El Racing es fiel a su cita con el rid¨ªculo en la Copa
Los de Rozada no tiraron un solo tiro a la porter¨ªa rival en los 90' y a los navarros les bast¨® con esperar su oportunidad, que lleg¨® en un rebote
Ni el rival, ni el ¨¢rbitro, ni el campo, ni el fr¨ªo. A nada se puede agarrar el Racing para intentar buscar un eximente al bochornoso ejercicio de mediocridad que ha perpetrado en Mutilnova y que le ha costado quedar eliminado a las primeras de cambio de la Copa del Rey. Ni un solo remate a porter¨ªa, ni fuera siquiera, durante todo el partido (empieza a ser una costumbre, despu¨¦s de lo que ya pas¨® en Leioa), apenas tres o cuatro combinaciones de m¨¢s de dos pases y una sensaci¨®n de incapacidad permanente. Y no fue porque el Mutilvera le arrollara, le sacara de punto por juego o por f¨ªsico, no. Los navarros hicieron simplemente un partido digno, pero se aprovecharon de tener enfrente una nulidad absoluta y fueron justamente merecedores de estar en la siguiente ronda por la exclusiva raz¨®n de que fueron menos malos que los de Rozada.
Rozada apost¨® de nuevo por jugar con tres centrales y con repetir arriba con esa delantera que ya ha demostrado que no funciona, Balboa y Cedric. Ni est¨¢n ni se les espera. La raz¨®n por la que el ovetense sigue confiando en ellos es un expediente x. No es que los dem¨¢s rayaran a mayor altura, pero es bastante desconcertante ver lo que puede dar de s¨ª, o de no, una delantera tra¨ªda de fuera de nuestras fronteras. El partido arranc¨® igualado, por abajo, sin f¨²tbol, sin profundidad, sin emoci¨®n, y solo las combinaciones por banda izquierda entre Pablo Torre y Maynau parec¨ªan prometer algo. Se quedaron en un par de centros desde la l¨ªnea de fondo. El Mutilvera, paciente, expon¨ªa poco, no generaba nada, pero iba sacando de quicio a Matic, a los dos delanteros y, sobre todo, a Nana, un desastre sin paliativos. Si aguant¨® 61' en el campo se debe a la gran generosidad que tuvo con ¨¦l Rozada.
Tras el descanso el Racing logr¨® lo que parec¨ªa imposible: empeorar. La segunda mitad exige explicaciones y lo normal es que el entrenador se las pida a sus jugadores, los dirigentes a Rozada y la afici¨®n a todos. Es verdad que el Mutilvera no hace un f¨²tbol de seda y no tir¨® una sola vez a puerta hasta que un tiro de Bri?ol desde lejos lo desvi¨®, sin querer, Villapalos y se fue al fondo de las mallas, pero toda la segunda parte fue superior al Racing. Y especialmente doloroso debi¨® ser para los racinguistas asistir a los 20' que se jugaron tras el gol. Su equipo dio pena. No ya porque no fuera capaz de generar f¨²tbol, sino porque demostr¨® una falta de car¨¢cter inexplicable. Seguro que les molestaba perder. Seguro que quer¨ªan. Seguro que les escoc¨ªa estar haciendo el rid¨ªculo..., pero no lo pareci¨® en ning¨²n momento. Se jug¨®, incluso, m¨¢s tiempo en cancha racinguista en esos minutos finales que cerca del ¨¢rea del in¨¦dito Mugueta.
Rozada, que tard¨® m¨¢s de la cuenta en asumir que todo era un desprop¨®sito, revolucion¨® el equipo constantemente en los ¨²ltimos minutos, la mayor¨ªa de las veces sin sentido (como los minutos en los que jugaron con tres centrales y dos carrileros y dos extremos abiertos solap¨¢ndose en las bandas), pero justo es reconocer que ninguno que los que saltaron al campo mejoraron en nada, sino al rev¨¦s, a los que sustitu¨ªan.
No es la primera vez que el Racing se hace el harakiri copero ante rivales de, te¨®ricamente, menor entidad, pero esa inveterada costumbre de la casa no quita un ¨¢pice de responsabilidad a los jugadores y t¨¦cnicos de un equipo que han abierto en Mutilva un agujero en la l¨ªnea de flotaci¨®n de un proyecto que tiene pinta de jugarse mucho m¨¢s de tres puntos en Las Arenas el pr¨®ximo domingo. El Mutilvera, mucho m¨¢s cerca de lo que se supone es su nivel que los c¨¢ntabros, fue justo merecedor del triunfo, especialmente por la suma de desprop¨®sitos que fue el Racing en la segunda mitad.