Torres y Vietto, la cara y la cruz
El Atl¨¦tico gan¨® con soltura al Elche en el estreno de la Copa en su campo con goles de Gim¨¦nez y Torres (dos). Vietto err¨® ocho ocasionesCelebraci¨®n del Atl¨¦tico: fiesta en Neptuno

Quiso poner pronto el Atleti calor sobre el hierba, que para fr¨ªo ya hac¨ªa en la grada. Dispersos aqu¨ª y all¨¢ se repart¨ªan 46.723 personas que, entre 13.000 asientos m¨¢s que en el Calder¨®n, parec¨ªan como espolvoreados. Quiso hacerlo Vietto, en el primer bal¨®n que tuvo. Recibi¨® de Thomas y se escap¨® hacia el portero del Elche. Empujaban sus piernas, todos los trenes perdidos. Tantos que no le quedaba otra que correr y correr. Pero dio igual que Vallejo saliera: busc¨® el poste contrario y su disparo fue fuera. Sus goles parecen haberse perdido en otra dimensi¨®n, deben estar ah¨ª, seguro, en otro planeta. Y, ni siquiera ante el Elche les dio por presentarse.
Ninguno ser¨ªa suyo y eso que, desde el inicio, ol¨ªa el Wanda Metropolitano a goleada. El Elche, si pis¨® dos veces el campo contrario, lo hizo igual, como pidiendo perd¨®n. Su futbolista bajo el foco era Vallejo. Siempre estaba ah¨ª, al final de todas las jugadas. Carrasco, con la lecci¨®n del d¨ªa anterior del Mono Burgos a¨²n fresca en pies y cabeza (¡°dispara, dispara, dispara¡±) pues le pasaba cerca un bal¨®n y, claro, lo chutaba. Era la carta de aviso al portero: le esperar¨ªa un asedio. Y eso que Vietto sigui¨® retras¨¢ndolo un rato, el pobre. Porque los trenes segu¨ªan pasando ante ¨¦l. Pero o saltaba poco, o llegaba tarde, o lo enviaba a las nubes, o el bal¨®n se iba al portero. Un drama. No retrasar¨ªa mucho m¨¢s lo inevitable, sin embargo.
Esta vez la notificaci¨®n fue un gong, un balonazo al palo de Koke cuatro minutos antes de que Gim¨¦nez tallara su nombre en este estadio. Como mejor le sale, de cabeza, tras un c¨®rner. Lo esper¨® en el segundo palo y salt¨® m¨¢s que nadie para estamparlo en la red de un Vallejo que, ni con movimientos de balonmano, supo c¨®mo pararlo. No se entiende que, de normal, el uruguayo sea suplente. Cada vez que juega da argumentos para lo contrario. Le quit¨® todo el fr¨ªo de pronto a la noche. Dos minutos despu¨¦s marcar¨ªa Torres su gol, el primero de otra historia, la suya en el Metropolitano.
Carrasco, que segu¨ªa al ¡°dispara, dispara, dispara¡±, chut¨® y rechaz¨® Vallejo. Ese bal¨®n suelto ser¨ªa el principio de la historia: porque ah¨ª estar¨ªa Torres, para cazarlo y cruzarlo, para enviarlo a la red. Fue tocarla y un interruptor pulsarse en el estadio. De pronto parec¨ªa lleno. De pronto, s¨®lo se o¨ªa Lolololo. El Metropolitano cantaba alto que quiere vivir mucho a su lado.
Cuando comenz¨® la segunda parte, Josico trataba de encenderle la pila a su equipo con dos cambios: uno arriba (Flores) y otro en medio (Benito), ambos invisibles hasta el momento. Le sirvi¨® a Moy¨¢, ya podr¨ªa demostrar que hab¨ªa estado en el partido, ya hab¨ªa foto: dos llegadas del Elche y un disparo, como de ni?o, de Sory Kaba. Hasta aqu¨ª la pila ilicitana. Vallejo volver¨ªa a pedir foco, al salir a por uvas persiguiendo un bal¨®n, fuera de su ¨¢rea, y regresar intacto. Enfrente ten¨ªa a Vietto, que segu¨ªa en el mismo modo: viendo trenes pasar ante sus ojos. A la mala suerte hab¨ªa sumado a Golobart. Imposible colarle el cuerpo, un bal¨®n.
S¨ª se le colar¨ªa Vrsaljko. Que sali¨® en el 65¡¯ para recordar en una carrera como cortaban sus pies en la derecha cuando corr¨ªa. Bal¨®n a Torres, que lo encaja en la escuadra. El Lolololololo otra vez, alt¨ªsimo en el Metropolitano, abrazando a su Ni?o. Y a Vietto, a Vietto tambi¨¦n. C¨®mo no, tras el en¨¦simo fallo. Porque el partido ya est¨¢ en el 83¡¯ y el partido ya es ¨¦l, s¨®lo ¨¦l. Que logre el gol de una vez, que detenga un tren, el que se sea, y se lleve su calvario, lo peque?o que se hace frente a una porter¨ªa. Porque Vietto luch¨®, corri¨® y se movi¨®, pero sigue siendo el ¨²nico rojiblanco que no logra subirse a ese tren, el del gol. Ni siquiera ante el Elche, primer trago de esta Copa que el Wanda Metropolitano se bebi¨® mirando a octavos, mientras de fondo sonaba alto esa m¨²sica. Lololo.