Riera, el mochilero que no pudo huir del f¨²tbol ni en las ant¨ªpodas
El jugador de Auckland City cuenta c¨®mo el f¨²tbol se cruz¨® en su vidacuando viaj¨® a Nueva Zelanda con la ¨²nica intenci¨®n de conocer mundo y aprender ingl¨¦s.
En 2011 Albert Riera Vidal (Barcelona, 1983) ten¨ªa 27 a?os. Fue entonces cuando decidi¨® que, tras toda una vida en Tercera Divisi¨®n, su carrera como futbolista hab¨ªa acabado. Pidi¨® una excedencia que le permitiera ausentarse de su trabajo como ambulanciero y, junto a dos amigos, emprendi¨® una aventura de la que tan solo pretend¨ªa obtener agradables recuerdos y un correcto nivel de ingl¨¦s. Ocho a?os despu¨¦s acumula 70 partidos en el f¨²tbol profesional de Australia y cuatro Champions de Ocean¨ªa, el paso previo a un Mundial de Clubes de la FIFA que ya ha jugado cuatro veces.
Todo empez¨® gracias a su padre. Una vez fijado en Nueva Zelanda el destino, el progenitor de Riera descubri¨® que hab¨ªa un entrenador catal¨¢n dirigiendo al Auckland. ¡°Mi ¨²ltima intenci¨®n era jugar al f¨²tbol. Estaba harto y ten¨ªa ganas de dejarlo, pero mi padre se puso muy pesado y, solo porque se callara, le envi¨¦ un correo a Ram¨®n (Tribulietx)¡±, recuerda Riera. ¡°?C¨®mo me iba a ir a la otra punta del mundo para hacer lo mismo que en Espa?a? Ten¨ªa claro que no me iba a contestar, pero al cabo de una semana recib¨ª una respuesta¡±, completa.
Riera segu¨ªa sin tenerlo nada claro, pero sigui¨® los consejos de su padre y, poco despu¨¦s de aterrizar en Nueva Zelanda, se vio con Ram¨®n Tribulietx. ¡°Me dijo que estaban buscando jugadores y le expuse mi situaci¨®n. Yo estaba all¨ª para viajar, pero me convenci¨® para quedarme a prueba. Me lo tom¨¦ como una an¨¦cdota y al cabo de los d¨ªas me ofrecieron un contrato hasta final de temporada. Cuatro meses despu¨¦s ya hab¨ªa ganado mi primera Champions¡±, recuerda.
Fue entonces cuando Riera se frot¨® las manos y pronunci¨® eso de ¡°hasta aqu¨ª hemos llegado¡±. Cre¨ªa que, por fin, hab¨ªa llegado el momento de viajar y disfrutar de su excedencia, pero entonces son¨® el tel¨¦fono. Era Ram¨®n. ¡°Me dijo que estaba preparando el equipo para la pr¨®xima temporada y que contaba conmigo. Yo le dije que ten¨ªa que regresar a Espa?a, que acababa mi excedencia y me esperaban en el trabajo. Pero supo convencerme, ¨ªbamos a jugar el Mundial de Clubes y firm¨¦ un a?o que acabaron convirti¨¦ndose en tres¡±.
Lo que lleg¨® despu¨¦s no se lo esperaba nadie. Ni el se?or Riera. Auckland City disput¨® un amistoso de pretemporada frente a Wellington Phoenix, un equipo neozeland¨¦s que compite en la A-League australiana. Tras el partido el entrenador se acerc¨® a Albert y le propuso entrenar con ellos. ¡°Estaba meditando dejar el f¨²tbol definitivamente y pens¨¦ ¡®joder, la historia se repite¡¯¡±, recuerda. ¡°Cre¨ªa que no me iban a coger, pero me pagaban el avi¨®n y la estancia en Wellington. Fui para ver c¨®mo era un equipo profesional por dentro, y al cabo de un d¨ªa me dijeron ¡®esta tarde firmamos el contrato¡¯¡±.
Albert Riera respir¨® profundo antes de aceptar. ¡°Pens¨¦ ¡®venga va, un a?o y lo dejo. As¨ª podr¨¦ decir que he jugado en el f¨²tbol profesional de Australia¡¯¡±. Pero no. El final a¨²n no hab¨ªa llegado. Su temporada fue tan buena que le seleccionaron para disputar el All-Stars de la A-League frente a la Juventus, donde intercambi¨® la camiseta con Pirlo. Tambi¨¦n se gan¨® la renovaci¨®n. ¡°Me ofrecieron tres a?os m¨¢s de contrato y mi relaci¨®n con el f¨²tbol se convirti¨® en un amor-odio. Siempre he intentado dejarlo pero ha acabado llamando a la puerta¡±.
En Australia jug¨® dos temporadas m¨¢s. Durante la ¨²ltima Anthony Hudson, que dirig¨ªa a la selecci¨®n de Nueva Zelanda, le propuso nacionalizarse para defender a los ¡®kiwis¡¯, pero el proceso fue muy lento y finalmente se hizo imposible. En 2016 regres¨® al Auckland y gan¨® su cuarta Champions. Ahora, ocho a?os despu¨¦s de su llegada a las ant¨ªpodas, Riera echa la vista atr¨¢s e imagina qu¨¦ habr¨ªa pasado si hubiera llegado m¨¢s joven a Nueva Zelanda. ¡°Me quedo con los Mundiales de Clubes. La posibilidad de jugar a esos niveles te hace sentir un intruso en el futbol profesional. Pero al final logramos competir bien y dar buena imagen, y de eso gran parte de culpa la tiene Ram¨®n Tribulietx¡± completa un Riera ya afincado en Nueva Zelanda.