Robo y fundici¨®n de la Jules Rimet (1983)

La Copa del Mundo, que se disputa desde 1930 cada cuatro a?os, se llam¨® Copa Jules Rimet a partir de 1950 por decisi¨®n adoptada en el congreso de la FIFA que tuvo lugar en Luxemburgo en 1946. Justo homenaje al que fuera presidente de la FIFA y gran promotor del torneo. Nacido el 24 de octubre de 1873 en la localidad francesa de Theuley-les-Lavoncourt, se implic¨® desde muy pronto en un deporte que en realidad nunca practic¨®. En 1914 represent¨® a Francia en el congreso de la FIFA y en 1921 fue elegido presidente, cargo en el que se mantuvo hasta despu¨¦s del Mundial de 1954. Su tarea m¨¢s recordada fue la creaci¨®n de la Copa del Mundo, un poco en sustituci¨®n del campeonato ol¨ªmpico de f¨²tbol, en el que se prohibi¨® que actuaran profesionales y hasta se lleg¨® a expulsar al f¨²tbol en la edici¨®n de 1932. El primer Mundial se jugar¨ªa en Uruguay, en homenaje a los dos t¨ªtulos ol¨ªmpicos conseguidos por este pa¨ªs, los de 1924 y 1928. Para premiar al equipo campe¨®n, Jules Rimet encarg¨® una copa de oro a un c¨¦lebre orfebre franc¨¦s, llamado Abel Lafleur. Se trataba en realidad de la estatuilla de una victoria alada, que sosten¨ªa sobre su cabeza un envase hexagonal. Med¨ªa treinta cent¨ªmetros, con la peana de m¨¢rmol incluida, y pesaba cuatro kilos, de los cuales 1,8 eran oro y el resto m¨¢rmol. Una preciosidad.

Esa copa la fueron levantando sucesivamente Nasazzi en 1930, Combi en 1934, Meazza en 1938, Obdulio Varela en 1950, Fritz Walter en 1954, Bellini en 1958, Mauro en 1962, Bobby Moore en 1966 y Carlos Alberto en 1970, como capitanes respectivos de Uruguay, Italia, Italia, Uruguay, Alemania, Brasil, Brasil, Inglaterra y de nuevo Brasil. Al ganar Brasil su tercer t¨ªtulo se decidi¨® ofrecerle la copa en propiedad y crear otra, que es la que se entrega desde entonces. Es obra del italiano Silvio Gazzaniga y representa tambi¨¦n una victoria alada, aunque m¨¢s estilizada, que sostiene un mundo en su cabeza. Mide 37 cent¨ªmetros, pesa cinco kilos y est¨¢ hecha tambi¨¦n de oro, con incrustaciones de malaquita.

Brasil instal¨® la antigua en una urna, en la sede de su Federaci¨®n, pero tuvo un descuido tremendo. La urna, hecha de cristal antibalas, estaba pegada a la pared y a la base de mamposter¨ªa con cinta aislante, de manera que bastaba con despegarla de la pared para sacar la copa. Y eso fue lo que hicieron unos chorizos en la madrugada del 22 al 23 de diciembre de 1983. Entraron en la Federaci¨®n, deambularon, esperaron la hora de cierre metidos en un ba?o y cuando se hubo marchado todo el mundo fueron a por la copa. Retiraron la cinta aislante, levantaron con cuidado el conjunto de cristal antibalas, lo dejaron en el suelo y se llevaron el trofeo, que para ellos era solo oro, vil metal. El instigador del golpe fue un argentino llamado Juan Carlos Hern¨¢ndez, que se dedicaba a traficar en oro, joyas, coca¨ªna o lo que se terciase. A trav¨¦s de un tal Sergio Pereyra Ayres, alias Sergio Peralta, experto conocedor de los bajos fondos, reclut¨® a dos tipos llamados Jos¨¦ Luiz Vieira da Sila, alias Luiz Bigode, y Francisco Jos¨¦ Rocha Rivera, alias Chico Barbudo. Ellos dos se encargaron directamente de la faena y en la misma madrugada llevaron la copa al taller de Juan Carlos Hern¨¢ndez, donde fue troceada y fundida, para acabar siendo vendida como oro vulgar. Ya no existe, por tanto. La banda fue detenida alg¨²n tiempo m¨¢s tarde y todos acabaron en la c¨¢rcel. Pero el sagrado t¨®tem ya no existe. Lo que hoy se muestra en la sede de la Federaci¨®n brasile?a es una reproducci¨®n.