Maradona en Acerra: as¨ª fue el amistoso de los desharrapados
En 1984 el ¡®Pibe de Oro¡¯ disput¨® un partido ben¨¦fico en Acerra, una humilde localidad napolitana, a favor de un ni?o que ten¨ªa que operarse de gravedad.
En 1984 el 'Pibe de Oro' disput¨® un partido ben¨¦fico en Acerra, una humilde localidad napolitana. Jug¨® en contra de la voluntad de Corrado Ferlaino, sin apoyo del N¨¢poles, pero a favor de un ni?o que ten¨ªa que operarse de gravedad lo antes posible. El barro le cubr¨ªa los tobillos, los chiquillos invad¨ªan el campo para abrazarle. La afici¨®n triplicaba el aforo del desvencijado Stadio Comunale di Acerra. Diego calent¨®. Marc¨® un golazo en un terreno de juego impracticable. Y acab¨® el partido echando sapos y culebras por la boca. Acerrana 0 ¨C Napoli 4. As Color publica una cr¨®nica de este amistoso 32 a?os despu¨¦s.
El partido lo organiz¨® el ex centrocampista del N¨¢poles Pietro Puzone (Acerra, 1 de febrero de 1963). El joven Pietro era amigo del padre de un ni?o, Montuori, que ten¨ªa que ser operado con urgencia de una enfermedad bucal (en el paladar). Necesitaban recaudar dinero para la operaci¨®n y por eso Puzone pidi¨® a Maradona, con el que compart¨ªa vestuario y amistad en el N¨¢poles, que jugara ese amistoso. Corrado Ferlaino ¨Cpresidente del N¨¢poles entre 1983 y 1993- no quer¨ªa ni o¨ªr hablar del asunto. No autoriz¨® a Maradona a que jugara por temor a una lesi¨®n. No era de extra?ar que Ferlaino tuviera miedo. Jugar en Acerra era sumergirse literalmente en un terreno de juego yermo y embarrado, el del Comunale di Acerra. Y el presidente del N¨¢poles acaba de fichar a Maradona procedente del Barcelona, donde Diego nunca sinti¨® el calor de la grada. Pero en San Paolo s¨ª, y ese dios pagano en ciernes no pod¨ªa perderse ese amistoso. El escenario, la poblaci¨®n, el intenso aroma a humildad¡ todo le recordaba a Villa Fiorito. Acerra era una suerte de villa miseria, tal y como nos cuenta la periodista argentina Alicia Dujovne, que en 1993 public¨® el libro Maradona soy yo: ¡°Fue un encuentro entre pobres, entre despreciados, entre gente de piel morena (cuando lo entrevist¨¦ en Sevilla, Diego me dijo que los ¨²nicos espa?oles que le gustaban eran los gitanos). Tambi¨¦n fue un encuentro entre seres no racionales sino impulsivos, volc¨¢nicos: los napolitanos adoraban el juego imprevisible e intuitivo de Diego. No me extra?a la actitud generosa de Diego en Acerra, sobre todo porque ese partido tuvo lugar muy al principio de su estad¨ªa, en 1984¡±.
El hist¨®rico partido ben¨¦fico se disput¨® entre futbolistas de la Acerrana ¨Cel club local- y un combinado de futbolistas del N¨¢poles, entre los que estaban Maradona, su hermano Lalo y Pietro Puzone. Maradona acab¨® pagando de su bolsillo 15 millones de liras de entonces. Se recaudaron 20 millones y el ni?o fue operado exitosamente en Francia. El Comunale di Acerra ten¨ªa una capacidad de unos 5.000 espectadores pero ese d¨ªa, por la presencia de Maradona, 12.000 aficionados abarrotaron el viejo estadio. El periodista y soci¨®logo argentino Sergio Levinsky arroja m¨¢s datos: ¡°Un amigo napolitano se acuerda de que en uno de los goles de Maradona hab¨ªa gente que hasta ve¨ªa el partido al borde del campo de juego y detr¨¢s del arco e invadieron la cancha para festejar el tanto. Hab¨ªa coches aparcados hasta detr¨¢s de la porter¨ªa y gente que vio el partido desde dentro del coche¡±.
Fervor acerrano
El partido termin¨® 4-0, con dos goles de Maradona, uno de ellos al m¨¢s puro estilo maradoniano: conducci¨®n impecable, dribblings imposibles y definici¨®n perfecta. La parroquia acerrana olvid¨® por un momento sus problemas cotidianos. No dudaron en invadir el terreno de juego, si es que pod¨ªa considerarse como tal la superficie en la que se disput¨® el partido. Toda N¨¢poles estaba en sinton¨ªa con Diego. ¡°Yo no hablar¨ªa de adulaci¨®n sino de adoraci¨®n, con todas las connotaciones religiosas del t¨¦rmino. Es cierto que cuando los napolitanos confund¨ªan a Diego con San Gennaro o con la Madonna (lo llamaban Maradonna), lo hac¨ªan como siempre lo hacen, con una mezcla de fervor y de autoiron¨ªa, pero lo hac¨ªan. Diego fue a ocupar un lugar casi predestinado, entre pagano y cristiano, en el imaginario de N¨¢poles. Era como si lo conocieran desde siempre, cosa que Diego tambi¨¦n sinti¨®, por dos motivos: porque su abuela era napolitana, y porque reconoci¨® en el pueblo del Sur, abandonado y empobrecido, sus propios or¨ªgenes, una Villa Miseria de los alrededores de Buenos Aires¡±, relata Alicia Dujovne.
Diego Armando Maradona jug¨® decenas de partidos amistosos durante su carrera, pero es el de Acerra el que mejor refleja la imagen cuasi redentora del ¡®Pibe de Oro¡¯. Una actitud que poco a poco se fue diluyendo. ¡°M¨¢s tarde, las exigencias de la Camorra que lo hab¨ªa comprado al club de Barcelona, y el asedio entre amoroso y violento del pueblo napolitano que no lo dejaba vivir tranquilo por exceso de pasi¨®n, transform¨® su relaci¨®n con N¨¢poles. Diego se dio cuenta de que hab¨ªa ca¨ªdo en una trampa, de que era rey y esclavo a la vez, y deseaba irse de esa ciudad excesiva que lo agotaba¡±, prosigue Dujovne.
La periodista argentina visit¨® N¨¢poles en 1992 para investigar in situ la relaci¨®n entre el pueblo napolitano y Maradona. Apenas hab¨ªan transcurrido ocho a?os desde aquel amistoso, pero algo hab¨ªa cambiado. ¡°Cuando yo llegu¨¦, en N¨¢poles se sent¨ªan abandonados por ¨¦l: despu¨¦s de las acusaciones que la Camorra hizo caer sobre Diego, en realidad porque ¨¦ste no hab¨ªa respetado los t¨¦rminos de un partido arreglado entre el N¨¢poles y un equipo de Mil¨¢n que ¨¦l decidi¨® ganar por su cuenta arriesgando su cabeza, el "futbolista maldito" se hab¨ªa vuelto a Buenos Aires, amargo y vencido. La atm¨®sfera que yo viv¨ª en los barrios napolitanos ya no era de amor sino de decepci¨®n profunda, de tristeza. Parec¨ªan amantes abandonados y todos repet¨ªan lo mismo, que Diego era grande como futbolista pero peque?o como ser humano. Hab¨ªan olvidado la generosidad demostrada en Acerra, y el modo en que se entregaba por entero en cada uno de sus partidos¡±.
Sin embargo, aquel lejano 1984 la humilde Acerra vivi¨® una jornada m¨¢gica de f¨²tbol. Improvisada, sentimental, furibunda incluso. Maradona nel fango di Acerra¡
Agradecimientos:
A Enzo Bruno, Editor de ¡®Il Granata¡¯, por su fundamental aportaci¨®n mediante la videoentrevista a Pietro Puzone.
A Paolo Castaldi, por cedernos desinteresadamente las im¨¢genes de su c¨®mic ¡°La mano de Dios. Diego Armando Maradona¡±.
A Mirko Calemme por la traducci¨®n de la video entrevista