Cuando Eusebio dom¨® al Madrid
El 2 de mayo de 1962, el Benfica gan¨® a los blancos (5-3) en la que fue su primera derrota en una final europea. El mozambique?o y Puskas fueron los grandes protagonistas de la final

El 2 de mayo de 1962 fue d¨ªa grande en Holanda. Se celebraba festejos por las bodas de plata de la reina Juliana, una reuni¨®n que reuni¨® en ?msterdam a 118 miembros de familias reales de todo el mundo. Tambi¨¦n se disputaba la final de la Copa de Europa en el estadio Ol¨ªmpico amsterdam¨¦s. Una final que med¨ªa las fuerzas del Real Madrid, campe¨®n de las cinco primeras ediciones, frente a las del Benfica, vigente campe¨®n, tras haber derrotado al Barcelona en el ¨²ltimo encuentro de la edici¨®n de 1960-61 en Berna. En la final de los postes cuadrados y la mala actuaci¨®n de Ramallets. Era un choque entre el anciano rey y el pr¨ªncipe que quer¨ªa seguir protagonizando el cuento. La final, como detalle, la pitar¨¢ un colegiado holand¨¦s: Leo Horn. Ya hab¨ªa pitado a los blancos en la final de 1957, en la que superaron a la Fiorentina 2-0. Bela Guttman, t¨¦cnico del cuadro lisboeta, no dudar¨¢ en meterle presi¨®n: ¡°Me hubiera gustado un ¨¢rbitro ingl¨¦s¡±. Horn, incluso, hab¨ªa dirigido encuentros formidables: el Partido del Siglo, en el que Hungr¨ªa derrot¨® a Inglaterra (3-6) en Wembley e incluso, el homenaje a Miguel Mu?oz en 1959. Enfrent¨® al Real Madrid y al Santos de Pel¨¦ (5-3 para los blancos). Ah¨ª es nada¡
La expectaci¨®n es tal que al estadio le a?aden gradas supletorias, hay cerca de 500 periodistas acreditados y dejar¨¢ una recaudaci¨®n de unos 10 millones de pesetas de la ¨¦poca, todo un r¨¦cord para el f¨²tbol mundial de la ¨¦poca.
El Madrid aguarda con cautela y tranquilidad el comienzo del encuentro. Mientras, en el hotel del Benfica las cosas no marchan bien. El d¨ªa anterior a la final, Guttman hab¨ªa tenido una tensa discusi¨®n con los dirigentes benfiquistas: consideraba que le deb¨ªan un dinero extra por haber llevado al equipo a su segunda final de Copa de Europa y de manera consecutiva. Los mandamases portugueses no s¨®lo le hab¨ªan negado eso, sino que le vinieron a decir que si no estaba contento, ten¨ªa la puerta de salida abierta en cualquier momento. Enterados los capitanes, decidieron sacarle fuera del hotel y dar un paseo por la ciudad de los canales para relajar el ambiente. Pero la idea la ten¨ªa fijada; se marchar¨ªa tras la final...
As¨ª se lleg¨® a la final. Comienza a las 19:30 horas. Miguel Mu?oz, t¨¦cnico madridista, alinea a Araquistain; Casado, Santamar¨ªa, Miera; Felo, Pach¨ªn; Tejada, Del Sol, Di St¨¦fano, Puskas y Gento. El Madrid viste de azul, porque el sorteo le ha dado como visitante. El Benfica, con su rojo habitual, sale con Costa Pereira; Joao, Germano, Angelo; Cavem, Cruz; Jose Augusto, Eusebio, Aguas, Coluna y Simoes. Gran parte de la selecci¨®n portuguesa del momento.
Los primeros minutos son de tanteo, pero en el minuto 18, Del Sol corta un bal¨®n y pasa a Di St¨¦fano, que ve a Pusk¨¢s y le manda el bal¨®n. El h¨²ngaro recorre unos 35 metros y cruza el esf¨¦rico lejos de Costa Pereira. Unos cinco minutos despu¨¦s, de nuevo Del Sol tiene el bal¨®n y pasa de nuevo a Pusk¨¢s, que saca el ca?¨®n que esconde en su pierna izquierda y eleva el marcador a 2-0. Todo parece encarrilarse¡ pero un gol de Aguas apenas un par de minutos despu¨¦s, volv¨ªa a abrir el encuentro: una falta cerca de la frontal del ¨¢rea del Madrid se convierte en una jugada ensayada. Coluna toca el bal¨®n hacia Eusebio, que est¨¢ unos metros alejado del medio y con toda la porter¨ªa de frente. Su zambombazo se estrella en el poste y en el rechace Agua fue el m¨¢s listo de todos. Diez minutos despu¨¦s es Cavem quien clava el bal¨®n en la escuadra de Araquistain. Previamente, y en la misma jugada hab¨ªa habido mano de Eusebio que Horn no se?al¨®¡ El Madrid se rehace y Pusk¨¢s vuelve a batir por tercera vez a Costa Pereira.? Es la segunda vez que el h¨²ngaro marca tres goles en una final. Dos a?is antes, en 1960 marc¨® un cuarto gol al Eintracht. Incluso Tejada remata al larguero lo que hubiera significado el cuarto gol blanco. Pero las cosas no marchaban. Marquitos, suplente esa tarde, le dir¨¢ a Pach¨ªn en el intervalo: ¡°Hoy no ganamos¡¡±.
Y el zaguero madridista, suplente aquel d¨ªa, tendr¨ªa raz¨®n¡
La segunda parte mostrar¨ªa la juventud de unos (Benfica) y el cansancio de otros (Real Madrid). Liderados por Eusebio, las ¨¢guilas le dar¨ªan la vuelta al marcador: con goles de Coluna y dos de Eusebio. En medio, Casado se lesionar¨ªa (tir¨®n muscular) lo que le oblig¨® a ubicarse de falso delantero, Felo que era medio, se convirti¨® en lateral derecho. Eusebio, como Di St¨¦fano, se ubic¨® entre la media y el ataque, fortaleciendo el juego de ataque de los lisboetas. El cuarto gol luso vino de un penalti cometido por Pach¨ªn sobre Eusebio. El defensa jura y perjura que es falta fuera del ¨¢rea, pero Horn la se?ala dentro. Con el Madrid por detr¨¢s en el marcador (5-3), se produce una jugada clave: Di St¨¦fano entra en el ¨¢rea con el bal¨®n controlado y, rodeado por tres rivales, cae derribado. Horn dice que no ha pasado nada llev¨¢ndose una gran pitada de sus propios compatriotas y el cabreo de los blancos. As¨ª acabar¨¢ el partido. El Benfica gana y defiende t¨ªtulo: lo perder¨¢ un a?o despu¨¦s, en Wembley, ante el Mil¨¢n que le derrotar¨¢ 2-1. Hubo incluso un traspaso de poderes simb¨®lico: Eusebio se llevar¨¢ la camiseta de Di St¨¦fano, el jugador que admiraba desde ni?o. Los blancos comenzaban as¨ª su propio ocaso en Europa. Jugar¨ªan otra final, dos a?os despu¨¦s: volver¨¢n a perder, esta vez ante el Inter de Mil¨¢n (3-1). Ser¨¢ el ¨²ltimo encuentro de Di St¨¦fano como jugador blanco. Luego, en 1966, los ye-y¨¦s sanar¨ªan parte de esa deuda.

La leyenda de Bela Guttmann contin¨²a: octava final perdida
A?os despu¨¦s, Di St¨¦fano y Horn coincidir¨ªan en un acto. La Saeta se neg¨® a saludarlo: tras el encuentro, el colegiado explic¨® que no se?al¨® el penalti porque Di St¨¦fano pod¨ªa haber aguantado y haber disparado a puerta. El colegiado holand¨¦s, por su parte, no volver¨ªa a pitar un encuentro europeo al Madrid. Bela Guttman se marchar¨ªa del Benfica, y desde entonces, el conjunto lisboeta no ha vuelto a ganar una final europea¡ y su maldici¨®n continua?desde entonces.
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