MICHAEL ROBINSON | FALLECI? JUAN CUETO
"Estar con Juan Cueto era comprar un billete para volar"
Juan Cueto, uno de los m¨¢s importantes comunicadores y escritores del Siglo XX, muri¨® ayer en Madrid. Michael Robinson, fichado por Alfredo Rela?o para el Canal + que dirig¨ªa Cueto, recuerda la importancia de su figura en el desarrollo de una televisi¨®n moderna en Espa?a.
Nos ha dejado Juan Cueto.
Estoy sorprendido, triste¡ Juan Cueto supone much¨ªsimo para m¨ª. Un hombre absolutamente brillante, muy entusiasta. El cl¨¢sico hombre que ten¨ªa un sue?o y lo persegu¨ªa, y los hac¨ªa realidad. Nos invit¨® a todos a viajar con su mente.
?Habla de los primeros tiempos de Canal +?
Entonces, ¨¦l no ve¨ªa nada imposible. Le gustaba cualquier cosa que fuera diferente. Y fue muy bonito para m¨ª cuando empezaba en Canal + que todas las locuras que se me pasaban por la cabeza le parecieran bien. Fue muy bonito trabajar con Alfredo Rela?o y ¨¦l porque me hicieron pensar que todo era posible. Juan era el jefe de Rela?o y Rela?o el m¨ªo, pero nos junt¨¢bamos mucho. Y su locura era contagiosa. A veces, cuando estaba hablando de algo, no terminaba la frase. Porque ese pensamiento que hab¨ªa tenido le daba pie a otro, e iba saltando de unas ideas a otras. Y hablaba muy deprisa, muy emocionado. ?l pensaba que todo era maravilloso.
Tiempos excitantes¡
Y ten¨ªa sumo buen gusto. Un gusto tremendamente bueno. Era una persona divertida y entretenida. Un superprofesional en mi opini¨®n.
?Recuerda c¨®mo le conoci¨®?
Rela?o me fich¨® para la tele y luego me present¨® a Juan. Y entend¨ª que con ellos todo ser¨ªa diferente, porque Juan pensaba que lo que era diferente, tambi¨¦n era bueno. Antes de empezar El D¨ªa Despu¨¦s, justo antes, me dec¨ªa: "Quiero gags, quiero gags, disfruta¡ ?Te sientes bien?". Yo le dije que ten¨ªa algo de miedo. "?Pero, por qu¨¦?". Le expliqu¨¦ que sab¨ªa cien palabras en castellano y que 90 eran tacos. Y ¨¦l me dijo: "Con la locura que es este programa ese es el menor de nuestros problemas".
?C¨®mo de importante fue Juan Cueto para la manera de hacer televisi¨®n que ahora conocemos?
Mucho. Antes de fichar para Canal + yo era el delegado para Eurosport en toda Europa menos en el Reino Unido. Y est¨¢bamos hablando del fen¨®meno de la televisi¨®n de pago. Y yo daba un ejemplo de un parque en la que hab¨ªa una cola de mil personas para entrar a ver c¨®mo dos cisnes hac¨ªan el amor en un estanque. Y dec¨ªa que lo que hab¨ªa que hacer era cerrar el parque y, en el momento del orgasmo, ponerlo a c¨¢mara lenta. Y que hab¨ªa que visualizar d¨®nde estaban las colas.
?Y?
Con el tiempo ¨¦l me dijo que recordaba aquel momento. Y a?ad¨ªa: "?D¨®nde hay colas en Espa?a? En los toros, el f¨²tbol y el cine. Y adem¨¢s, si a?adimos porno por las noches, cubrimos todas las necesidades".
Un visionario.
Y un hombre exquisito con el look y la imagen de nuestra televisi¨®n. ?l entend¨ªa que en esa Espa?a aspiracional, Canal + pod¨ªa ser un art¨ªculo de lujo. Y era importante el entusiasmo con el que hablaba.
?A qu¨¦ se refiere?
Era muy angl¨®filo y sol¨ªa decir que ¨¦l era originario del sur de Inglaterra, porque consideraba a Asturias sur de Inglaterra. Tuve el gran honor de que Juan escribiera el pr¨®logo del primer libro que escrib¨ª, 'Las Cosas de Robin'. Y me honr¨® en decir que yo era un miembro m¨¢s de esos anglosajones hispanistas, con mi visi¨®n de Espa?a que tanto le gust¨®. A ¨¦l le encantaba c¨®mo yo ve¨ªa a Espa?a, y cuando un hombre de la intelectualidad de Juan te hac¨ªa caso o te abrazaba, te hac¨ªa sentir importante. Era muy reconfortable.
?Estaba ¨¦l muy abierto a Europa?
Juan ten¨ªa sus momentos de ser ermita?o. Y otros en los que era tremendamente efervescente. Pero de vez en cuando necesitaba su casa para retomar el contacto con lo esencial mientras su mente viajaba por el mundo. Recuerdo que una vez, casualmente hab¨ªa caducado mi contrato, y yo quer¨ªa hablar con ¨¦l en Gran V¨ªa 32 y hab¨ªa volado desde Inglaterra para verle un jueves. Iba y ven¨ªa en el d¨ªa. Necesitaba hablar con ¨¦l. Llegu¨¦ y Juan estaba encerrado en su despacho. Y hab¨ªa cola para verle. Yo era el tercero, despu¨¦s de P¨ªo Cabanillas, que acab¨® siendo portavoz de Aznar, y del abogado del Plus. "Dejadme primero, he cogido un vuelo¡". Pues Juan abri¨® la puerta un poco para ver si estaba despejado para salir y yo aprovech¨¦ y puse el pie en la puerta. ?Juan! ?l iba con un malet¨ªn en la mano: "Me tengo que ir a Francia". Juan, necesito saber si me vas a renovar o no¡ En el Plus se estaba estrenando Parque Jur¨¢sico y ten¨ªa unos mu?ecos hinchables de dinosaurios en su despacho. "?Me voy a Par¨ªs corriendo!". Y agarr¨® uno de esos mu?ecos y grit¨®: "?Voy a hacer una declaraci¨®n de amor, me caso con Robinson!". Y me bes¨® en los labios, me dio el mu?eco y se fue. Al volver a Londres mi mujer me pregunt¨®: "?Has firmado?". Yo le contest¨¦: "No, pero tenemos este mu?eco¡". (risas).
?Lleg¨® a estar en su casa de Asturias?
No, no¡ Pero estuve varias veces en el Parador del Molin¨®n. No disfrut¨¦ de la intimidad de su casa, pero me sent¨ª bastante privilegiado de estar en la intimidad de su mente.
?Era futbolero?
Le gustaba como espect¨¢culo y fen¨®meno de masas. Y le gustaba particularmente, en El D¨ªa Despu¨¦s, no tanto los res¨²menes de los goles sino los cuentos que cont¨¢bamos. Porque en el buen sentido de la palabra, ¨¦l era un cuentista. Nos cont¨® la historia de todo ese nuevo mundo medi¨¢tico y televisivo como si estuviera hablando con un vecino de la campi?a de Asturias, de todos sus proyectos, y nos encant¨®. Contaba sus proyectos para Canal + con la elocuencia de un nervioso cuentacuentos. Y nos enamoramos de ¨¦l y de sus proyectos. Era un hombre absolutamente singular.
Entiendo¡
Estoy seguro de que si en vez de hacer lo que hac¨ªa hubiera querido ser entrenador de un superequipo de f¨²tbol lo habr¨ªa hecho a la perfecci¨®n. Porque, al margen de las t¨¢cticas, crear el estado an¨ªmico que sea ¨®ptimo y ser un buen m¨¢nager lo llevaba de serie. Juan ten¨ªa conmigo momentos en que me hac¨ªa sentir importante cuando yo ni hablaba el idioma. ?l y Alfredo contaban conmigo. Y me hicieron sentir elocuente con un castellano de cien palabras.
?De qu¨¦ le gustaba hablar?
A ¨¦l le encantaba el glamour, el entretenimiento, que en nuestra pantalla estuvieran las pel¨ªculas de Hollywood y los cortometrajes en blanco y negro de tres minutos de un checo de nombre impronunciable. ?l intent¨® dar a Espa?a una imagen mucho m¨¢s global y m¨¢s all¨¢ de nuestra cotidianidad. Estar con ¨¦l era como comprar un billete para volar. Y cada conversaci¨®n con ¨¦l era eso, algo fant¨¢stico y maravilloso.
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