Los 80's del Espanyol
Dos de los tres goles recibidos por los pericos, los que han quitado puntos, llegaron cuando m¨¢s se protegen. El equipo concede el doble en las segundas partes.
Se encaminaba el Espanyol hacia su novena victoria en 12 jornadas, a los 29 puntos, a un ¨¦xito de pico y pala en Fuenlabrada cuando Sekou Gassama transformaba, en el minuto 86, un penalti que pon¨ªa el definitivo 1-1 en el marcador. Que, m¨¢s que sumar un punto, parec¨ªa restar dos a un conjunto perico que solo ha recibido tres goles en lo que va de Liga, pero que ya empieza a detectar un punto d¨¦bil: los tramos finales.
M¨¢s all¨¢ del minuto 80 es cuando han llegado dos de esos tres tantos recibidos por Diego L¨®pez, concretamente los dos que han incidido en el resultado final. Y de qu¨¦ manera. El del estadio Fernando Torres neg¨® al Espanyol la victoria que hab¨ªan encarrilado con el gol de Ra¨²l de Tom¨¢s. El del pasado 18 de octubre, en Vallecas, lo anotaba Isi Palaz¨®n en el 88' y provocaba que los de Vicente Moreno se marcharan de vac¨ªo ante el Rayo Vallecano, en la ¨²nica derrota por ahora de los blanquiazules en Segunda. Solo el gol de Iago Carrillo para el Lugo careci¨® de trascendencia en el marcador, seguramente porque se produjo en el minuto 33, con tiempo suficiente para reaccionar.
Resulta curioso que el Espanyol ha recibido el 66 por ciento de sus goles en el tramo del partido en el que m¨¢s se protege. Tanto en Vallecas como en Fuenlabrada, parec¨ªa m¨¢s dispuesto el conjunto perico a matar el partido, a arroparse abajo, que a atacar en esos minutos finales. Pero el dato de las dianas en contra no es una casualidad si se fragmentan los remates recibidos.
El Espanyol ha concedido, en estas 12 primeras jornadas, solo diez disparos a puerta en las primeras partes de los partidos, mientras que en el segundo tiempo se duplica la cifra: 21 remates entre los tres palos de Diego L¨®pez. En ataque, para hacerse una idea, el n¨²mero de chuts a la porter¨ªa contraria est¨¢ mucho m¨¢s igualado: 24 en el primer acto y 23, en el segundo. En equilibrar todo ese balance defensivo radicar¨¢ la excelencia.