Gracias por tanto, Ni?o
Fernando Torres se despidi車 del Atleti con un Wanda entregado. El 赤dolo respondi車 con un doblete que sirvi車 para empatar en su adi車s.
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Nora, Leo, Elsa, esto es para vosotros. Para que ma?ana entend芍is eso que ven vuestros ojos, por si acaso, por si hoy a迆n sois demasiado peque?os para guardarlo. Toda esa emoci車n que llena el aire y encoge un estadio a la vez.
Este momento, el tifo de cartulinas blancas, rojas y azules, con ese 9 al aire y una leyenda que suena infinita, de Ni?o a leyenda se lee, y una sonrisa llena la cara de ese hombre al que todos envuelven en un grito. El Lololololo. Muchos no pueden evitar llorar mientras lo hacen. Llorar callado, llorar de nostalgia porque algo se va y se termina, porque esta vez no habr芍 vuelta, porque lo hoy s赤 ser芍 definitivo.
Hoy es 20 de mayo, tarde nubosa en Madrid. El 芍rbitro pita, el bal車n rueda, el hombre todo pecas est芍 ah赤, delante, sobre la hierba, la C de capit芍n al brazo, como tantas otras veces, hoy se la cede Gabi tambi谷n titular. El hombre mira el bal車n pero a menudo los ojos se le escapan. A la grada, a la cubierta, al Fondo Sur, como si hiciera fotos, como si guardara todo. Este Atleti-Eibar no s車lo es el 迆ltimo de la temporada, tambi谷n es su 迆ltimo con esta camiseta, la rojiblanca. Y como le duele, y cu芍nto le cuesta. Hace mucho que eligi車 al Atleti no como equipo sino como forma de vida.
Lolololo. Eso se escucha ahora. Lolololo. Fernaaaando Torres, lolololo. Alt赤simo.
El Lololololo llena el aire. Ninguno de los dos equipos se jugaba nada sobre la hierba, pero cuando un bal車n rueda todos quieren ganar. El Eibar, que hizo pasillo al Atleti campe車n, viaj車 a Madrid con la ambici車n de dejar su nombre en el adi車s de Torres. Tard車 m芍s en entrar en el juego, mientras Simeone, nada m芍s comenzar, ya ped赤a premura a los recogepelotas: nada sabe de tr芍mites. La despedida de Torres tambi谷n estaba en el c谷sped. Todos los balones le buscaban. Si el Eibar se acercaba al 芍rea de Oblak pero sin remates claros, las ocasiones del Atleti llevaban el apellido de Torres, ayer pareja con Correa. Dos ocasiones tuvo antes de que el Eibar, en efecto, se colara su despedida. Una la cruz車 demasiado y otra se fue ajustada al palo, por poco. Entonces, en una contra, Kike Garc赤a bati車 a Oblak tras recibir un pase en el interior de 芍rea de Jord芍n. Torres lo igualar赤a antes del descanso, c車mo no. Gabi lanz車 una contra, Correa centr車 y El Ni?o le puso el final el primero de sus goles.
Suena el Lolololo y no se para, no se detiene. Muchos de los que lo cantan romper赤an el reloj. Hoy lo parar赤an. Aqu赤 y ahora. Con ese hombre vestido de rojiblanca ah赤, 9 a la espalda, sobre el c谷sped, de rodillas frente al bander赤n, bajo esa pi?a de jugadores que se abrazan a los pies del Fondo Norte. Hoy todav赤a est芍, ma?ana ya no. Ya no lo har芍. Estar, seguir. Y c車mo emociona en esta tarde seguir aplaudiendo sus goles. Nadie le quiere decir adi車s. Nadie puede. Nadie imagino que un d赤a tendr赤a que hacerlo, que ese hombre se iba a terminar. Hoy podr赤a ser todav赤a 2001, Calder車n y no Metropolitano. Ese cr赤o delgaducho, todo piernas y pecas que es de los 迆ltimos en irse al t迆nel. Le quedan 45 minutos, s車lo.
El descanso se llena de ayeres. De conversaciones entre compa?eros de asientos. Tantos recuerdos. Porque ese hombre que hoy se va siempre ser芍 m芍s que un futbolista. Es el recuerdo de una edad que no volver芍, de un tiempo. El de la tele sin Netflix y la vida sin Likes. El gol del Albacete y la foto del ni?o al que la camiseta le quedaba grande y el Calder車n perfecto. Y aquella volea al Betis, los partidos al Bar?a o el hacerse del Liverpool, y del Chelsea, el Mil芍n a tanta distancia. Tambi谷n la bandera del Atleti anudada al autob迆s de Espa?a cuando aquella Eurocopa, cuando el Mundial. Y la luz en sus piernas en la oscuridad de Segunda. Su coraz車n siempre ha sido un escudo. Su zancada centella. Esa misma que esta tarde vuelve a aparecer sobre la hierba. Cuando el partido vuelve del descanso. El Eibar mostraba todas sus cartas, domin車 sus primeros minutos. Con presi車n alta, sin dejarle al Atleti salir de su campo, apretando a Oblak. El Atleti sufre. Y si el Atleti sufre, Torres, c車mo no, se lo echa a la espalda.
Su doblete lleg車 con una de esas jugadas que tanto le definen. Recibe de Costa, se escora en el 芍rea y pica el bal車n. ?ste toca la red y Torres corre al lugar del que sali車, el Fondo Sur, para abrazarse, para celebrarlo con aquellos que son 谷l mismo, ese chico que so?aba con Kiko y una noche en Neptuno. La grada baja como una ola. Cuando el hombre de las pecas vuelve al campo el 芍rbitro le muestra tarjeta. Nunca una amarilla emocion車 tanto, nunca se aplaudi車 as赤.
Otra tarjeta cambiar赤a los planes del Cholo. A Lucas, porque le den un golpe y le hagan una brecha. Quiz芍 fuera que el 芍rbitro tambi谷n quer赤a dejar su nombre en la despedida de Torres. Simeone se quedaba con uno menos. Ya hab赤an salido Costa y Griezmann, al que recibi車 alg迆n pito, para el que God赤n pidi車 c芍nticos, aplausos, saldr赤a Gim谷nez para tapar atr芍s. Pero el Eibar seguir赤a plantando cara y Ruben Pe?a lo subir赤a al marcador, con un zapatazo imparable mientras el reloj segu赤a descont芍ndole minutos a la 迆ltima tarde con Torres. S車lo lo par車 Dmitrovic, que qued車 tendido en el suelo por un pisot車n de Costa. El juego se reanuda fren谷tico en el 80*, diez minutos quedaban y el bal車n que segu赤a disputado sobre la hierba. Los homenajes para luego, el f迆tbol ahora. Y Torres quer赤a ganar. No dej車 de pelear esa pelota como si en efecto hoy fuera 2011, el Metropolitano el Calder車n, y 谷l ese chiquillo delgaducho con tanta historia que hacer por delante.?
El mismo que ahora, que hoy, lleva tantos recuerdos anudados alrededor de sus piernas como tatuajes en los brazos cuando se acaban los cinco minutos de descuento, tan largos, tan cortos, y se queda en el centro del campo cuando el 芍rbitro pita el final, con ellos en alto, los ojos en agua. Todos le buscan, todos le abrazan, como esa voz que sale de la grada. Le llaman Torres, le dicen Ni?o. Envuelto en ese Lolololo que explica qu谷 ha hecho para merecer esto, que da las gracias por tanto. Tanto como lo que se lleva en su adi車s, de todos nosotros. No hay palabras. Quiz芍 s車lo esa valga. El Lolololo que ya llora, que ya a?ora.
Porque hay Ni?os que nunca deber赤an hacerse mayores. Como ese al que vosotros llam芍is pap芍.
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