El Atleti se condena a sufrir
Cay¨® en Tur¨ªn y se obliga a tener que ganar al Lokomotiv en la ¨²ltima jornada para pasar a octavos. Marc¨® Dybala, el mejor del partido.
Ah¨ª estaba de vuelta el Atleti, en la guarida del demonio, la Juve de Cristiano, que hace ocho meses se comi¨® al que so?aba con su final en el Wanda pero con otra ambici¨®n: enderezar la Champions que se le empez¨® a torcer en Alemania. Deb¨ªa ganar o empatar en Tur¨ªn para estar en octavos. Perdi¨®, sin embargo, condenado por esa falta de gol que arrastra como pesadas cadenas.
Sali¨® Sarri a quitarle r¨¢pido el envoltorio al partido. Con las sorpresas de Danilo, Bentancur y Dybala por delante de Higua¨ªn para capitanear una l¨ªnea de ruta clara: tratar de atravesar como si fuese plastilina esa armadura con la que Simeone se forr¨® en su regreso a Tur¨ªn, el cuatrivote. Ya en octavos la Juve, la prisa era del Cholo, que sali¨® sin resquicios. Lo m¨¢s peligroso que pas¨® cerca de las ¨¢reas en los primeros viente minutos, m¨¢s all¨¢ de un disparo raso y cruzado de Dybala, fue la jugada en la que Cristiano, por evitar que saliera de banda un bal¨®n, seg¨® el palo del bander¨ªn como si tuviera por botas las manos de Eduardo Manostijeras. Supuso su mayor aportaci¨®n al partido, por cierto.
Se acercaba el Atleti c¨®rner a c¨®rner, movi¨¦ndose por el borde del ¨¢rea de Szczesny, con Lodi y Trippier estir¨¢ndose por las bandas, con brega. Y los minutos pasando, sin sobresaltos. La serenidad de Pjanic al centro le devolvi¨® el bal¨®n a la Juve. Por delante Dybala no dejaba de ped¨ªrselo. Iba, ven¨ªa y se asociaba al primer toque sin dejar de hacer rotos en todo el campo.
Koke, mientras, abroncaba a Thomas por estar mal colocado, Vitolo era como si no estuviera y Hermoso se recompon¨ªa la cintura ante el en¨¦simo regate de Dybala. Bostezaba el f¨²tbol del Atleti a ratos, a juego con la camiseta azul pijama. Pero estaba c¨®modo, apretado en su campo, sin sufrir. Hasta que todas las desgracias se le acumularon en una ¨²nica acci¨®n.
Asomaba el descanso, ya estaba ah¨ª. Un minuto consumido del tiempo a?adido. Err¨® Hermoso, ya desesperado, superado, acelerado, al tratar de frenar a Dybala, ya sin saber c¨®mo, meti¨¦ndole el cuerpo en la esquina de la frontal. Falta. Dybala la pidi¨®. Y Dybala golpe¨® la pelota como hasta ahora hab¨ªa jugado: fabuloso. Con potencia, rosca y los guantes vencidos de Oblak antes de posarse en la red. Los milagros parece que se le han esfumado.
Tras el descanso el Atleti adelant¨® l¨ªneas. Fue despu¨¦s de un disparo de Sa¨²l, que en Tur¨ªn comenz¨® a escucharse s¨®lo un grito entre 40.000 italianos. Atleeeti, esa gasolina que nunca falta. A la hora se fue un buen Herrera para dejar paso a Correa. Siete antes hab¨ªa entrado Jo?o F¨¦lix por Vitolo para jugar donde quiere, detr¨¢s de Morata, y la hierba comenz¨® a llenarse de las chispas que sal¨ªan de su bot¨ªn. En el 63¡¯, el Cholo hab¨ªa hecho todos los cambios buscando plantarle a su equipo colmillos. Sarri contest¨® con Bernardeschi que, nada m¨¢s salir, volvi¨® a desnudar a Hermoso para enviar un bal¨®n a la madera de Oblak. Tembl¨® el Cholo.
Se puso en pie el Juventus Stadium para despedir al mejor de sus hombres, Dybala, mientras Simeone segu¨ªa temblando. Su equipo no terminaba de amenazar de verdad y eso que lo buscaba moviendo de un lado a otro a Sa¨²l (jug¨® en tres posiciones distintas esos minutos, lateral, banda y medio). Pero la Juve cegaba toda ocasi¨®n, suya la tierra del catenaccio. Y al final siempre estaba De Ligt para llevarse el bal¨®n por lo legal o lo criminal: con todo fue sobre Correa para reba?arle uno perfecto de Jo?o F¨¦lix. Sobre la conexi¨®n lusa-argentina rod¨® el Cholo una pel¨ªcula de la mafia en los minutos finales, llenos de disparos a quemarropa. Pero Morata, en la l¨ªnea y con Szczesny vencido, cay¨® con toda su p¨®lvora mojada sin lograr embocar un bal¨®n que era gol en el 94¡¯.
Final. Negaba con la cabeza Simeone, en uno de esos silencios que gritan tan alto. Y mirando el 1-0 de la Juve con cierta nostalgia. Al Lokomotiv debe ganarle en la ¨²ltima jornada. Ya no hay otra.