Messi y la historia de siempre
El argentino decide en el 86' con una gran jugada personal un partidazo en el Wanda Metropolitano. El Atleti tuvo al Bar?a contra las cuerdas.
De pronto el aire lo llenaron los silbidos. Tremendos, alt¨ªsimos. Como si Arda, Ag¨¹ero y Courtois estuvieran, a la vez, sobre la hierba del Metropolitano, concentrados todos en un jugador. El 17 que saltaba con el Bar?a. Antoine Griezmann. Primera vez que volv¨ªa a encontrarse con esa grada que fue suya, a la que abandon¨® un martes con un v¨ªdeo por whatsapp, sin afeitar y alevos¨ªa. Su primer regreso, en una tarde de agua, fr¨ªa y desapacible en la que los pitos fueron y vinieron cada vez que tocaba un bal¨®n. En cuanto ¨¦ste rod¨® Simeone llev¨® los cuchillos del aire sobre la hierba, acongojando al Bar?a.
Sali¨® el Atl¨¦tico a ser protagonista con la presi¨®n, la circulaci¨®n y el bal¨®n. El lateral zurdo del Cholo era Sa¨²l, para frenar a Messi. Los de Valverde, un reconvertido (Sergi Roberto) y otro que no es titular (Junior). Y eso lo hab¨ªa marcado en rojo el Cholo en su pizarra. Todo el juego volcado en la derecha buscando la superioridad en ese duelo. Correa y Trippier a buscarle huecos al lateral zurdo de Valverde, con apoyos de Morata. El Bar?a se pas¨® los primeros 25 minutos sin saber d¨®nde estaba. Pod¨ªa ser Anfield aunque fuese Madrid. Ni Messi se encontraba.
"El centro del campo est¨¢ lleno de aire y tiempo para pensar", escribi¨® una vez Enric Gonz¨¢lez. Y ah¨ª, en la batalla del centro, territorio Rakitic, le hab¨ªa empezado la guerra Simeone a Valverde. Sellando pasillos, ceg¨¢ndole l¨ªneas de pase y con un futbolista imperial, Herrera. C¨®mo robaba, c¨®mo presionaba, c¨®mo distribu¨ªa, c¨®mo estaba en todas partes, tan Gabi, poes¨ªa cholista. La superioridad rojiblanca enseguida se convirti¨® en ocasiones. Fueron cuatro en apenas unos minutos, el Atl¨¦tico viviendo a los pies de Ter Stegen. Cuatro clar¨ªsimas. Pero una vez Morata no lleg¨® a rematar un centro de Hermoso y la pelota se estamp¨® en el palo. Otra Felipe cabece¨® fuera uno de Trippier. Si la cuarta fue un casi de Herrera, en la tercera, se hab¨ªa sacado el pincel Jo?o en un centro para que apareciera Hermoso, solo, en el ¨¢rea, para batir a Ter Stegen pero el portero sac¨® milagroso el pie. Ya sabe Simeone qu¨¦ sienten los rivales cuando se estampan una y otra vez contra Oblak. Volver¨ªa a hacerlo Ter Stegen, ¨¦pico, veinte minutos despu¨¦s, cuando asomaba el descanso, al sacar de pu?os un cabezazo de Morata. En ese momento hac¨ªa ya rato que el partido hab¨ªa cambiado para siempre.
Lo hab¨ªa hecho despu¨¦s de la primera parada de Ter Stegen. De pronto Messi hab¨ªa despertado en medio de un partido y aquello no era Anfield, ni Roma, era el Metropolitano y el Atleti estaba d¨¢ndole un ba?o, a juego con la tromba de agua. El Bar?a comenz¨® a crecer desde el bal¨®n y la posesi¨®n y todo se igual¨®. Oblak imitaba a Ter Stegen ante Rakitic y Messi ya bailaba. El descanso lleg¨® con Piqu¨¦ cabeceando al palo un c¨®rner que dej¨® temblando al Metropolitano. El partido al descanso era como aquellos Atleti-Bar?a en el viejo Calder¨®n. Intenso e impredecible pero sin gol, la carencia que al Atleti este a?o tanto le mata.
Messi, siempre Messi
El partido regres¨® igual tras el reposo. El Bar?a con la pelota y Messi y Su¨¢rez despiertos, amenazando, el Atl¨¦tico sobre los hombros de Herrera. A la hora Simeone sent¨® a Jo?o F¨¦lix y el Metropolitano emiti¨® otros silbidos. Ahora al banquillo, al argentino, no le gustaba el cambio aunque el portugu¨¦s s¨®lo hubiese aportado chispazos. Griezmann, encogido, apenas dej¨® una volea, lejos de aquel que aqu¨ª volaba en capa. Pero se fue un martes con un v¨ªdeo por whatsapp, sin afeitar y alevos¨ªa, y se llev¨® consigo todos los goles. Porque al Atleti no le entran, ni aunque jugara este partido tres vidas seguidas. Tampoco en esta segunda parte en la que tuvo una contra que se fue enredando, con los rojiblancos disparando a donde fuera pero incapaz de agujerear la red. Ni Vitolo ni Lemar mejoraron lo que hab¨ªan sido Jo?o F¨¦lix y Correa sino que, casi, los empeoraron. Y Mateu Lahoz, harto de sacar amarillas, no castigaba a Piqu¨¦ con la segunda amarilla por una entrada sobre Morata que lo pareci¨®.
Un Piqu¨¦ que se fue con dolor en la rodilla por un choque con Vitolo un minuto antes de que la historia de siempre se hiciera carne sobre el Metropolitano. Porque Valverde no s¨®lo tiene a Ter Stegen, tambi¨¦n a Messi. Y, aunque parezca no estar, siempre est¨¢, y con un chispazo le basta. Coger un bal¨®n, internarse en el ¨¢rea, pared, gol. Y toda la esperanza rojiblanca a la lona bajo esa negrura, la terrible falta de gol.