Las noches desenfrenadas del Espanyol en Montju?c
Real Madrid y Werder Bremen sucumbieron un 26 de abril en el Estadi Ol¨ªmpic, en partidos que empujaron al Espanyol a las finales de Copa y UEFA.
Se cumple este 26 de abril el aniversario de dos encuentros clave para el Espanyol durante su estancia en el Estadi Ol¨ªmpic de Montju?c. La casualidad ha querido que se tratara de dos partidos de semifinales, determinantes para alcanzar sendas finales que pasar¨ªan a la historia del Espanyol.
Por un lado, hace 20 a?os que los pericos eliminaban al Real Madrid para alcanzar la final de la Copa del Rey, que acabar¨ªan conquistando en Mestalla ante el Atl¨¦tico de Madrid. Por otro, tal d¨ªa como este en 2007 se disputaba la ida de las semifinales de la Copa UEFA, contra el Werder Bremen, con un 3-0 que les situaba con pie y medio en la final.
Pocas veces tanta gente contuvo al un¨ªsono el aliento como los aficionados del Espanyol aquel 26 de abril de 2000, cuando en el minuto 94 Elvir Balic fallaba clamorosamente una ocasi¨®n cantada. Un gol que hubiera supuesto la eliminaci¨®n de la escuadra entrenada por Paco Flores, que hab¨ªa sacado un extraordinario 0-0 en el Bernab¨¦u, en la ida, y que en Montju?c defend¨ªa con u?as y dientes el 1-0 conseguido a los 28 minutos, en una acci¨®n de piller¨ªa.
Botaba Sergio Gonz¨¢lez una falta r¨¢pidamente al espacio, en una jugada que ya ten¨ªa ensayada con su destinatario, Mart¨ªn Posse, quien burlaba a Julio C¨¦sar y a toda la zaga de un Madrid que ven¨ªa de eliminar unos d¨ªas antes a todo un Manchester United en la Liga de Campeones. Pero no al Espanyol, que dio el pen¨²ltimo paso hacia el que ser¨ªa su primer t¨ªtulo en 60 a?os.
Con muchos menos nervios se vivieron esos instantes finales en la ida de las semifinales de 2007 en la Copa UEFA, contra el Werder Bremen. No en vano, el Espanyol de Ernesto Valverde hab¨ªa resuelto el partido, y a la postre la eliminatoria, como un aut¨¦ntico vendaval. Con dos goles de cabeza de Mois¨¦s Hurtado y de Walter Pandiani, respectivamente, que culminar¨ªa Ferran Corominas en el 87¡¯ con un veloz contraataque para establecer el 3-0.
Una goleada que desat¨® la euforia esa madrugada en Barcelona, contenida en los d¨ªas posteriores por el fantasma de Leverkusen. Pero esta vez, y aunque se sufri¨® de inicio con un madrugador gol de Hugo Almeida, se rompi¨® la maldici¨®n. Hubo otra, sin embargo, que sigui¨® vigente unas semanas despu¨¦s, en la final de Glasgow frente al Sevilla. La de los penaltis. Pero esa ya es otra historia.