"La UD Las Palmas es un s¨ªmbolo, como el Roque Nublo"
La Uni¨®n Deportiva cumplir¨¢ 70 a?os dentro de tres meses. En clave aniversario, AS junt¨® a Segundo Almeida, nadie con m¨¢s partidos narrados del equipo a sus espaldas, y a N¨¦stor Doreste, su socio vivo de m¨¢s edad. A su manera, ambos son leyendas del club insular.
Comparecen exquisitamente puntuales a la cita, sonrisa rec¨ªproca en una bochornosa tarde de mayo. Cualquiera dir¨ªa que se acaban de conocer. ¡°Se me ilumina el alma saludando a un referente para m¨ª¡±, suelta N¨¦stor Doreste, el socio vivo de m¨¢s edad de la UD, mientras estrecha la mano de Segundo Almeida, con m¨¢s partidos de Las Palmas que nadie, leyenda de la radio insular. ¡°Amigos as¨ª tr¨¢emelos todos los d¨ªas¡±, le espeta jocoso el periodista. Toca ponerse a grabar. Llega el momento de dejarse llevar y fluir.
Octogenarios llenos de ganas, se disponen a charlar, en el invierno de una vida plena, de esa pasi¨®n com¨²n: la Uni¨®n Deportiva Las Palmas. La entidad cumple 70 a?os dentro de tres meses, el 22 de agosto. De momento, no est¨¢n invitados a la fiesta pese a que acumulan tantos m¨¦ritos como los que m¨¢s. ¡°Conmigo no han contactado, desde luego¡±, sostiene Doreste. ¡°Conmigo tampoco, pero creo que todav¨ªa hay tiempo¡±, comenta Almeida resignado. ¡°La dimensi¨®n de Las Palmas es incalculable. Ahora viene un aniversario y hay que darle el auge mayor posible. El relieve tiene que trascender nuestras fronteras¡±, insiste. Ni que fueran ellos los protagonistas de calz¨®n corto, el encuentro se desarrolla como ese tiki taka acunado en playas y campos de f¨²tbol grancanarios que tanto anhelan.
¡°M¨¢ndese a mudar¡±. Todav¨ªa en las trincheras de la radio deportiva por aquel entonces (se jubil¨® en 2003), Segundo Almeida se detiene en 1999. ¡°En el 50? cumplea?os me hicieron una aut¨¦ntica ¡®perrer¨ªa¡¯ por cuestiones de celos o envidias. No tuve ninguna actividad¡±, recuerda el veterano periodista, en ning¨²n caso precavido a la hora de dar nombre y apellido: ¡°Sabino L¨®pez hizo que no interviniera en nada y, sin embargo, trajeron de la Pen¨ªnsula a personas a dar conferencias que en absoluto sab¨ªan lo que yo. Despu¨¦s me vengu¨¦¡±. ¡°Sabino ten¨ªa un car¨¢cter complicado¡±, dice Doreste antes de que Segundo, p¨ªcara sonrisa, recuerde su melodiosa r¨¦plica: ¡°Le pon¨ªa un disco cuando radiaba los partidos que le hizo pupa. La canci¨®n esa de ¡°m¨¢ndese a mudar¡±, de Braulio. Era llamarle ¡®godo¡¯ en todos los partidos. Le fastidi¨® mucho¡±.
N¨¦stor se cree destinado a no ser part¨ªcipe de una efem¨¦ride que siente como propia. Su padre era tesorero del Marino, uno de los cinco clubes fundadores de Las Palmas, y ¨¦l es socio de la UD desde junio de 1950. As¨ª, desde el primer minuto fue testigo directo de ¡°un hecho hist¨®rico en el f¨²tbol mundial¡±. Se estaba gestando ¡°un s¨ªmbolo¡± de la isla de Gran Canaria: ¡°Es un s¨ªmbolo de la identidad grancanaria por la forma en la que se constituy¨® el club. Como lo es el Roque Nublo, por ejemplo. Cinco aficiones rivales se unieron en una prueba de amor impresionante, algo que no tiene ning¨²n equipo. Ese es el hecho m¨¢s importante¡±, insiste.
Ni que permanecieran conectados en su oc¨¦ano de recuerdos, mayores ambos que la propia Uni¨®n Deportiva, Segundo Almeida y N¨¦stor Doreste se detienen al un¨ªsono en un hist¨®rico partido contra el M¨¢laga en 1951. ¡°Ganamos 4-1¡±, se lanza Almeida. Doreste no se queda atr¨¢s: ¡°Aquel d¨ªa, en un Estadio Insular todav¨ªa con campo de tierra, se consigui¨® el primer ascenso a Primera. Eso fue abrir las puertas del mundo a la UD Las Palmas¡±. ¡°El c¨¦sped se inaugur¨® con el primer partido aqu¨ª con el Real Madrid en Primera Divisi¨®n, que perdimos 1-4. Un gol lo marc¨® Molowny¡±, completa N¨¦stor. Y proclama Segundo: ¡°?Por qu¨¦ no hacen revivir esos recuerdos? Ahora tenemos una efem¨¦ride estupenda para lanzar el nombre de la UD lo m¨¢s lejos posible¡±.
Ant¨ªpodas. Ni rastro queda del car¨¢cter social que tuvo la fundaci¨®n de Las Palmas, uniendo a tantas personas de distinto pelaje y condici¨®n. Tiempos pret¨¦ritos mejores que este duro presente. ¡°Es primordial buscar la uni¨®n de y con los aficionados¡±, tercia Segundo, quien tiene claro qui¨¦n debe dar el primer paso: ¡°Ram¨ªrez tiene que apechugar, tirar del carro este. Tiene que buscar la uni¨®n de los aficionados, que el estadio vuelva a llenarse. Pese a que le protestan, alguien tiene que hacerlo. ?l est¨¢ ah¨ª dentro. Que empiece, que para eso es el due?o. Que pida la opini¨®n de los aficionados¡±. N¨¦stor pide paso. El mensaje es claro y su interlocutor asiente. ¡°Usamos mal la palabra due?o. Due?a es la afici¨®n. M?R es el due?o de las acciones, un papel que se firma y que ma?ana pueden ser de otra persona. Pero el due?o del equipo es la afici¨®n¡±.
Llega la hora de despedirse cuando, de repente, un silencio c¨®mplice domina la escena. De fondo, el bullicio de una ruidosa calle, lejana como parece al segundo piso en el que estamos. La luz del sol, cada vez m¨¢s tenue, anuncia el ocaso. Suena el himno de Las Palmas, que brota estruendoso del m¨®vil de Segundo. Sus miradas se cruzan. Sonr¨ªen. Pura emoci¨®n. Hay im¨¢genes que valen m¨¢s que mil palabras.
¡°Hay cosas que no se pueden tocar¡±
¡°Las Palmas ha trasladado el amarillo por los cinco continentes. Era conocida como el ¡°equipo amarillo. Ahora este se?or (Ram¨ªrez), porque es aficionado a la legi¨®n, lo viste de verde. Ya no es el equipo amarillo¡±, dice Doreste. Tercia Almeida: ¡°El verde, que detesto, no lo veremos m¨¢s. El a?o que viene, al cambiar la firma, cambiar¨¢ el color¡±. Para el primero algo es evidente: ¡°No se puede jugar con los colores, la bandera o el himno. Hay unos s¨ªmbolos que no se pueden cambiar¡±.