Es la hora de Griezmann
El jugador del Atl¨¦tico, con un gol y una asistencia, llev¨® a semifinales a una Francia con m¨¢s eficacia que glamour. La baja de Cavani dej¨® indefensa a Uruguay.
Sin sacarse todo el brillo posible, puede ser el Mundial de Francia, el grupo m¨¢s vigoroso del torneo reforzado por los dos delanteros del momento: Mbapp¨¦ y Griezmann. Esta vez, especialmente el atl¨¦tico, cuya jerarqu¨ªa se ha multiplicado en el equipo. Francia tiene m¨¢s que Uruguay y supo ponerlo sobre la mesa, con m¨¢s inteligencia que espectacularidad. Tuvo paciencia antes y despu¨¦s del primer gol y supo manejar un partido de juego posicional, que no es precisamente su especialidad. Uruguay se vio desarmada por la baja de Cavani y por el esfuerzo extremo de haber llegado hasta aqu¨ª con muchos kil¨®metros y poco banquillo.
Uruguay es un c¨®lico nefr¨ªtico, una selecci¨®n que vive el maracanazo perpetuo de haber llegado al f¨²tbol antes que nadie con una poblaci¨®n de s¨®lo tres millones de habitantes. Una selecci¨®n que se cuelga cuatro estrellas, dos ol¨ªmpicas, para proclamar que ya era mundial antes del primer Mundial. Y disolver un orgullo de ese tama?o resulta fatigoso incluso para Mbapp¨¦, hasta ahora el futbolista menos defendible del torneo.
Fue la pana contra la seda, pleito resuelto en una jugada de estrategia, en un lance de derbi capital: Griezmann bot¨® una falta desde la derecha y Varane, anticip¨¢ndose a Stuani, la pein¨® a la red. El Atleti prepara y el Madrid dispara. Cuatro minutos despu¨¦s se replic¨® el lance en el ¨¢rea contraria y Lloris lleg¨® donde no pudo hacerlo Muslera en un remate de Mart¨ªn C¨¢ceres. Tampoco acert¨® God¨ªn en segunda instancia. Hasta entonces resist¨ªa el cholismo celeste desde su inferioridad, agudizada por la ausencia de Cavani, una de las otras dos muletas que sujetan a Tab¨¢rez en el campo.
Qued¨® la sensaci¨®n, repetida en el torneo, de que Francia jug¨® por debajo de sus capacidades y Uruguay, notablemente por encima. La celeste representa el f¨²tbol cl¨¢sico, el sudor y la furia. Francia simboliza la ciencia y la modernidad, repleta de jugadores fibrosos, resistentes, y armada hasta los dientes con Mbapp¨¦ y Griezmann, ambos en el top cinco de jugadores mundiales. Pero en el campo no luce tanto esa materia prima, que no le da demasiada profundidad al juego, que apenas se apoya en Giroud, ignorado muy a menudo en su papel de hombre boya, que convierte en espor¨¢dico el talento de sus figuras. Hay m¨¢s glamour en su alineaci¨®n que en su juego, pero es apreciablemente mejor que Uruguay.
El escueto resumen de ese farragoso dominio franc¨¦s en la primera mitad fue un cabezazo suave y desacompasado de Mbapp¨¦ y el gol de Varane. Menos hizo arriba Uruguay, que no aspir¨® m¨¢s que a ser silex y a negarle a Francia su h¨¢bitat natural, el juego al espacio. Ah¨ª no tiene rival.
Con todo, la selecci¨®n de Tab¨¢rez disimul¨® bien que es equipo de otra talla gracias a su alto sentido del deber, lo que le ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª, hasta que Muslera le dio el tiro de gracia. Segundos despu¨¦s de que Tab¨¢rez urdiera un volantazo con Cebolla Rodr¨ªguez y Maxi G¨®mez, el meta blande¨® de manos en un disparo sencillo al centro de la porter¨ªa de Griezmann, el medio uruguayo por contagio.
Ese gol, m¨¢s el paso de los minutos, que sac¨® a la superficie la superioridad atl¨¦tica de Francia, ech¨® la persiana al partido. Fueron los minutos de Kant¨¦ y Pogba, cuyo esfuerzo aminor¨® el del resto camino de las semifinales. Y se despidi¨® Uruguay, que volvi¨® a salir de un gran torneo empapado en sudor honrando a su himno: ¡°Sabremos cumplir¡±. Cumplieron.