Cr¨®nicas de aquel Real Madrid: San Isidro Goleador
Isidro marc¨® dos goles en la Copa de Europa a favor del Real Madrid que sirvieron para eliminar al Spartak de Rinat Dassaev y para que su nombre pasase a engrosar el santoral madridista
Abulense de nacimiento (Gimialc¨®n, ?vila, 24 de mayo de 1954), pero criado en el salmantino pueblo de Guijuelo, Isidro D¨ªaz Gonz¨¢lez es de esos jugadores que construyeron la legendaria historia del Madrid, pero que el paso del tiempo ha ido olvidando. Isidro, como tantos muchos, se forj¨® en los antiguos campos de la demolida Ciudad Deportiva. All¨ª donde ahora se asientan cuatro majestuosos rascacielos a la espera de la finalizaci¨®n de la quinta torre. All¨ª donde miles de ni?os so?aban (so?¨¢bamos) con vestir de blanco (ahora lo hacen con las instalaciones de Valdebebas), ¨¦l toc¨® el cielo: fue delantero del primer equipo desde 1977 hasta 1985. Ocho temporadas donde disput¨® 140 partidos de liga en los que marc¨® diez goles. Adem¨¢s disput¨® 45 partidos de Copa (cinco goles), 10 de Copa de Europa (dos goles), 6 de Recopa (un gol), 13 de Copa de la UEFA (cuatro goles), 2 de Supercopa de Espa?a y 6 de Copa de la Liga.
Pero hay un partido por el que se elev¨® al santoral madridista: sus dos goles en la Copa de Europa los marc¨® en apenas ocho minutos el d¨ªa del Padre de 1981. En juego estaba el pase a las semifinales de la Copa de Europa de 1981. Los blancos so?aban con poder volver a levantar la Orejona: el rival era el Spartak de Mosc¨², que por entonces dirig¨ªa Konstantin Beskov, m¨ªtico entrenador sovi¨¦tico (dirigi¨® a la URSS en la Eurocopa de 1964, donde perdi¨® el t¨ªtulo ante Espa?a), y contaba en sus filas con jugadores como Rinat Dassaev, el delantero Yuri Gavrilov y el exc¨¦ntrico Cherenkov, capaz de sorprender en cada lance del juego. El encuentro de ida se hab¨ªa jugado en Tiflis y hab¨ªa terminado en empate (0-0). El sue?o de llegar a las semifinales segu¨ªa abierto.
Bajo el arbitraje del italiano Menegalli, abogado para m¨¢s se?as, se presentaron en el Bernab¨¦u madridistas y sovi¨¦ticos en busca de un puesto entre los cuatro mejores equipos de Europa. Los rusos demostraron que no hab¨ªan venido de turismo a la capital espa?ola: su fortaleza en el centro del campo fue contrarrestada por Boskov, t¨¦cnico blanco, con una apuesta arriesgada. Dispuso un 3-4-3 para frenar la maquinaria rusa, por aquel entonces se basaba en un f¨ªsico indesmayable y potencia a raudales. La primera parte fue un continuo bombardeo en las dos ¨¢reas, donde se impusieron Garc¨ªa Rem¨®n (realiz¨® varios paradones formidables para sellar su porter¨ªa) y el ya mencionado Dassaev.
Pero todo cambi¨® en la segunda parte. Boskov sac¨® a Del Bosque, desangelado y superado por Gavrilov, por Isidro. E Isidro, elni?o bonito para algunos y que otros recibieron su entrada un poco esc¨¦pticos, hizo los deberes: en el minuto 70, ?ngel se cuela por la banda izquierda, centra al coraz¨®n del ¨¢rea, ning¨²n jugador toca el bal¨®n e Isidro, suelta un zurdazo seg¨²n le llega el bal¨®n, fuerte, raso y esquinado buscando el poste. El gol derrite el Bernab¨¦u. Dassaev, el gigantesco ruso, ve perforada su porter¨ªa. Siete minutos m¨¢s tarde, de nuevo es ?ngel el que se vuelve a internar por la banda izquierda, vuelve a centrar, y aparecen Santillana y Pineda para rematar. Se anticipa el c¨¢ntabro. El testarazo es repelido por Dassaev, e Isidro vuelve a colocar el bal¨®n en el fondo de las redes con un potente derechazo. Los jugadores se funden en una pi?a. Quedan algo m¨¢s de 15 minutos para el final del encuentro, pero el pase a las semifinales ya est¨¢ m¨¢s que conseguido. Al d¨ªa siguiente, un nombre recorre las bocas de los ni?os que juegan en los recreos de los colegios de Madrid. Esa noche so?amos con ser un d¨ªa San Isidro Goleador¡