MIRAND?S 0 (1) - REAL SOCIEDAD 1 (3)
La final de Copa es Real
El conjunto txuri-urdin regresa a una final de Copa 32 a?os despu¨¦s. Oyarzabal, de penalti, marc¨® el gol visitante. El sue?o del Mirand¨¦s acab¨® en Anduva.
Los Arconada, Zamora y L¨®pez Ufarte de la ¨²ltima Copa del 87, los Bakero, Begiristain y L¨®pez Rekarte de la final perdida en el 88, los miles y miles de ni?os a los que un d¨ªa les dijeron que la Real era grande y nunca pudieron comprobarlo, se reencarnaron en Oyarzabal, Odegaard, Januzaj y Willian Jos¨¦ para llevar a la Real Sociedad a una final de Copa 32 a?os despu¨¦s, una larga traves¨ªa por el desierto que por fin lleg¨® a buen puerto.
Varias generaciones han tenido que pasar d¨¦cadas y d¨¦cadas de verdaderas penurias para volver a ver a su equipo pelear por un t¨ªtulo. El apoyo de una afici¨®n herida no se ha correspondido todo este tiempo con el rendimiento de una Real que volvi¨® a sentirse gigante en Anduva, tan grande como aquella que gan¨® t¨ªtulos en los 80, tan grande como la Real que imaginaron sus hinchas y tantas pocas veces pudieron disfrutar. La mezcla entre canteranos y extranjeros de primer nivel ha llevado al club a la final de La Cartuja, un premio al trabajo oscuro de cantera y de formaci¨®n en torno a una idea clara de juego.
La Real sali¨® a Anduva con el mono de guerra. Imanol opt¨® por Willian Jos¨¦ en vez de Isak en punta para tratar de aguantar balones de espaldas y dominar el ¨¢rea, aunque el Mirand¨¦s no lo concedi¨® esa opci¨®n. El conjunto local jug¨® con la agresividad de siempre en la presi¨®n, pero la falt¨® la autoconfianza de toda esta Copa. No necesit¨® la Real m¨¢s que estar seria en defensa para aguardar su oportunidad. Jug¨® con inteligencia el equipo de Imanol, mucho menos ahogado en la salida de bal¨®n que en el partido de ida en Anoeta. Si hab¨ªa que lanzar en largo, lo hac¨ªa.
Quiso ser inc¨®modo el Mirand¨¦s y movi¨® a Matheus como siempre entre los centrales rivales, aunque en esta ocasi¨®n ten¨ªan bien aprendida la jugada los zagueros txuri-urdines. El encuentro se minimiz¨® a asuntos banales, aunque al mismo tiempo claves. Por ejemplo la subida por la banda derecha de Zald¨²a al borde del descanso. Su centro impact¨® en el brazo de Malsa y supuso un penalti fundamental para la Real, entre otras cosas porque al lanzamiento estaba Oyarzabal. En ese momento en el que a uno le tiemblan las piernas, a ¨¦l se le paraliza el coraz¨®n. Ya marc¨® en la ida con mucha sangre fr¨ªa y repiti¨® en Anduva con una tranquilidad impropia de un futbolista de su edad. ?l no es un capit¨¢n m¨¢s de la Real. ?l es un jugador llamado a marcar una ¨¦poca.
El gol tranquiliz¨® a la Real y le concedi¨® un colch¨®n de dos goles. El Mirand¨¦s not¨® entonces que el trabajo de esta Copa hab¨ªa sido lo suficientemente importante como para conformarse con las semifjnales. Esta vez no hubo rastro del equipo punzante y con las ideas claras capaz de manosear al conjunto de mayor categor¨ªa. Apenas un acercamiento de Matheus meti¨® el miedo en el cuerpo del equipo txuri-urdin, muy serio en la tarea de anular los riesgos.
Imanol movi¨® el banquillo para cerrar un encuentro que le perteneci¨® de principio a fin y que volvi¨® a situar a la Real entre los grandes de nuestro pa¨ªs, aquellos que luchan por t¨ªtulos, esos mismos que miran de frente a las Copas como lo har¨¢ el cuadro txuri-urdin el 18 de abril en la final de La Cartuja. Han tenido que pasar tres d¨¦cadas para volver a la Real entre los mejores. Tiempo suficiente para lloros y lamentos, para cr¨ªticas y decepciones, para contratiempos y desconfianzas. Tiempo, en general, para afianzar un sentimiento por la Real que ahora cobra sentido, situado en la final y con opciones de ganarla. Es la fe a los colores txuri-urdines, los mismos que un d¨ªa, en el fr¨ªo Anduva, alcanzaron un lugar en la final de Copa para alegr¨ªa de sus hinchas. Esos que hab¨ªan quedado en blanco y negro hasta que un nuevo equipo record¨® lo que esta Real: un grande.?Felicidades.