Arn¨¢iz inunda de luz Butarque y de oscuridad Zaragoza
Triunfo trabajado del Legan¨¦s gracias a un golazo del talaverano. Los pepineros recuperan sensaciones y empatan con el Playoff. Los de Baraja, en crisis.
El Legan¨¦s se sacudi¨® las inc¨®gnitas que atosigaban su ¨¢nimo con un triunfo mezcla de oficio, seriedad y bostezos aislados. Tambi¨¦n hubo un destello. Lo descerraj¨® la diestra de Jos¨¦ Arn¨¢iz, autor del gol (golazo) de la tarde. Luego se march¨® lesionado. Fue el ¨²nico borr¨®n de este choque casi ideal para los locales frente a un Zaragoza voluntarioso, pero castigado por su falta de pegada. Tampoco le sobr¨® f¨²tbol. Ojo con Baraja. Los ma?os siguen sin ganar en Butarque y el Lega encadena por primera vez dos victorias esta temporada.
La tarde comenz¨® en horario de siesta y torcida ya en la musculatura ma?a. Adri¨¢n se resinti¨® de unas molestias y pas¨® de titular, a la grada. Zapater lo supli¨®. Mal augurio y pr¨®logo del toque de corneta pepinero. Inici¨® fuerte el Lega. Pele¨®n, r¨¢pido y decidido. Un espejismo de lo que aspira a ser, pero a¨²n no logra con continuidad. Dos ocasiones en los primeros tres minutos (Arn¨¢iz y Borja) ejercieron de trueno sin rel¨¢mpago que confirmara la tormenta. Luego todo cay¨® en un masticar insulso de bal¨®n y el partido se hizo bola. Intragable.
Mucha posesi¨®n (sobre todo local) y poco margen para la sorpresa. S¨®lo Borja amag¨® de nuevo. Menos a¨²n ofreci¨® el Zaragoza, que roz¨® el notable en el repliegue, hasta que Jair hundi¨® la nota hasta el suspenso. Enfilando el descanso, se zamp¨® un bal¨®n largo que dej¨® a Santos solo ante Cristian. Intuyo el arquero el zurdazo y el casi gol termin¨® en un ¡®uy¡¯ ahogado. Lo ¨²nico nutritivo de esta primera parte fam¨¦lica. Nada que ver con la segunda, aunque sus comienzos fueron similares. Arre¨®n local (cuatro ocasiones en cinco minutos) que esta vez s¨ª metaboliz¨® en gol.
Lo convirti¨® con un vole¨®n Arn¨¢iz en un c¨®rner que se invent¨® Gaku. Pizarra y arte. Golazo y lamento. Poco despu¨¦s el autor se fue lesionado. Ya para entonces Mart¨ª y Baraja hab¨ªan agitado sus banquillos y el partido. Ritmo alto (adi¨®s a la siesta) que no condens¨® en grandes ocasiones, pero s¨ª en f¨²tbol. Suficiente para concluir que aquello era un partido de un deporte profesional, y no un simulacro en medio de un horario furtivo.