HOSPITALET 0 (4) - LLAGOSTERA 0 (3)
Amago del f¨²tbol que fue, con p¨²blico pero sin abrazos de gol
Unos 400 aficionados, todos con invitaci¨®n previa, se dieron cita en el Ol¨ªmpic de Terrassa para la final de la Copa Catalunya, pospuesta por la pandemia de COVID-19.
Atacaba Christian Alfonso pero Marcos llegaba a tiempo para atajar el bal¨®n. De pronto, en el Ol¨ªmpic de Terrassa, con la ac¨²stica que confiere la cubierta de la Tribuna principal, atronaba por un lado el grito ¡°?Hospi, Hospi!¡±. Por otro, los en¨¦rgicos aplausos a su portero por parte de la afici¨®n del Llagostera. Si uno cerraba los ojos, por un instante pod¨ªa fabular con que la normalidad hab¨ªa regresado al f¨²tbol. Con el fin de una pandemia que ha arrebatado al deporte su misma esencia. Pero no. En la final de la Copa Catalunya disputada este viernes apenas se vivi¨® un amago de lo que un d¨ªa fue y espera volver a ser.
La primera anomal¨ªa saltaba a la vista, al jugarse un 9 de octubre, y a una semana para que se inicie la competici¨®n en Segunda B y otras categor¨ªas, un partido que correspond¨ªa a la temporada 2019-20. La segunda, la restringida afluencia, lo disimulaba en los aleda?os el contexto de un viernes por la tarde, entre el tr¨¢fico congestionado por la salida de los colegios y por el inicio de un largo puente festivo. E incluso por la actividad incesante que se viv¨ªa en el Club Nataci¨® Terrassa, colindante con el Ol¨ªmpic, y donde se produc¨ªa un trasiego mucho mayor de ni?as y ni?os que de asistentes a la final futbol¨ªstica. Y un dispositivo de Mossos d'Esquadra residual (apenas tres furgonetas) para lo que en circunstancias normales supondr¨ªa un encuentro de este tipo.
Sin entradas a la venta para el p¨²blico en general, y con todas las puertas cerradas salvo dos, las de palco y grada principal, al L'Hospitalet-Llagostera solo accedieron unos 400 privilegiados, que adem¨¢s de los cl¨¢sicos VIP's eran los invitados por sus respectivos equipos. Los seguidores m¨¢s fieles, a juzgar por c¨®mo se desga?itaron. A animosidad y decibelios ganaron los ribere?os. A civismo, todos. Otra cosa es si el juez de l¨ªnea recriminado con el c¨¢ntico "?qu¨¦ malo eres!", tras se?alar varios fuera de juego seguidos, no pensar¨ªa en lo tranquilo que hab¨ªa vivido todos estos meses.
Si alguna ventaja tienen en clave futbolera estos malditos tiempos de COVID-19 es, por buscarle la parte buena al horror, la comodidad. Por la distancia entre aficionados y, por ejemplo, porque no es necesario hacer colas en los accesos, ni tragarse una hora de m¨²sica seleccionada por el peor intento de DJ en el interior del estadio, sino que basta con entrar cinco minutos antes del saque inicial para deleitarse.
Se cumplieron a rajatabla unas medidas de seguridad que tanto valen para un campo como para una guarder¨ªa, tales como la entrada por grupos de seis o menos personas, la toma de temperatura o el uso de gel hidroalcoh¨®lico antes de cruzar la puerta del Ol¨ªmpic, adem¨¢s de recordatorios por megafon¨ªa. Y, por supuesto, la mascarilla puesta en todo momento. Al quite, impoluta, estuvo la Federaci¨® Catalana.
Otro punto a favor, aunque a decir verdad habr¨ªa que consultar a los futbolistas si est¨¢n de acuerdo con tal afirmaci¨®n, es que esta realidad de que los suplentes ocupen las primeras filas de la grada y no el banquillo les integra con sus aficiones. Logra una cercan¨ªa que recuerda m¨¢s al f¨²tbol de anta?o que a esa industria megaprofesionalizada de hoy. Al final, va a resultar que vale la pena este amago de partidos con p¨²blico.
Pero no se dejen enga?ar. No hay m¨¢s que ver c¨®mo los aplausos sustituyen a los abrazos en la grada, tras cada gol en una tanda de penaltis que desenred¨® el 0-0 de los 90 minutos, o en la celebraci¨®n final en este caso del L'Hospitalet como campe¨®n por vez primera en su historia de la Copa Catalunya, para certificar que poco tiene que ver este amago con el f¨²tbol de verdad. El de antes. El que alg¨²n d¨ªa no muy lejano regresar¨¢, esperemos.