El imperio alem¨¢n nace tras derrotar a la Hungr¨ªa de Puskas
Un serial que repasa a las grandes sorpresas de la historia del f¨²tbol, desde el Nottingham dos veces campe¨®n de Europa al Leicester que conquist¨® la Premier en 2016.
Es incuestionable que Alemania es, tras Brasil, la gran selecci¨®n de la historia. Cuatro Mundiales, tres Eurocopas y otras tantas finales perdidas as¨ª lo justifican. Sin embargo, el origen de su leyenda fue uno de los m¨¢s inesperados resultados de siempre. Y es que la historia del f¨²tbol pudo haber sido muy distinta si la implacable Hungr¨ªa de Puskas, Kocsis, Czibor y compa?¨ªa hubiera ganado aquella final del Mundial de Suiza en 1954.
Para los m¨¢s j¨®venes o para los menos curiosos por conocer la historia del f¨²tbol, considerar una sorpresa que Alemania le gane a Hungr¨ªa podr¨ªa parecerles her¨¦tico. Nada m¨¢s lejos de la realidad. Aquella generaci¨®n h¨²ngara est¨¢ considerada uno de los mejores equipos de la historia, apodado como el Equipo de Oro o Magiares m¨¢gicos. Entre sus logros, est¨¢ el de ser la primera selecci¨®n que encaden¨® 32 victorias consecutivas, ganar el oro ol¨ªmpico en Helsinki 1952 y el de ser el primer equipo no brit¨¢nico en ganar en Wembley, la cuna del f¨²tbol, en una portentosa exhibici¨®n de Puskas que termin¨® 3-6, en 1953. Con semejante historial, no hab¨ªa nadie que no apostara por Hungr¨ªa en aquella Copa del Mundo.
En el lado opuesto de la exitosa Hungr¨ªa se encontraba Alemania Occidental. En un pa¨ªs devastado por la II Guerra Mundial, con la moral hundida y sin mucho recorrido futbol¨ªstico, los alemanes se presentaron en el Mundial con un equipo pr¨¢cticamente amateur, con una plantilla de jugadores que proced¨ªan de competiciones regionales y en el que destacaba la figura de Fritz Walter, considerado a d¨ªa de hoy una leyenda del f¨²tbol alem¨¢n.
Comenz¨® el Mundial de Suiza y Hungr¨ªa arras¨® en la primera fase: 9-0 a Corea del Sur y 8-3 a Alemania Occidental (s¨ª, a la misma que se enfrentar¨ªa en la final). Con 17 goles en dos partidos, todo el mundo auguraba un paseo militar de los h¨²ngaros por los estadios suizos. Y as¨ª fue. En cuartos, derrot¨® a Brasil, finalista en el Mundial anterior por 4-2, y en semifinales vencer¨ªa por el mismo resultado a Uruguay, vigente campe¨®n del Mundo. Por su parte, Alemania fue de menos a m¨¢s en el torneo. Tuvo que jugar un desempate con Turqu¨ªa (7-2) para pasar de fase tras la humillante derrota ante Hungr¨ªa, venci¨® a Yugoslavia en cuartos (2-0) y a Austria en semifinales (6-1). A pesar de su notable mejor¨ªa durante la competici¨®n, nadie pensaba que la mannschaft podr¨ªa terminar levantando la Copa del Mundo.
La final parec¨ªa que no iba a dar m¨¢s de s¨ª cuando Puskas adelant¨® a Hungr¨ªa en el minuto 6 y en el 8' Czibor anotaba el 0-2. El 8-3 de la fase de grupos ten¨ªa pinta de ser un resultado corto con el que se vaticinaba a los diez minutos de comenzar la final. No s¨¦ sabe si por relajaci¨®n de los h¨²ngaros o por el ¨ªmpetu y coraje teut¨®n, ocurri¨® lo que a la posteridad pas¨® a ser denominado El Milagro de Berna. Puskas se lesion¨® del tobillo y los alemanes lograron el empate antes del descanso gracias a los goles de Morlock y Rahn y en la segunda parte, tras un asedio h¨²ngaro a la porter¨ªa de Turek, gran h¨¦roe de la final, Rahn daba finalmente la campanada con su segundo tanto, el 3-2 definitivo.
Hungr¨ªa hab¨ªa marcado 27 goles en la fase final de un Mundial, r¨¦cord vigente, y se fue de vac¨ªo. Aquello fue el principio del fin para una selecci¨®n hist¨®rica. Dos a?os despu¨¦s, los jugadores m¨¢s importantes de aquel equipo, Puskas, Czibor y Kocsis, que jugaban en el Honved Budapest, aprovecharon un viaje en una eliminatoria europea ante el Athletic para no regresar a su pa¨ªs, donde hab¨ªa estallado la guerra, y el f¨²tbol h¨²ngaro jam¨¢s fue el mismo. Por contra, la victoria de Alemania Occidental llen¨® de orgullo al pa¨ªs, que se refugi¨® en el f¨²tbol, entre otras cosas, para salir de la depresi¨®n que sufr¨ªa por la posguerra y elevar la autoestima nacional. Si para Hungr¨ªa, aquella final fue el principio del fin, para Alemania fue el comienzo de una era que se mantiene vigente.