Asensio coge este tren
Un centro de artesan¨ªa del balear rematado por Casemiro encauz¨® el triunfo del Madrid en un partido cerrad¨ªsimo. Benzema remat¨® la faena en el descuento. Rodrygo se rompi¨®.
El adviento feliz del Madrid sum¨® uno m¨¢s para la causa, Asensio, uno de esos elegidos a los que a veces se traga el f¨²tbol sin que pueda explicarse. En dos detalles levant¨® brevemente a un Madrid di¨¦sel para alargar la fiesta. Fue un partido sin excesos. El Madrid hace tiempo que no se los permite. Y este encomiable Granada es mejor resistiendo que picando. Con todo, s¨®lo se dej¨® ganar al sprint, con un cabezazo de Casemiro, que le puso su nombre a la sexta victoria consecutiva del Madrid, y con el postre de Benzema.
La torer¨ªa de Zidane es digna del Coss¨ªo. Ante la prensa astifina muletea para no explicar que parte de la plantilla no juega porque no est¨¢ y reitera que estamos ante una situaci¨®n pasajera. Un mea culpa para mantener respirable el ambiente del vestuario pero que cada d¨ªa cuela menos. Los transplantes han producido rechazos y la cosa ha acabado en no tocar nada para no romper nada. As¨ª que, hasta que cambie el viento, sienta en su mesa redonda a catorce principales (quince si se sube Asensio y diecis¨¦is cuando sea h¨¢bil Hazard) y con ellos va a cabalgar qui¨¦n sabe hasta cu¨¢ndo.
Ante el Granada volvi¨® a ser t¨¦cnico de repetici¨®n. S¨®lo entr¨® Valverde por Modric, que es cambiar resistencia por ciencia, e insisti¨® en Rodrygo en lugar de Vinicius, para marcar por d¨®nde andan uno y otro en el r¨¢nking. Pero incluso estos, los leales, tienen sus d¨ªas. Esta vez hubo ese arranque de duermevela que ya le ha vaciado la caja en Valdebebas esta temporada en tres ocasiones.
El error de Puertas
Veinte segundos tard¨® en equivocarse Varane ante Soldado. Esos desvanecimientos del franc¨¦s comienzan a ser molestamente familiares. El asunto acab¨® con Puertas ante Courtois sin oposici¨®n y un remate grotesco por encima de la porter¨ªa.
El del Granada parece un ¨¦xito de larga distancia. Ha sabido despegar y mantenerse en el aire, incluso con las horas extras de Europa, un territorio desconocido. El secreto est¨¢ en la organizaci¨®n, en no deshacerse ante la adversidad y en jugadores de tracci¨®n total como Milla o Yangel Herrera. As¨ª que el error inaugural de Puertas no le apart¨® de su misi¨®n: mantenerse en el partido con el Madrid lejos de su ¨¢rea. Y como al equipo de Zidane tampoco le sobra demasiado, la primer mitad qued¨® en t¨¢ctica tirando a pelmazo.
Cada apertura del Madrid a sus extremos tuvo una respuesta de ayudas del Granada; cada salida desde atr¨¢s de los blancos se vio leg¨ªtimamente entorpecida; cada vez que Benzema baj¨® a dirigir la orquesta, se vio enjaulado; cada vez que Kroos quiso encontrar espacios, se los negaron. As¨ª que en el registro de ocasiones apenas quedaron un tiro de Benzema al lateral de la red, otro de Rodrygo a las manos de Rui Silva y un tercero de Kroos muy cerca del palo. Poca cosa para un equipo tan enrachado y tan exigido por la tabla. Indudablemente acus¨® el Madrid la baja de Modric, un futbolista que disipa partidos con niebla como este. Pero tambi¨¦n la poca velocidad en la circulaci¨®n de la pelota, la renuncia del juego al espacio y que Diego Mart¨ªnez ha convertido al Granada en un hueso. El Madrid descubri¨® pronto por qu¨¦ su rival llevaba cuatro partidos consecutivos con la porter¨ªa a cero.
Antes del descanso se quebr¨® el isquio de Rodrygo seriamente y Zidane prefiri¨® antes a Asensio que a Vinicius. Por ah¨ª van sus gustos, aunque los hechos, hasta ahora, caminaran por otro lado. El relevo no le ech¨® sal al partido antes del descanso. S¨ª hubo hueco para la pol¨¦mica por un agarr¨®n de Casemiro a Yangel Herrera que comenz¨® fuera del ¨¢rea pero acab¨® dentro. El VAR hizo la estatua.
El minuto de gloria
Si al Madrid no le falt¨® dedicaci¨®n s¨ª se qued¨® muy corto en imaginaci¨®n para reflotar el encuentro. Pleitos como este se rompen por agitaci¨®n, no por empacho de pelota. Y esa agitaci¨®n la tra¨ªa bajo el brazo Asensio, por primera vez en meses. Hasta ahora ha dejado la impresi¨®n de vivir muy por debajo de sus posiblidades, especialmente esta temporada, en la que las lesiones de Hazard le abrieron una estupenda ventana. En un minuto se puso al d¨ªa. Primero con un taconazo al palo que preludi¨® dos paradas tremendas de Rui Silva. Todo en ocho segundos. Y de inmediato, con una banana envenenada casi desde la l¨ªnea y desequilibrado por Kenedy. Una suerte que el Bernab¨¦u no disfruta desde los tiempos de Gordillo. El cabezazo de Casemiro no hizo m¨¢s que rendirle honores a la asistencia. Un chute de convicci¨®n para el balear que quiz¨¢ cambie su suerte. Y un apunte de que desde la izquierda tiene m¨¢s porvenir, aunque a ¨¦l le apetezca menos.
Ese gol cambi¨® definitivamente el duelo. La superioridad del Madrid fue propag¨¢ndose. Esa superioridad vanguardista, de la postpandemia, con m¨¢s control que ocasiones, con la calculadora en la mano, con la precauci¨®n por delante de la emoci¨®n. El Granada meti¨® un extremo (Soro), dobl¨® su ataque (Luis Su¨¢rez y Jorge Molina) y sac¨® a un central (Germ¨¢n) para que metiera la cabeza en el otro ¨¢rea. Su suerte en manos de la aviaci¨®n, pero lo que se encontr¨® fue una contra en el descuento rematada por Benzema, que no falta a una cita. En este Madrid la excelencia es la resistencia.