Cuando Hungr¨ªa machac¨® a Alemania (8-3) en el Mundial-54
En el primer Mundial jugado en Europa tras la Segunda Guerra Mundial, los h¨²ngaros masacraron a los alemanes. D¨ªas despu¨¦s, los germanos se sacar¨ªan la espina en la final...

Antes de que Espa?a le endosara una goleada hist¨®rica a Alemania en el estadio de La Cartuja en Sevilla (6-0), los alemanes conocieron el amargo sabor de un resultado abultado en el Mundial de 1954, en Suiza. Fue la Hungr¨ªa del Aranycsapat, del equipo dorado. Un conjunto revolucionario en su concepci¨®n de juego, que ven¨ªa arrasando en el continente (hab¨ªan ganado la medalla de oro en los Juegos Ol¨ªmpicos de Helsinki-1952), y que era el claro favorito a ganar el Mundial de 1954. No en vano, sumaba tres a?os invicto en el continente, con dos resultados a remarcar: las victorias ante Inglaterra (3-6) en Wembley, en lo que se denomin¨® ¡®El partido del siglo¡¯, y su revancha (7-1), en Budapest, a escasos meses de la celebraci¨®n del torneo futbol¨ªstico.
Se iba a disputar el primer Campeonato del Mundo en suelo europeo tras haber finalizado la Segunda Guerra Mundial. Si en el torneo de 1950, en el regreso de la competici¨®n, se hab¨ªa resuelto con el triunfo de Uruguay sobre Brasil, el gran favorito para la cita de 1954 era Hungr¨ªa. Llamado ¡®El equipo dorado¡¯, fue labor del seleccionador Gustav Sebes estructurar aquella selecci¨®n como si fuese una perfecta sociedad mecanizada. El sorteo previo hab¨ªa emparejado a alemanes y a magiares en el Grupo B, junto con Corea y Turqu¨ªa. El primer encuentro de los magiares hab¨ªa sido una goleada a los asi¨¢ticos por (9-0). Por su parte, los germanos se hab¨ªan impuesto (4-1) a los turcos. El 20 de junio de 1954, h¨²ngaros y alemanes se jugar¨ªan el primer puesto de dicho Grupo. Pero no hubo color¡ ?o fue una estratagema?
Sepp Herberger, seleccionador alem¨¢n, ten¨ªa perfectamente estudiados a sus rivales centroeuropeos. El t¨¦cnico germano hab¨ªa sido uno de los testigos presenciales del hist¨®rico triunfo de Hungr¨ªa ante Inglaterra en Wembley en noviembre de 1953 (3-6). Cuando supo que su Alemania quedaba encuadrada en el mismo grupo que los magiares, empez¨® a calibrar sus opciones. Una de estas le suger¨ªa un partido de desempate ante Turqu¨ªa, otro rival de su grupo. No se lo pens¨® dos veces. Se guard¨® hasta siete jugadores para el primer partido ante los magiares con el fin de reservar fuerzas: Turek, Laband, Mai, Klodt, Morlock, Ottmar Walter y Sch?ffer se cayeron del once.?Ese d¨ªa, Herberger aline¨® a?Kwiatkowski; Bauer, Kohlmeyer, Posipal; Liebrich, Mebus; Rahn, Eckel, Fritz Walter, Pfaff y Herrmann. En la final s¨®lo repetir¨ªan Posipal, Kohlmeyer, Eckel y Fritz Walter. Adem¨¢s, y previamente, les hizo ver el partido de los h¨²ngaros en Londres varias veces para que estudiaran su juego y c¨®mo hacerles frente.
Pero no hubo opci¨®n. Los impresionantes magiares humillaron a los teutones (8-3) en una de las goleadas m¨¢s impactantes que se recuerdan en la historia del f¨²tbol: no dieron pie en ning¨²n momento a sus rivales alemanes, que vieron c¨®mo cada ataque de los de Sebes era una ocasi¨®n manifiesta de gol. Sin embargo, una jugada determinar¨ªa el futuro de los h¨²ngaros y de los alemanes en ese torneo: en una acci¨®n aislada, Liebrich, que perseguia a Puskas por todas las partes del campo, cay¨® encima de Ferenc, y ¨¦ste result¨® fuertemente lesionado. Para unos, caso del periodista ingl¨¦s Brian Glanville fue ¡°la falta que gan¨® el Mundial¡±, para Horst Eckel, miembro de aquella selecci¨®n alemana, fue un ¡°tackle perfecto¡±. Fritz Walter explic¨® as¨ª la acci¨®n: ¡°Liebrich, con la parte superior de su cuerpo, derrib¨® a Puskas, y tuvo la desgracia de caer sobre su tobillo torcido¡±. El resultado: Puskas no jugar¨ªa ni los cuartos (Brasil) ni las semifinales (Uruguay), pero s¨ª la final, aunque en un precario estado.
La prensa alemana se ceb¨®. Der Spiegel titul¨®: ¡°Lleg¨® el momento de colgar al traidor Herberger de un manzano¡±. Die Welt le fue a la zaga: ¡°No nos comportamos bien. La situaci¨®n m¨¢s ciza?era fue la acci¨®n de Liebrich. Se veng¨® de Puskas, ese maravilloso jugador, s¨®lo porque era el mejor. Liebrich no deber¨ªa ser seleccionado para el equipo nacional nunca m¨¢s. ?l nos hace m¨¢s da?o que diez derrotas consecutivas¡±.
Pero lleg¨® el gran d¨ªa, la final del Mundial, y ah¨ª, con 42 victorias seguidas, los h¨²ngaros sellar¨ªan su huella. En el partido n¨²mero 43, tras tres a?os seguidos sin conocer la derrota, los magiares perder¨ªan su lustre. Entonces, Herberger s¨ª dispuso a su once de gala. A los diez minutos de partido, los h¨²ngaros ganaban 2-0... pero acabar¨ªan perdiendo la final tras unas sobresalientes actuaciones de su capit¨¢n y delantero Fritz Walter y de Rahn, autor de dos goles. Fue ¡®El milagro de Berna¡¯. Poco a poco el Aranycsapat fue desapareciendo hasta que la invasi¨®n del pa¨ªs por parte de la Uni¨®n Sovi¨¦tica hizo que se disolviera...
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