla orgulloso de su hijo. ¡°Era un ni?o muy tranquilo, para nada turbulento¡±, cuenta el padre en un tono muy hagiogr¨¢fico. ¡°Pasaba los d¨ªas entre la escuela y el tenis, que es su pasi¨®n¡±. Mientras el patriarca Khaled, uno de los cinco hermanos de Nasser, reposicion¨® su turbante, se coloc¨® la m¨¢scara y medit¨® con una mirada tierna, la misma que Al-Khela?fi con su padre. ¡°Con el desfase del horario para ver al PSG, a veces tengo noches de insomnio¡±.
NAK aprende a nadar al final de una cuerda
Sin embargo, todo pudo haber salido mal. Muy temprano. Cuando ten¨ªa cuatro y cinco a?os, el peque?o Nasser se embarc¨® con su padre, dos de sus hermanos y algunos t¨ªos en el barco familiar para lo que iba a ser una tranquila excursi¨®n de un d¨ªa al mar. Una cuerda que se enreda en la h¨¦lice del motor, un mar que se pone brusco impidiendo cualquier intervenci¨®n, y ese es el final. Aqu¨ª est¨¢n todos varados lejos de la costa. Y sin posible asistencia en el horizonte. R¨¢pidamente sin comida, los n¨¢ufragos se organizan. Bucea para traer pescado. Nasser, que a¨²n no sabe nadar, puede hacer algunos movimientos para estirar las piernas en el agua con el extremo de una cuerda. Los Robinson quedaron varados durante tres d¨ªas antes de ser rescatados por un barco que pasaba.
¡°Todav¨ªa recuerdo el momento en que lo vi llegar en la niebla¡±, dice NAK. Creo que sigue siendo el d¨ªa m¨¢s feliz de mi vida porque pens¨¦ que no nos ¨ªbamos a salir con la nuestra¡±. En las costas, mi madre tampoco lo cre¨ªa realmente. Sin noticias de sus cercanos, intentaba todos los d¨ªas ver un signo de vida, ella, que ya estaba de luto por parte de la familia y ya se hab¨ªa vestido de negro. ¡°Yo no ten¨ªa miedo porque el mar era mi trabajo y mi mundo, asegura, con bravura, el padre, que nunca se fue por m¨¢s de una semana. Los ni?os, no s¨¦¡ La pesca, a veces, puede ser un poco dif¨ªcil. Hubo subidas y bajadas dependiendo de lo que nos diera el mar. Pero pudimos pasarlo. Posteriormente, Nasser regres¨® al mar conmigo, creo que durante dos o tres d¨ªas. A ¨¦l le gust¨®¡ ¡± Me encant¨® ¡±, confirma la persona. Soy un hombre de mar, ella me calma. Cuando era m¨¢s joven, pod¨ªa pasar horas mir¨¢ndolo. Me calm¨®. Todav¨ªa me pasa a veces ".
Mientras se evoca el episodio, las miradas delatan un tierno v¨ªnculo com¨²n. "Eso es normal", explica Khaled, que dirige siete restaurantes en Doha y se define a s¨ª mismo como el casi gemelo de Nasser (tienen un a?o de diferencia). Cuando mi "hermano" est¨¢ aqu¨ª en Qatar, alivia un poco la presi¨®n a pesar de que siempre ha vivido con ella¡±.
Y, muy pronto, Nasser al-Khela?fi se enorgullece del tenis a fuerza de recoger pelotas y acercarse sigilosamente a las personas privilegiadas que van a la pista enfrente de la casa. Adem¨¢s, cuando un d¨ªa un entrenador estadounidense, Mike Ries, ofreci¨® a los ni?os de la zona que fueran a probar tenis o squash, NAK llega corriendo, con Khaled y sus primos, equipados con sus botas de f¨²tbol que ¨¦l no tiene. Inmediatamente, el ni?o de once a?os se enamora de la disciplina. ¡°Cuando lleg¨® a casa de la escuela, pas¨® por delante de las pistas¡± dice su padre. Se deten¨ªa a ver a la gente jugar al tenis. Estaba casi fascinado por eso ". ?M¨¢s que a trav¨¦s del f¨²tbol? ¡°Le gustaba jugar all¨ª¡±, explica Khaled, se?alando un gran espacio, ubicado cerca del antiguo edificio familiar, que ahora se ha convertido en un estacionamiento. Pero yo era mejor que ¨¦l. Cuando estaba bien, lo dej¨¦ ir al frente, pero cuando me molestaba le ped¨ªa que fuera a la defensa o incluso a la porter¨ªa. Nunca me dijo que no ".
En ese momento, el actual presidente del PSG, cuando imaginaba un destino importante, lo so?aba sobre todo a trav¨¦s de una pista de tenis. ¡°Cuando era peque?o, sus sue?os y ambiciones no ten¨ªan l¨ªmites¡±, dice el padre. Especialmente para el tenis. Quer¨ªa ser un campe¨®n. Y si Khaled entrenaba una vez al d¨ªa, Nasser entrenaba dos o incluso tres veces ". Khaled, un supuesto diletante, confirma entre risas: ¡°Sus ambiciones eran realmente el tenis¡±.
Se fue de su habitaci¨®n por cucarachas
NAK se emplea como un loco, llegando incluso a convertirse en el primer jugador profesional de Qatar de tenis. Aprovecha una beca de la Federaci¨®n para costear parte de sus viajes por el circuito con objetivo principal de emprender una carrera exitosa. El resto, lo financia al principio trabajando como interventor en el departamento de planificaci¨®n de la ciudad de Doha. Como todos los aspirantes a ser famosos, analiza los peque?os torneos para intentar construirse una reputaci¨®n. Especialmente en verano, en el sur de Francia, cerca de Niza, donde entrena con Andr¨¦ Masse, despu¨¦s lo har¨ªa con el famoso entrenador Patrick Mouratoglou. Con tres o cuatro socios, alquilan regularmente una villa y hojean los torneos de verano en la regi¨®n.
Sultan al-Alawi, cuatro a?os menor que ¨¦l y todav¨ªa jugando como veterano, recuerda a su excompa?ero en la selecci¨®n: ¡°Era al mismo tiempo el hermano mayor, el cerebro, el ejemplo y el gu¨ªa de todos. Era cocinero tambi¨¦n, pero ah¨ª no era el mejor, a pesar de que su pasta para hacer mariscos termin¨® siendo deliciosa. Cu¨¢ntas veces me he cruzado con ¨¦l a primera hora de la ma?ana: yo llegaba a casa y ¨¦l se iba a entrenar para hacer jogging... "
Fan de Stefan Edberg, Nasser comienza a participar en los peque?os torneos de Future con su saque-volea, su elegancia y su agresividad. "Incluso lo vi jugar una vez con un tobillo tan grande como una pelota peque?a tras haber sufrido un esguince", recuerda Sultan al-Alawi. Se neg¨® a darse por vencido porque est¨¢bamos a tres puntos de clasificarnos para un torneo en Estados Unidos. Pero deber¨ªa haber terminado por dejar la raqueta ... "Al Khelaifi nunca super¨® el puesto 995 del mundo y ¨²nicamente gan¨® "$ 16.201 (€ 13.770) en ganancias durante su luchadora carrera con una aplicaci¨®n y una terquedad irreprochable. Como en un torneo Sat¨¦lite en B¨¦lgica en el que se durmi¨® en el coche para luego estar listo por la ma?ana¡±
Nasser al-Khela?fi tambi¨¦n recuerda esa noche antes de un torneo en Toulon de 1998. Una plaga de cucarachas le obliga a salir de su habitaci¨®n para terminar su noche en el asiento del coche. Ganar¨¢ rigidez en el cuello y sufrir¨¢ una eliminaci¨®n inmediata. Ni siquiera duele, insiste el aprendiz de tenista. ¡°Si ganaba su primera ronda, se pasaba la noche en un hotel, de lo contrario, a veces dorm¨ªa en el coche para continuar con otro torneo¡±, explica Khaled. Sin embargo, ten¨ªa los medios, pero quer¨ªa ahorrar para toda la temporada. Le ense?¨® el valor del dinero. "
Evacuado de una pista bajo protecci¨®n
Durante m¨¢s de tres a?os (1996-1999), estuvo en torneos de segunda clase. Y a veces incluso los alrededores del estadio Charles-Ehrmann, en Niza, como aquel d¨ªa en 1997. Conociendo a su compa?ero Sultan al-Alawi, el cual era fan de Michael Jackson, de paseo por la ciudad en el momento del torneo, NAK atravesar¨¢ el estadio entero para conseguir una entrada para su amigo. En 1999, pasar¨¢ por Par¨ªs y se comprar¨¢ una camiseta del PSG en los Campos El¨ªseos que encontraremos m¨¢s adelante en las fotos.
El apogeo de esta temporada del tenis llega en 1997. Durante un partido con la selecci¨®n de Qatar para disputar en Beirut un partido de la Copa ?rabe contra el L¨ªbano, Nasser al-Khela?fi cae en una mini trampa. Durante el partido de dobles junto a amigo Al-Alawi, su fuerte car¨¢cter (por una vez) desagradan al bando contrario, que supuestamente es muy superior. Despu¨¦s de varios intentos fallidos, se enciende con un golpe de rev¨¦s. Sultan al-Alawi relata: "Le dije: 'No te preocupes. ?Yo me ocupar¨¦ de eso!' Nasser respondi¨®: "No, no, Sult¨¢n. No importa". Pero no soy un diplom¨¢tico como ¨¦l. Y, a la primera oportunidad en la red, me volv¨ª hacia mi oponente en mi turno apunt¨¢ndole con la pelota en la cara ... El problema es que la raqueta tambi¨¦n se fue y lo golpe¨®. De repente, vimos llegar a la cancha a muchos seguidores descontentos. Nasser estaba presa del p¨¢nico. Fuimos descalificados y evacuados bajo protecci¨®n. Es una pena porque solo perd¨ªamos 5-4 en el primer set y resistimos bien ... "
Hussein Badreddine, uno de los jugadores de la selecci¨®n libanesa que gan¨® por 6-0 y 6-3 en individuales, no hizo valoraciones del episodio: ¡°No recuerdo demasiado de este incidente. Por otro lado, tuve en cuenta el lado muy elegante, s¨²per caballero de Nasser, que, adem¨¢s, ten¨ªa muy buena mano en la red¡±. Sin acceso a los principales torneos, la muy buena mano "permanecer¨¢, sin embargo, en la antesala del alt¨ªsimo nivel y rara vez se cruzar¨¢ con los nombres principales, excepto en el torneo de Doha para el que se beneficia de una invitaci¨®n. All¨ª se encontrar¨¢ con el jugador marroqu¨ª Karim Alami, que alcanzar¨¢ el puesto 25 mundial en 2000.
¡°Me gust¨® su lado peleador, explica el que ahora se encarga del torneo de Doha y trabaja para la federaci¨®n de tenis de Qatar. En el campo, no le teme a nada y nunca se rinde. Le gusta cuando es dif¨ªcil. Recuerdo que una vez le gan¨¦ en un torneo de exhibici¨®n. Todav¨ªa me habla de eso porque ese d¨ªa ten¨ªa unos zapatos demasiado apretados que me imped¨ªan ponerme los cordones. Todav¨ªa no ha digerido porque me repite a menudo: "Karim, me pegaste sin cordones ..."
El marroqu¨ª forma parte de su guardaespaldas en Qatar, y no solo porque jueguen al p¨¢del varias veces a la semana (y con el Emir, de vez en cuando). "No s¨¦ por qu¨¦, pero inmediatamente se qued¨® entre nosotros", contin¨²a Alami. Lo vi pelear por partidos a 500 € la victoria, sab¨ªa que no vendr¨ªa por el dinero, sino para progresar y endurecerse. Este per¨ªodo lo forj¨®. Tiene "l¨ªo" (?sic!). El tenis le dio forma y tambi¨¦n le cambi¨® la vida. Esta resistencia a los esfuerzos, que necesariamente debe ayudarlo un poco en estos momentos con todos esos tapones que podr¨ªan haberlo vuelto loco. Yo que lo conoc¨ª cuando era "nada", admiro haberlo visto evolucionar desde entonces sin tomarse nunca por otro. Pero ojo, el bueno tambi¨¦n sabe ser tibur¨®n. Y no solo en la pista¡±.
Fran?ois Hollande
En 2001, debe tomar la que considera hasta ahora la decisi¨®n m¨¢s dif¨ªcil de su vida. Tuvo que detener su carrera para comenzar a integrar los ¨®rganos de gobierno de la Federaci¨®n de Tenis al mismo tiempo que los de Al Jazeera. El fin de la imprudencia. Y, de paso, el inicio de un vertiginoso ascenso para un hombre que no tiene nobleza, pero apoya esto. Principalmente uno. Una proximidad que protege, como un tab¨². Tambi¨¦n como un tesoro, sin duda. Fue Mike Ries, su entrenador estadounidense en aquel entonces, el que tuvo que interpretarle. ¡°En 1987, el embajador estadounidense me pidi¨® que impartiera clases de tenis al heredero, el jeque Hamad bin Khalifa al-Thani. El cual me hab¨ªa preguntado un d¨ªa, despu¨¦s de un partido, sobre otros miembros de su club¡±.
Los dos simpatizar¨¢n poco despu¨¦s del torneo de Doha, antes de ampliar esta relaci¨®n en la selecci¨®n nacional e incluso m¨¢s all¨¢, sobre todo cuando el heredero acceda al trono, en el a?o 2013. Como era de esperar, y agradecido tanto por esta conexi¨®n como por su iniciaci¨®n en el tenis, NAK intentar¨¢ encontrar el rastro de su entrenador, en un regreso a los Estados Unidos en vano hasta que llama a un detective privado que lo ubicar¨¢ en Chicago y permitir¨¢ un reencuentro entre ambos en 2017 durante el torneo de Doha durante, el cual, el exalumno tendr¨¢ un trofeo entregado a su mentor por Andy Murray, tras un emotivo discurso.
Porque el presidente del PSG es una persona emocional, hiperactiva, pero que sabe controlarse y que solo conf¨ªa en unos pocos. Como Abdou, su fact¨®tum egipcio que lo ha seguido a todas partes durante treinta a?os. El fiel sherpa, que tiene la gran particularidad de celebrar cada uno de los ¨¦xitos del PSG, ahonda en sus m¨²ltiples recuerdos. Ser¨¢ un d¨ªa, durante una final de la Copa de Francia donde, antes del partido, el presidente de la Rep¨²blica por aquel entonces, Fran?ois Hollande, lo tom¨® por un alto dignatario qatar¨ª, por su cercan¨ªa a Nasser, y con esa ilusi¨®n que recuerda Abdou.
Congo, Quartararo y Tom Brady
Nombrado ministro sin tan siquiera serlo, NAK, con un patriotismo a lo estadounidense, no siempre se siente muy c¨®modo bajo esta etiqueta y con tantos privilegios. Durante los pocos d¨ªas que pas¨® en Qatar para ver a sus familiares, habr¨¢ conocido, por ejemplo, a Fabio Quartararo, de paso por el GP Grand Prix de Doha, as¨ª como al Primer Ministro de Qatar, Khaled ben Khalifa al-Thani, y al El ministro de Deportes, Salah bin Ghanem al-Ali, que intent¨® que le entregara el trofeo al ganador de la carrera. En vano. NAK declin¨® cort¨¦smente. Demasiado respeto por las etiquetas para alterar las filas. En cuatro d¨ªas tambi¨¦n se reunir¨¢ con el presidente de la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, F¨¦lix Tshisekedi, el futbolista estadounidense Tom Brady o el presidente de la Federaci¨®n Internacional de Autom¨®viles, Jean Todt.
"El verdadero Nasser es el que sirve a todos en la mesa antes de empezar a comer", explica Hakim Chalabi, el jefe de Aspire, el ultra-sofisticado hospital deportivo de Doha y cercano a NAK desde 2008. "Es el que te llama en cualquier d¨ªa para saber c¨®mo est¨¢s, el que se toma el tiempo para pensar las cosas, como suelen hacer los orientales. Aquellos que lo toman por un holgaz¨¢n se equivocan. Es una persona ultramodesta a la que vi una vez completamente abatido, durante la muerte de su madre".
De eso, como todo lo que toca lo ¨ªntimo y su esfera muy privada, Nasser al-Khela?fi nunca se ha mostrado abierto para hablar. Entre dos bocados de balalit (fideos dulces), su plato favorito, habla con modestia para hablar de sus problemas familiares "Nasser es el embajador n¨²mero 1 de Qatar", se entusiasma Ali al-Fardan, expresidente de la federaci¨®n de tenis y poderoso empresario, que no pudo evitar decirnos en la reuni¨®n que tuvimos que construy¨® un Palacio muy similar al Palacio de Versalles. "?l es que dio a conocer nuestro pa¨ªs, por eso todos le adoran".
Sin embargo, todo lo hace con discrecci¨®n, ya que NAK no es muy expresivo. Y a veces incluso es t¨ªmido cuando le piden un selfie: "En Qatar, ¨¦l sabe que est¨¢ en terreno amigo en todas partes, por lo que a veces baja la guardia" explica Tarek Bouhafa, uno de sus amigos m¨¢s leales. Especialmente cuando te unes a "el mazraa". Solo los elegidos tienen derecho a esto. Ubicado a una hora en 4x4, en las distantes dunas de Doha, este es el lugar frecuentado por sus amigos. Va all¨ª al atardecer (para evitar el calor) y regresa alrededor de la medianoche con una gorra, se suelta y libera la presi¨®n. A veces, practica vol¨¦ibo en medio de la r¨²cula silvestre.
"Cuando ¨¦l est¨¢ all¨ª, estamos ante el verdadero Nasser", dice su hermano Khaled, al que le gusta contar chistes y que pr¨¢cticamente se lo guarda todo. "Porque nunca habla de sus trabajos. Desde que se inici¨® en el f¨²tbol, se ha vuelto a¨²n m¨¢s serio. Admiro su calma porque no s¨¦ c¨®mo se lo toma todo. Yo ya tengo televisores y ordenadores rotos por el PSG. ?l, permanece tranquilo y amable. Especialmente agradable. Incluso cuando lo echamos de menos. No s¨¦ c¨®mo lo hace. Pero indudablemente tiene raz¨®n" Antes de despedirse, Ghanem al-Khela?fi opina en voz baja: "Pens¨¦ que Dios dar¨ªa un poco para todos mis hijos. Pero Nasser estaba bien servido. "