Demasiada dureza para Espa?a
La Rojita se puso en ventaja con un soberbio gol de Ceballos, pero termin¨® superada por una Italia que abus¨® de las faltas ante la connivencia del ¨¢rbitro.


Sab¨ªamos que iba a haber batalla, que salir del estadio Renato Dall¡¯Ara con los tres puntos nos obligar¨ªa a dejarnos las u?as. Y as¨ª fue. Lo que doli¨® especialmente es que el extraordinario arranque de partido, con el soberbio gol de Ceballos, no encontrara continuidad y que Espa?a quedara desdibujada ante una Italia que se creci¨® a medida que el ¨¢rbitro no castig¨® su excesiva dureza. El holand¨¦s Gozubuyuk mir¨® para otro lado y la azzurra se dijo, ¡°esta es la m¨ªa¡±. A Espa?a no le queda otra que mirar a Italia y rezar para que pinche en los dos partidos que quedan de primera fase. La Rojita ya no depende de s¨ª misma.
Es esta una Eurocopa en la que la primera curva llegaba nada m¨¢s arrancar el camino. Hablamos de un formato endiablado en el que s¨®lo el primero de cada grupo tiene el pase asegurado a las semifinales (m¨¢s el mejor segundo). Luis de la Fuente apost¨® por un 4-2-3-1 con Zubeldia y Fabi¨¢n como el ancla que deb¨ªa equilibrar a todo el equipo. Se consigui¨® desde el primer bal¨®n en juego. Al poco de comenzar, tras los primeros cinco minutos que se presum¨ªan de agitaci¨®n azzurra, De la Fuente intercambi¨® cromos en las bandas: Oyarzabal se pas¨® de la izquierda a la derecha y Soler sigui¨® el viaje inverso. Y est¨¢bamos en ese baile de posiciones cuando surgieron la magia y Ceballos, que son todo en uno, y su tremendo derechazo a la escuadra de Alex Meret. Una aut¨¦ntica pintura en una ciudad, Bolonia, en la que el arte escapa incluso de las alcantarillas. El guardameta del N¨¢poles no pudo hacer otra cosa que recoger el bal¨®n de las redes y animar a sus compa?eros: "Dai, dai". Pero esa llamada a la reacci¨®n fue malinterpretada por Calabresi, quien entendi¨® que la mejor manera de frenar a Espa?a era frenar a Ceballos y opt¨® por un patad¨®n que le vali¨® la amarilla (m¨¢s bien naranja) y que dej¨® maltrecho al de Utrera.
Ese tanto dio paso a los mejores momentos de Espa?a. Italia, mientras, padec¨ªa en el centro del campo y se mostraba impotente en ataque, donde todo su patrimonio quedaba reducido a las galopadas de Moise Kean.
Chiesa lidera la reacci¨®n italiana
Sin embargo, la Rojita fue sucumbiendo a la dureza de Italia, tambi¨¦n al mayor ritmo f¨ªsico de los locales, cuyo veneno aument¨® a medida que abr¨ªan el campo y buscaban las bandas. En uno de esos ataques, el bal¨®n le lleg¨® a Federico Chiesa, quien lo pinch¨® (de casta le viene al galgo, hijo del Enrico que despunt¨® en los a?os 90), cambi¨® de ritmo y marc¨® en lo que se presum¨ªa un simple centro y se convirti¨® en un disparo que Unai Sim¨®n no supo leer.
Banderas tricolores al viento y reacci¨®n en serio de los de Luigi Di Biagio, quienes fueron due?os del ¨²ltimo tercio de la primera parte, en la que el bal¨®n le fue esquivo a Espa?a. Mayoral era una isla y Fabi¨¢n no manejaba el barco. Para colmo, Ceballos se contagi¨® y empez¨® a hacer eso que le sobra en m¨¢s de una ocasi¨®n. El madridista debe aprender a no jugar igual si la sart¨¦n quema que si no lo hace. Me explico: hay zonas en que se admite el ca?o y el requiebro y otras en las que el f¨²tbol aconseja soltar el bal¨®n a la primera.
La reanudaci¨®n lleg¨® con otro zarpazo italiano, y este literal: una falta de Mandragora a Ceballos que le vali¨® la amarilla. Apenas un aperitivo del juego brusco que vendr¨ªa despu¨¦s. En medio de esas tarascadas lleg¨® la puntilla italiana, el segundo gol (de nuevo Chiesa) y el colmo de colmos, la propina del VAR con el penalti que supuso el 3-1. Demasiado dolor. F¨ªsico y mental.