Zidane sentencia a Jovic
Con el Madrid perdiendo 2-0, Zizou prefiri¨® subir a Casemiro, Ramos y Varane al ataque antes que dar paso al serbio. Ya le hab¨ªa dado otro toque en el debut en Liga contra la Real...
Zidane prefiere lanzar al ataque a Sergio Ramos, Casemiro, Varane y castillistas como Marvin y Arribas antes que tirar de Jovic. El serbio ha pasado a ser pr¨¢cticamente un proscrito. M?nchengladbach ha sido el ¨²ltimo ejemplo gr¨¢fico de que aunque el Madrid atraviese un grave problema de gol y se vea al borde del abismo en la Champions, Jovic est¨¢ sentenciado a ojos de su entrenador.
Quiz¨¢ por eso al marsell¨¦s no le dolieron prendas en permitir a Ramos situarse como segundo nueve desde el minuto 84, cuando el capit¨¢n le hizo un gesto al banquillo. "?Me quedo arriba", vino a decir Ramos. Y no fue el ¨²nico. Casemiro se adelant¨® como mediapunta, Varane tambi¨¦n se descolg¨® hacia el ataque casi de manera permanente (Lucas termin¨® en el Borussia Park de central) y en esas tanto Ramos como Casemiro remontaron el partido. El brasile?o, con asistencia y un gol s¨®lo explicables desde la fe que irradia el Madrid en Europa hasta cuando parece que se va a caer al vac¨ªo. Jovic tuvo que ver la remontada cuasi milagrosa desde un fr¨ªo banquillo en M?nchengladbach junto a Militao, otro ca¨ªdo en desgracia... La prueba definitiva.
El asunto entre Jovic y Zidane viene, no obstante, de lejos. "Jovic es jugador del Madrid, yo le ped¨ª", se defend¨ªa Zidane despu¨¦s de que una indiscrecci¨®n de Borja Mayoral desvelase sus planes para la delantera. En sus intenciones para la plantilla definitiva de la 2020-21 no estaba Jovic. Quiso desprenderse de ¨¦l en verano y le recomend¨® en una charla privada salir para tener minutos, pero las opciones en Italia no cuajaron y el club era reticente a¨²n a arrojar definitivamente la toalla con al panzer balc¨¢nico. Pero Zidane parece que s¨ª lo ha hecho. Ante el Gladbach fue la ¨²ltima demostraci¨®n. En el estreno liguero contra la Real, el marsell¨¦s ni mand¨® calentar al 18 blanco pese al 0-0 en el luminoso del Reale Arena. Prefiri¨® hacer debutar a dos canteranos (Marvin y Arribas) antes que confiar en Jovic. Mensaje hacia arriba y hacia el propio delantero. Una invitaci¨®n a que tomase la puerta lo antes posible.
Aquello no cuaj¨®, Mayoral hizo saltar la liebre de que Zizou le prefer¨ªa a ¨¦l antes que a Jovic y vino lo del Shakhtar. Ni ante el mermado equipo ucranio el serbio fue capaz de hacerle un servicio al Madrid. En su mejor ocasi¨®n, solo ante el portero, cabece¨®... con el hombro. Una efectividad nula, una participaci¨®n en el juego a¨²n m¨¢s nula y una frialdad exasperante. Eso es lo que ha aportado Jovic esta temporada al Madrid m¨¢s raqu¨ªtico ofensivamente de la ¨²ltima d¨¦cada. A perro flaco todo son pulgas. Y a Jovic adem¨¢s le persiguen fuera de los terrenos de juego, algo que aterra al Madrid. Gener¨® malestar su escapada a Belgrado durante el confinamiento y escuece que aquello siga coleando, con una posible pena de seis meses de c¨¢rcel, por mucho que el padre del delantero casi hable de complots contra su infortunado hijo.
Pasa de puntillas por los partidos
El d¨ªa del Betis y el del Shakhtar evidenciarion que Jovic juega a otro ritmo que el resto. Casi en una dimensi¨®n paralela. S¨®lo as¨ª se explica que contra el Betis, en 72 minutos, Jovic s¨®lo tocase 14 veces la pelota y diera apenas 10 pases. Para m¨¢s inri, cuatro de ellos fueron err¨®neos. El debut en Champions este curso no le fue mejor. En 59 minutos apenas estuvo en contacto con la pelota en 16 ocasiones, siete menos que Benzema, por ejemplo, que sali¨® tras el descanso.
Aunque Zidane diga que s¨ª pueden jugar juntos, ni le convence Jovic junto a Benzema ni tampoco le sirve en solitario, visto lo visto. El t¨¦cnico madridista parece en cambio m¨¢s proclive a abrazar cualquier soluci¨®n que le aparezca por el camino (Ramos, Casemiro...) antes que confiar en un ariete puro que cost¨® 60 millones de euros. Tras apenas dos meses de competici¨®n y con Mariano contando a¨²n menos si cabe, Jovic, Zidane y el Madrid, como si fuera un spaghetti western, empiezan a mirarse con indisumulada suspicacia.