Madrid, campe¨®n ag¨®nico
Zidane contin¨²a invicto en las finales. El equipo blanco conquist¨® la Supercopa en los penaltis tras un partido dur¨ªsimo e igualado. Valverde fue expulsado pero evit¨® un gol de Morata.
Fue una final extrema, con la pr¨®rroga ag¨®nica en la que suelen terminar estas reuniones de vecinos y resuelta en los penaltis. Un broche emocionante y sudoroso a una final sin lentejuelas que coron¨® al Madrid.
Quiz¨¢ estemos asistiendo a un tiempo en que el tiquitaca cambiar¨¢ de manos, pero no lo esperen de inmediato. El Madrid ha hecho de la necesidad virtud (sus muchos ca¨ªdos se concentran en ataque) hasta desembocar, quien sabe si con vocaci¨®n de permanencia, en un equipo multimedia que esta vez no se embols¨® la pelota abrumadoramente. Se esperaba otra cosa visto el once del Madrid, esa formaci¨®n Frankenstein multicentrocampista, y el talante de un Atl¨¦tico m¨¢s preventivo que atrevido, la pizza intravenosa. Pero ni el Madrid fue el torbellino que atropell¨® el Valencia ni el Atl¨¦tico ese grupo acobardado que sobrevivi¨® de milagro en su ¨¢rea ante el Bar?a. Esta vez no hizo falta que Oblak fuese mano de santo.
Simeone alz¨® la l¨ªnea defensiva y le quit¨® al Madrid confort en la salida de pelota. Ello gener¨® un partido de poca actividad y algunas p¨¦rdidas por falta de tensi¨®n en el equipo de Zidane que acercaron al Atl¨¦tico al gol. En especial, un regalo de Ramos a Jo?o F¨¦lix que culmin¨® mal el portugu¨¦s.
El Madrid se inclin¨® de salida a la derecha, la banda que le dio Zidane a Valverde, dispuesto a acudir all¨¢ donde le lleve el partido. Aquella leve acometida no le dio para mucho: los dos disparos lejanos de Casemiro y Modric no obligaron a ning¨²n milagro de Oblak. Tampoco el Atl¨¦tico tuvo claridad en la contra. Aquel era asunto para Jo?o F¨¦lix, que sigue en las tinieblas. Y tampoco encontr¨® a Correa, aunque en uno de sus arrebatos le hizo un penalti tonto Ramos que S¨¢nchez Mart¨ªnez pas¨® por alto. El asunto no lleg¨® a la barra del VAR. Portugu¨¦s y argentino cambiaron sus posiciones en la recta final de la primera mitad por si aquello turbaba al Madrid. No sucedi¨®.
A aquella pelea, que reactivaron los blancos al final de la primera parte con una llegada de Mendy, lateral de asalto, y un cabezazo de Casemiro estuvo ausente Jovic durante mucho tiempo. En la primera mitad particip¨® s¨®lo en diez acciones, menos que ning¨²n otro, y todas fuera del ¨¢rea. En la segunda asom¨® por primera vez desde su llegada al Madrid. Primero en una galopada entre cuatro atl¨¦ticos que estuvo a punto de ganar, despu¨¦s en un remate cruzado que se le fue por un palmo y finalmente en un centro que cabece¨® estrafalariamente Valverde contra su rodilla a puerta vac¨ªa. Esta Supercopa le ha sacado del desv¨¢n y ah¨ª volver¨¢ en cuanto sane Benzema, pero el Madrid espera que al menos sea capaz de atender las urgencias.
La expulsi¨®n de Valverde
La falta de gol hizo m¨¢s atrevidos a Simeone y Zidane. Dio el primer paso el rojiblanco con Vitolo, para ensanchar por encontrar un afluente por la izquierda, y respondi¨® el franc¨¦s con Rodrygo, un segundo punta. Ni uno ni otro mejoraron un duelo que iba a menos, aunque el brasile?o anduvo travieso y comprometido. Pudo marcar en el descuento del tiempo reglamentario. El Madrid cargaba con la pelota sin sacar provecho y el Atl¨¦tico esperaba con poca esperanza, aunque Morata acab¨® encontr¨¢ndose con una enorme oportunidad. Perdi¨® el mano a mano con Courtois, convertido ya en el futbolista m¨¢s importante del Madrid.
Zidane opt¨® por la medida extrema de meter a Mariano, el delantero fantasma, y a Vinicius. El Madrid del 4-3-3 para intentar resolver lo que se les escap¨® a sus cinco centrocampistas. El Atl¨¦tico apuntal¨® su defensa con Savic y Arias y el cansancio llev¨® las mejores ocasiones a las dos ¨¢reas (Mariano, Llorente...) y en aquella locura el Madrid se qued¨® con diez. Valverde par¨® a la tremenda a un Morata que encaraba a Courtois, una acci¨®n reprobable y desesperada pero decisiva. Recibi¨® el MVP. As¨ª que el pleito qued¨® para los penaltis y ah¨ª se mantuvo la leyenda de Zidane, el Cid de las finales.