Yo me voy del Manzanares...
El 'Ni?o' marc¨® dos goles en 10 minutos que encarril¨® la victoria del Atleti en la despedida en Liga del Calder¨®n. Correa redonde¨® la victoria. El Athletic, fuera de Europa.
D¨ªa cero. Se acab¨® la cuenta atr¨¢s. El ¨¢rbitro pita el principio y es mi final. Soy cemento, cristal azul, encofrado. Soy m¨¢rmol, asientos azules, rojos y blancos. Me llamo Vicente Calder¨®n. Escribo a trav¨¦s de los gritos, de los suspiros. Comenc¨¦ hace m¨¢s de 50 a?os, cuando lo hac¨ªa la minifalda y en la radio sonaban los Beattles. Hoy, en los tiempos de Twitter y los amigos virtuales, siento como la maleza brota en mis cimientos, como si quisiera ir ganando su sitio. No duele pero en realidad s¨ª: en septiembre ya no ser¨¦. Lo que seguir¨¢ a mi verano ser¨¢ la piqueta, el silencio, la nada.
Ra¨²l Garc¨ªa. Siento sobre m¨ª su pisada y me pone la hierba de punta. Le vi antes salir del t¨²nel con otros colores pero bordeando mi escudo en el c¨¦sped para no pisarlo, como anta?o, como siempre. En ese momento la grada cantaba y yo aprovech¨¦ para sonre¨ªr. Mi ¨²ltima tarde trae cielo gris, como aquella primera ma?ana de 1966. El bal¨®n rueda. Atl¨¦tico, mi Atleti, y Athletic juegan mi ¨²ltimo partido oficial de Liga y la m¨²sica suena m¨¢s alta que nunca. Cada cosa que pasa es la ¨²ltima. ?ltima previa, ¨²ltimos aplausos, ¨²ltimo tifo, ¨²ltimo himno a capella. Nunca me hicieron tantos selfies. Me siento lleno. Ella, la grada, me llena. Y est¨¢ como yo, con un ojo aqu¨ª y otro en todas partes. Sobre el c¨¦sped, porter¨ªas, marcadores, gradas.
?Por d¨®nde comenzar¨¢ la piqueta? ?Qu¨¦ gol me arrancar¨¢ primero? Del norte el de G¨¢rate al Celtic, el de Vieri al PAOK. Del sur el de Ayala en la Intercontinental, el de Caminero al Bar?a, el de Sa¨²l al Bayern o este que acaba de pasar. Lo ha hecho Torres, mi Ni?o. El primer gol de mi ¨²ltimo partido. Minuto 7. Porque el ¨¢rbitro pit¨® y activ¨® ese reloj que atrona en mis entra?as desde septiembre. Dos minutos despu¨¦s, me regala una chilena, el 2-0. Ay ni?o, todav¨ªa no tienes esa foto con Neptuno para ya nunca nadie te quitar¨¢ ¨¦sta: hacer mis dos primeros ¨²ltimos goles. Detienes los coches, la M-30, detienes el mundo¡ Lolololo. El Atleti ha borrado al Athletic. No es capaz de encontrar caminos en mi c¨¦sped. Ni siquiera Ra¨²l. Ellos se jugaban Europa, pero los m¨ªos juegan por m¨ª.
Tic-tac, tic-tac. Cada segundo que pasa muerde. ?Alguien sabe c¨®mo parar a ese maldito? Porque despu¨¦s de este domingo vendr¨¢ la final de Copa o el Final de Leyenda, pero no volver¨¦ a sentir c¨®mo me pisa Gabi, a Tiago (ay Tiago, gracias, gracias), c¨®mo las botas de Koke piensan cuando me rozan, c¨®mo Griezmann se saca de mi hierba una capa mientras sus pies me hacen cosquillas. Cada tic-tac acelera la velocidad de mis recuerdos.
De pronto llueve y jam¨¢s sent¨ª sobre m¨ª una lluvia tan salada. No cae del cielo, sino de los ojos. Me da por pensar en aquella pel¨ªcula, Blade Runner. Yo he visto cosas que vosotros no creer¨ªais. Porque s¨ª, las vi, las viv¨ª. Sobre m¨ª jug¨® Futre, y Arteche, y par¨® Reina, y marc¨® G¨¢rate, y Adelardo visti¨® al Atleti m¨¢s que nadie. Porque sobre mi hierba tuve a Alemao, a Leivinha y Pereira, a Kiko, a Forl¨¢n y Falcao, ganar un doblete. Las previas en los aleda?os, los tifos, las manos de los pap¨¢s cuando tra¨ªan. Porque yo vi a Luis aunque ahora s¨®lo puedo escuchar su nombre. Luis Aragoneees, Luis Aragoneees, canta la grada como si me oyera. Este domingo sus c¨¢nticos son nombres, los nombres de aquellos que me hicieron m¨¢s grande.
Minuto 33. Atleeeti, Atleeeti. ?Nadie se da cuenta c¨®mo se pone mi hierba de punta? Es la ¨²nica manera que tengo de decirles lo orgulloso que me han hecho sentir estos a?os. A ellos, jugadores, a ella, siempre, afici¨®n. Me hicieron sentir infinito aunque ahora me acabe. Porque yo al principio s¨®lo era cemento, hasta que ellos me descubrieron que en realidad mi hormig¨®n eran paredes, una casa, su casa.
?C¨®mo olvidar sus avalanchas cuando Pantic lanzaba un c¨®rner? O estos dos goles de Torres o ese de Correa que ser¨¢ para siempre mi ¨²ltimo, como el primero siempre ser¨¢ de Luis. Que el Athletic se fue del Calder¨®n haci¨¦ndome uno, pero no fue Rulo, sino Williams (70¡¯). Aunque en realidad nada de eso ya importa. Porque de este partido no quedar¨¢ eso, sino esos selfies que no paran, la lluvia salada, c¨®mo botaba por ¨²ltima vez mi viejo hormig¨®n, como despidieron a Tiago, como si me estuvieran diciendo adi¨®s a m¨ª.
Adi¨®s Calder¨®n, adi¨®s, parece gritar un bal¨®n que corre por el centro cuando el ¨¢rbitro pita. Y yo me encojo. Al final, el hormig¨®n no es muy diferente de la piel: siempre pide cinco minutos m¨¢s, y cinco, y cinco... Porque hay cosas que, de vividas que est¨¢n, es imposible que no tengan vida.
Y ojal¨¢ que la gente no olvide que, entre Metropolitano y Metropolitano, hubo una vez un estadio que se llamaba Vicente Calder¨®n donde el Atleti levant¨® 21 t¨ªtulos, donde jug¨® Luis, donde fue campe¨®n del mundo, donde Simeone pas¨® del pantal¨®n corto al traje negro, donde Kiko se invent¨® el arquero, este doblete de Torres. Desde hoy, de vuestra memoria queda. Se va uno de los vuestros, nunca lo olvid¨¦is. Porque nos hicimos mayores y lo que se qued¨® en el camino fuimos nosotros mismos.
Ahora s¨ª que llueve, aunque siga sin llover.