El Cl¨¢sico es Sergio Ramos
Su gol en el minuto 90' salv¨® a un Madrid que fue de m¨¢s a menos. El Bar?a tuvo mejor cara con Iniesta, pero no le bast¨®. Clos fue ciego en las ¨¢reasEspa?a - Argentina: amistoso en el Wanda
La autopsia de este Cl¨¢sico, que estuvo en la mejor tradici¨®n de enredos arbitrales, revel¨® sorprendentes resultados. El Madrid pudo morir de un cabezazo en su ¨¢rea peque?a cuando ah¨ª, en las alturas, parec¨ªa rebosante de salud. Ese gol puso del rev¨¦s un duelo que fue una rapsodia: el Madrid mand¨® con temple y se fue destemplando; el Bar?a fue del pelotazo a la seda y viceversa en un pesta?eo. S¨®lo result¨® previsible el final: un cabezazo de Ramos sac¨® al Madrid del t¨²nel. Un cl¨¢sico en el Cl¨¢sico que mantuvo seis puntos de ventaja en la hucha blanca.
El partido comenz¨® con una lluvia de meteoritos sobre Clos G¨®mez, una sucesi¨®n de fundadas reclamaciones de penalti sobre las que se declar¨® incompetente. En orden cron¨®logico, una zancadilla de Mascherano a Lucas V¨¢zquez tan clara como evitable con el ¨¢rbitro como espectador de primera fila; una mano de Ramos con el brazo doblado sobre el pecho que, por falta de intenci¨®n, invalidaba la voluntariedad, y una zamorana de Rakitic indiscutible pero enmascarada por el intenso tr¨¢fico en el ¨¢rea blaugrana. El juez fue invisible y su silencio provoc¨® m¨¢s perjuicios al Madrid, aunque cerca del descanso tambi¨¦n le dio la espalda a la mano, esta vez clara, de Carvajal, para interceptar un centro de Jordi Alba.
Pasada la conmoci¨®n, el partido deriv¨® hacia el ala conservadora. El Bar?a, al que el paso del tiempo (y la no alineaci¨®n de Iniesta) le ha ido quitando f¨²tbol en el mediocampo, que fue su DNI, emprendi¨® un largo camino del p¨¢nico a la soltura. Donde en el periodo imperial hubo posesi¨®n y rondo ahora asoman trabajo y dureza. La reiteraci¨®n de faltas en el centro del campo fue su ansiol¨ªtico en la primera parte, antes de que le transformara el gol de Su¨¢rez. Y las ocurrencias del tridente, que acabaron por llegar, su esperanza. Conforme transcurrieron los minutos fue saliendo de la oscuridad. Neymar pareci¨® calzar patines al inicio. Cada propuesta acab¨® en resbal¨®n, cuando no en pendencia. Su¨¢rez, con el ratio m¨¢s alto de fueras de juego de la Liga, empeor¨® su estad¨ªstica. Messi anduvo sin gracia y Rakitic y Andr¨¦ Gomes forman parte de ese proceso degenerativo de la l¨ªnea de creaci¨®n del Bar?a desde la salida de Xavi a nuestros d¨ªas. Al menos Busquets fue el de sus mejores tiempos. La apelaci¨®n al pelotazo buscando a su tridente en la primera mitad pareci¨® m¨¢s falta de alternativas que estrategia. Hubo tiempos en que esta pr¨¢ctica era recogida por el C¨®digo Penal en Can Bar?a.
Al Madrid, comparecer sin apreturas en el culo (met¨¢fora dicharachera de Zidane para explicar la inexorable necesidad de ganar) le rest¨® profundidad y finura, y se deshizo en cuanto se vio con el marcador en contra, cuando perdi¨® la guardia y custodia de Modric, que no le dio la espalda al trabajo ingrato, y de Isco, que sali¨® antes de lo recomendable. Al final de la primera mitad el Madrid estuvo en las tripas del partido y se apunt¨® los ¨²nicos tres remates con intenci¨®n, dos de Cristiano deste?idos y un cabezazo sin colocaci¨®n de Varane. El gong del descanso lo hizo sonar un Bar?a que ya casi vest¨ªa de luto frente un Madrid m¨¢s capaz de reconocerse a s¨ª mismo.
Pero el partido peg¨® un volantazo inesperado cuando en una falta lanzada por Neymar, Su¨¢rez se aviv¨® y meti¨® su cabeza a la espalda de Lucas V¨¢zquez en posible fuera de juego. Clos segu¨ªa en Babia. El primer gol a pelota parada que encaja el Madrid y en el peor escenario posible.
El partido gir¨® hacia el Bar?a y no s¨®lo por el gol, sino porque se abri¨® mucho el campo de batalla a las gacelas azulgranas, porque entr¨® Iniesta para quitarle vinagre a la zona de creaci¨®n del Bar?a y porque Zidane retir¨® a Isco para meter a Casemiro, una contrarreforma en toda regla. A Benzema, que sigue en depresi¨®n, le regalaron hora y cuarto. Asensio no trajo ninguna revoluci¨®n. Para entonces el Bar?a ya ten¨ªa una posici¨®n acomodada en el partido. Para entonces parec¨ªa haber pasado el momento del Madrid, con Mariano portando la bandera de ese arrebato final. Y en estas hizo Arda la falta que necesitaba Ramos para coger al Bar?a por las solapas, para agigantar su leyenda. Sin ¨¦l no hay punto final. Con ¨¦l, el Madrid se siente indestructible incluso al borde del abismo.