FINAL DE COPA | BAR?A 3 - ALAV?S 1
La Copa consuela a Messi
Su fant¨¢stico partido le dio el t¨ªtulo a un Bar?a gris. Irreprochable Alav¨¦s, que lleg¨® a empatar y pele¨® hasta el final. Luis Enrique se despidi¨® con su noveno t¨ªtuloEspa?a - Argentina: amistoso en el Wanda
Messi le hizo pasillo a Luis Enrique, que en el Calder¨®n recogi¨® su noveno t¨ªtulo y en Barcelona recoger¨¢ hoy sus cosas; colg¨® al Bar?a esa medalla de bronce que es la Copa para los grandes y dej¨® sin gloria al Glorioso. Fue irreprochable el Alav¨¦s, de su afici¨®n al ¨²ltimo de sus futbolistas, pero hay d¨ªas en que no hay material que resista el ataque nuclear de Messi. ?l se adue?¨® de la Copa y le dio majestuosidad al ¨²ltimo partido oficial en el Calder¨®n, al que echar¨¢ de menos por lo bien que ah¨ª le fue.
De la capacidad del Alav¨¦s para hacerse el erizo y del aire decadente que envuelve a este Bar?a, al que escapa Messi sobradamente, sali¨® media hora de final con m¨¢s sal de la que se presum¨ªa. Hasta que quiso el argentino, que hizo una obra de arte de su consuelo.
El plan de Pellegrino tuvo orden y concierto, aunque se ahorr¨® la vistosidad. Meti¨® tres centrales, con dos laterales de goma, cuatro centinelas en el centro del campo y Deyverson en misi¨®n comando. Su cabeza mand¨® en las dos ¨¢reas. Un grupo para sobrevivir sin la pelota, api?¨¢ndose en una franja de 20 metros para defender con fiereza y alarg¨¢ndose sin arriesgar cuando el Bar?a se distrajo. Tambi¨¦n repartiendo estopa. Su maillot amarillo en tarjetas tiene un porqu¨¦.
Contra ese rompeolas top¨® mansamente el Bar?a durante muchos minutos. Ofreci¨® la sensaci¨®n de un equipo agotado, en el final de una etapa, poco entusiasmado con el evento. En ese paquete entr¨® Neymar, que esta vez no result¨® factor diferencial, aunque estuvo en los dos primeros goles. Iniesta tuvo el vigor de anta?o y Messi fue otra cosa. Cuando se le vino encima al Alav¨¦s, ech¨® el tel¨®n del partido. ?l es el Bar?a. Indudablemente mejora con la compa?¨ªa, pero en noches como esta ni siquiera la necesita. Dio la impresi¨®n de que si se hubiera puesto la camiseta del Alav¨¦s esta Copa ser¨ªa manteada hoy gloriosamente en la Plaza de la Virgen Blanca de Vitoria.
Porque los primeros 25 minutos s¨®lo dejaron la conmoci¨®n de la lesi¨®n de Mascherano, lateral de urgencia que se abri¨® la cabeza y se quebr¨® la rodilla. Le relev¨® otro interino, Andr¨¦ Gomes, que en modo redenci¨®n se defendi¨® mucho mejor de lo previsto. En un minuto, el partido se vio sacudido por dos calambrazos: un disparo de Ibai que golpe¨® en el palo ante un Cillessen aturdido y anduvo de puntillas por la l¨ªnea de gol sin atreverse a traspasarla y un remate soso de Iniesta que envenen¨® un toque en Alc¨¢cer. Lo sac¨® Pacheco con eficacia y sin elegancia.
Un jugador imparable
A partir de ah¨ª empez¨® el partido de Messi. Marc¨® el primero con esa rosca de zurda al palo derecho del portero que resulta indefendible; lanz¨® a Andr¨¦ Gomes en el segundo, que regal¨® el gol a Neymar (en posible fuera de juego), y patin¨® en el ¨¢rea en el tercero hasta poner a Alc¨¢cer frente a Pacheco. No perdon¨® el valenciano. Nadie es capaz de sobrevivir tanto tiempo en el ¨¢rea rival con la pelota a cuestas como Messi.
El Alav¨¦s respondi¨® al primer golpe con el empate de Theo, un zurdazo enorme a la escuadra cargado de intenci¨®n y de morbo. No le alcanz¨® para m¨¢s. Se march¨® al descanso con la final perdida. Esa operaci¨®n acorde¨®n urdida por Pellegrino la hab¨ªa echado abajo la zurda de Messi.
En la segunda mitad se tom¨® un respiro el argentino y volvi¨® el equilibrio al partido. Pacheco le quit¨® el cuarto a Alc¨¢cer, pero a partir de ah¨ª el Alav¨¦s tuvo el ejemplar comportamiento de quien sabe que puede tardar mucho tiempo en volver al para¨ªso. Pellegrino meti¨® vitaminas con Camarasa (insospechado suplente) y Sobrino y su equipo empuj¨® al Bar?a hasta su ¨¢rea. En apenas un minuto, Deyverson vio c¨®mo Cillessen le quitaba un gol con el pie y el asistente de Clos, justamente, otro con el bander¨ªn. El Bar?a remolone¨®, meci¨¦ndose sin codicia en su ventaja, sin sacarle brillo a esa Copa que sinti¨® en sus vitrinas. Aliviado Messi, despareci¨® como equipo. Como tantas veces, pero el Alav¨¦s acab¨® qued¨¢ndose sin fuerzas en ese empe?o imposible. As¨ª acabaron un estadio, una era y un sue?o.
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