"Obligaron a Fowler a devolver un Ferrari amarillo, provocaba..."
Michael Robinson fue el mejor embajador del conjunto 'red', pese a que s¨®lo milit¨® temporada y media all¨ª. Su amor por Anfield traspas¨® fronteras. Sus an¨¦cdotas, tambi¨¦n.


Probablemente sin quererlo, Michael Robinson fue el mejor embajador que tuvo jam¨¢s el Liverpool en Espa?a. No era canterano red, tampoco una leyenda del club. Apenas jug¨® poco m¨¢s de una temporada en Anfield, la 83-84, aquella del triplete Liga, Copa de la Liga y Copa de Europa. M¨¢s que el club de su carrera, fue el de sus amores.
Supo trasladar, por ello, la pasi¨®n que genera una entidad ¨²nica, inconfundible: ¡°Sir John Smith, el presidente, me pregunt¨® cu¨¢nto dinero quer¨ªa ganar cuando me ficharon. Se me ocurri¨® decirle que estaba equivocado, que si le parec¨ªan bien 100 libras a la semana como cuota yo pagar¨ªa por jugar en el Liverpool. Se ech¨® a re¨ªr y me dijo: ¡°Nosotros no fichamos futbolistas, Michael, fichamos personas que juegan al f¨²tbol¡±, recordaba siempre. Aun as¨ª, lleg¨® a ser el futbolista mejor pagado de la plantilla. ¡°El presidente lo arregl¨® subi¨¦ndoles el sueldo a los dem¨¢s¡±, bromeaba.
El momento culminante lleg¨® en el Ol¨ªmpico, cuando el Liverpool gan¨® la Copa de Europa ante el anfitri¨®n, la Roma. ¡°Le pregunt¨¦ a Souness si de verdad era tan bueno eso de jugar la final en campo contrario. ?l me mir¨® de arriba abajo y me dijo: ¡°Va a ser hist¨®rico, nadie ha jugado una final en campo del rival hasta ahora. Y ganaremos. Y ganamos¡±. Para entonces ya hab¨ªa decidido jugar con Irlanda, el pa¨ªs de la familia de su madre, en vez de con Inglaterra, en la que hubiera encontrado m¨¢s competencia.
Se march¨® al QPR y de ah¨ª a Osasuna, lo que le lig¨® para siempre a Espa?a. Fue ya aqu¨ª donde recuper¨® en cada una de sus charlas las grandezas del Liverpool, por ejemplo las relacionadas con los j¨®venes de la cantera o aprendices: ¡°Se dedicaban, entre otras cosas, a cuidar de nuestras botas. Tanto, que cuando las botas eran nuevas, se las pon¨ªan primero para darles forma; ?las ampollas se les formaban a ellos, no a nosotros!¡±, dec¨ªa.
Y con su sagacidad habitual, ya en su faceta de comentarista, reflej¨® muchas veces lo que significaba el Liverpool. ¡°Con Fowler hubo un momento de gran tensi¨®n: se compr¨® un Ferrari amarillo y el club le oblig¨® a devolverlo. Le dijeron que era una provocaci¨®n y una falta de respeto a la gente, un jugador del Liverpool no pod¨ªa andar por ah¨ª con un Ferrari. Acabas entendiendo que dependes de la gente, que nosotros ganamos el dinero f¨¢cil¡±. Puro Liverpool, puro Robin.