Ra¨²l Jim¨¦nez y Peralta salvan a M¨¦xico ante Nueva Zelanda

Dos goles de Ra¨²l Jim¨¦nez y Oribe Peralta, junto a la gran actuaci¨®n de Javier Aquino, rescataron a la Selecci¨®n Mexicana en su segundo partido de la Copa Confederaciones, ante Nueva Zelanda. El Tri, espeso, sufri¨® en demas¨ªa para sortear la f¨¦rrea resistencia de los ¡®Kiwis¡¯, que se pusieron arriba en el marcador y estrellaron el bal¨®n en el poste, en la recta final del partido.

El laboratorio de Osorio gener¨® un esperpento experimental:?Reyes como contenci¨®n, l¨ªnea de tres centrales, Peralta y Jim¨¦nez reparti¨¦ndose las mismas partes del pastel... M¨¦xico fue un Frankenstein, el ¡®Hombre Elefante¡¯ de David Lynch, que deambul¨® sin ojos ni alma sobre el Estadio Fisht de Sochi en la primera parte. Mientras J¨¹rgen Damm regateaba sombras y Jim¨¦nez se lidiaba con un ej¨¦rcito de orcos, Nueva Zelanda adquiri¨® el fulgor de los ¡®All Blacks¡¯. En ello, Salcedo perdi¨® la batalla con Wood, su hombro se desprendi¨® del cuerpo y el ariete neozeland¨¦s, mejor posicionado que en las pachangas de domingo, estrell¨® su tiro franco en los guantes de Talavera. Juan Carlos Osorio, en florido arameo, recrimin¨® a Hudson, a quien hab¨ªa tratado como ¡®caballero¡¯ por su conversi¨®n al bielsismo, por no respetar los acuerdos de paz cuando hay un soldado ca¨ªdo.

Salcedo parti¨®, inmovilizado, con rumbo al hospital y el Tri lo hizo con ¨¦l. El estado de shock le pudo a la retaguardia de Osorio, que dej¨® pasar un bal¨®n enviado por Lewis que remat¨® Wood en las narices de Talavera. Golpe de Estado en Sochi. Nunca Nueva Zelanda se hab¨ªa adelantado a M¨¦xico, en ning¨²n partido de ning¨²n tipo. El tanto de Wood simboliz¨® los vaivenes depresivos de la selecci¨®n de Juan Carlos Osorio; pulsi¨®n suicida, el placer de caminar por la cornisa.

Al letargo le vino la revoluci¨®n, guiada por Javier Aquino y J¨¹rgen Damm. El primero, un F¨®rmula 1 que se sent¨ªa en casa (el Parque Ol¨ªmpico de Sochi es sede, tambi¨¦n, del Gran Premio de Rusia), destroz¨® los neum¨¢ticos de Ingham y Boxall. A M¨¦xico le hirvi¨® la sangre cuando Aquino activ¨® el electroshock; se col¨® en tierra de gigantes, y Jim¨¦nez, de media vuelta, liquid¨® a Marinovic. El subid¨®n del Tri casi noquea a Nueva Zelanda, que opt¨® por cavar trincheras entorno a su meta. En tanto, Damm, con los cuchillos afilados, hizo sangre con Wayne, pero no pudo llev¨¢rselo al plato. La banda derecha fue suya, pero nunca coloniz¨®. En tanto, Moreno, sustituto del maltrecho Salcedo, tambi¨¦n ced¨ªa a las inclemencias de sus muslos de cristal. Rafael M¨¢rquez entr¨® para jugar su cuarta Copa Confederaciones y proseguir con la ¡°transici¨®n¡± que ya vaticin¨® Osorio; el fin de su era.

Nueva Zelanda, tras la demencial zarandeada, recobr¨® la conciencia, se palp¨® las heridas y advirti¨® que segu¨ªa vivo. Entonces, Aquino hizo tragar polvo, una vez m¨¢s, a Ingham, y Oribe golpe¨® sin miramientos a primer poste. ?La commedia e finita? Ni mucho menos. Thomas colg¨® la pelota en el travesa?o de Talavera, ante el estruendo del Estadio Fisht; una raya de Damm, que hab¨ªa surcado la autopista Sochi-Adler sin l¨ªmite de velocidad, quem¨® los guantes de Marinovic y un puyazo de Fabi¨¢n se elev¨® hacia el Mar Negro. En el ep¨ªlogo, Herrera y Boxall casi desatan un conflicto armado M¨¦xico-Nueva Zelanda con Juan Carlos Osorio como comandante de tierra y aire. El partido termin¨® en concordia sobre las cenizas a¨²n humeantes.