Iniesta, no te vayas
Dirigi車 al mejor Bar?a del a?o, marc車 un gol y sali車 ovacionado por la afici車n de Sevilla. Su芍rez, Messi, Coutinho y Busquets, los otros pilares de la paliza.

Se marcha Iniesta y ser赤a razonable que durante un tiempo Tebas permitiera que ondeara a media asta la bandera de LaLiga. Con 谷l se van una era y parte de un estilo. De juego y de vida. Por su f迆tbol sencillo, infalible, casi musical, empez車 y acab車 el Barcelona una final sin equilibrio, muy alejada de las previsiones, y que en media hora andaba lista de papeles. El partido de Iniesta, en realidad, no cerr車 una etapa, sino que abri車 un debate. ?De verdad puede el Bar?a permitir la salida de un jugador as赤, a迆n en buen uso? Se presume un luto largo. Al menos una decena de veces al a?o ser芍 repatriado por Lopetegui. Merecer芍 la pena traerlo desde China, y desde Marte si es preciso.
Al otro lado, lleno de privaciones, qued車 el Sevilla, que s車lo recorri車 un corto trayecto: fue del suicidio al desastre a la velocidad del sonido. El Bar?a lo hizo pedazos con precisi車n quir迆rgica desde el mismo momento en que qued車 silenciada la grillera del Himno, m芍s llevadera, por cierto, que en anteriores ocasiones.
Al Bar?a le duele Roma. Le doler芍 con su doblete. Le doler芍 todo? lo eternamente que el f迆tbol lo permita. Pero su temporada, aritm谷ticamente, esta siendo impecable. En el Wanda tambi谷n lo fue futbol赤sticamente. Valverde, al que de ma?ana ya le hab赤an ense?ado la guillotina en el quiosco, fue el primer ganador del t赤tulo. Se quit車 de en medio a Banega, el 迆nico corredor por el que pod赤a escapar el Sevilla, con una presi車n despiadada y acert車 en la instrucci車n del juego en largo ante la adelantada zaga andaluza. El plan de Montella era defender en pocos metros, meter al Bar?a en un desfiladero que le llevara a un dominio impostor y al descuido. Acab車 resultando una majader赤a. La estrategia le abri車 el t赤tulo de par en par al Bar?a.
El Sevilla se vio atrapado, incapaz de ligar tres pases, hipotecado sin el bal車n y a merced de esa biodiversidad ofensiva del Bar?a: la profundidad de Coutinho, la batuta de Busquets, la magia de Messi e Iniesta, el martillo pil車n de Su芍rez... El primer gol lleg車 en un pelotazo largo de Cillessen, en papel de primer atacante, que desnud車 a la defensa del Sevilla. Coutinho arranc車 de campo propio, David Soria no se atrevi車 a salir y el brasile?o lleg車 hasta el 芍rea peque?a para regalarle el gol a puerta vac赤a a Su芍rez. El Sevilla hab赤a salido de casa sin cerrar la puerta.
Ni para ese tanto ni para lo sucedido anteriormente hab赤a necesitado a Messi, reclamado 迆nicamente para lanzar una falta que le sac車 el meta del Sevilla de la escuadra. Le hab赤an bastado Iniesta, instructor de una generaci車n de centrocampistas, y una voluntad coral por ganar. El arrebato del Sevilla se qued車 en el himno. No hubo adversario que desbravar. S車lo Navas intent車 abrir una v赤a de esperanza por su banda. Un centro suyo no encontr車 remate y otro lo cabece車 V芍zquez a las manos de Cillessen.
La paliza
Lo que vino despu谷s fue una carnicer赤a. Abriendo las bandas, encontrando los espacios, desplegando su ballet, un Bar?a a revientacalderas reivindic車 su verdadero nivel. De una pared Iniesta-Alba, con taconazo del lateral, lleg車 el 2-0 de Messi. Y de otra combinaci車n entre el argentino y Su芍rez, el 3-0. Al Sevilla s車lo le cab赤a alegar indefensi車n. El uruguayo, que en cada partido colecciona media docena de acciones susceptibles de acabar ante un tribunal, templ車 su embestida y practic車 la autopsia del Sevilla antes de llegar al descanso.
Despu谷s ya s車lo quedaba alargar la fiesta cul谷. El cuarto gol fue un estruendo, una de esas jugadas que dan para la apoteosis. Enlazaron Su芍rez, Iniesta y Messi y el albacete?o sent車 a David Soria con un amago y se abri車 la puerta grande con su gol, 迆nica asignatura de notable en una carrera llena de matr赤culas de honor. A Sandro, presunto socorrista del Sevilla, lo sac車 Montella para hacer pasillo al Bar?a.
Alcanzada la manita, el Sevilla se vio en una situaci車n realmente ins車lita: llev車 a 21.000 so?adores al Wanda y una minor赤a hasta se atrevi車 a susurrar la dimisi車n de la junta. Un mal pronto para una buena temporada que debe salvar llegando a Europa. Porque el Bar?a del Wanda, el de Valverde e Iniesta, ovacionado hasta por la afici車n sevillista, estuvo cerca de la inmortalidad.