Cristiano, volvi¨® el salvavidas

Emergi¨® Cristiano y reedit¨® el Madrid uno de sus modos cl¨¢sicos de ganar: encomendarle al portugu¨¦s eliminar los restos de un partido mal jugado. Fue con la BBC, los empleados fijos, y ante un Alav¨¦s encomiable, un equipo con u?as y dientes pero tambi¨¦n con m¨¦todo. Y con un lateral supers¨®nico, Theo Hern¨¢ndez, cedido por el Atl¨¦tico, y cuya cilindrada se llev¨® por delante a Danilo y casi al Madrid. Tambi¨¦n con un arbitraje bajo la lupa de S¨¢nchez Mart¨ªnez, que acert¨® en lo esencial y err¨® en lo accesorio, y otro gol de car¨¢cter reivindicativo de Morata.

De Theo naci¨® el gol que meti¨® al Madrid en la zarza. Su arrancada,? acompa?ada de un buen centro, tuvo el pr¨®logo de una pifia grosera de Danilo en un control y el ep¨ªlogo de una estirada fallida de Keylor para interceptarlo. Deyverson puso la firma. Antes del descanso el Madrid hab¨ªa confirmado la remontada sin que supiese explicar bien por qu¨¦. Y es que ofreci¨® una imagen de equipo acartonado, soso, sin ninguna oferta ofensiva y muy vulnerable a las contras vitorianas. Ha encajado goles en todos los partidos desde que se ausent¨® Casemiro. Un dato para hacer sonar la alarma.

Pellegrino hab¨ªa reindustrializado al Alav¨¦s con una defensa de cinco. Un paso atr¨¢s enga?oso, porque en cada recuperaci¨®n llev¨® el bal¨®n al ¨¢rea del Madrid. Sin remate, pero con intenci¨®n. Aquella jarana qued¨® interrumpida por un accidente. Bale lanz¨® un golpe franco y Deyverson, dentro del ¨¢rea, alz¨® el codo para interceptar la pelota. Ah¨ª le golpe¨®. Ah¨ª y en la cabeza despu¨¦s, para difuminar a¨²n m¨¢s la legitimidad del penalti a ojos del p¨²blico. Una bronca que se reprodujo cuando Theo cay¨® aparatosamente ante Pepe, que no le toc¨®.

El empate no despert¨® al Madrid, que sigui¨® sobre el alambre hasta que Cristiano, al que el gol hab¨ªa dado por pr¨®fugo, enganch¨® un bal¨®n cerca de la frontal y lo cruz¨® a la red. Un golpe seco sin ning¨²n adorno. El Madrid se march¨® al descanso sin encontrar a sus laterales, ni la velocidad de Bale, ni la fantas¨ªa de Isco, ni el paradero de Benzema. La BBC vivi¨® en su mundo y el equipo, bajo un volc¨¢n, agarrado a una muy buena tarde de Varane.

Pudo ser peor en el primer cuarto de hora del segundo tiempo, cuando Keylor le gan¨® un mano a mano a Camarasa y detuvo un tiro con peligro de Deyverson. A ese extremo llev¨® el Alav¨¦s el partido hasta que Zidane comenz¨® a tirar de los eventuales. Para entonces hab¨ªa comenzado a amainar el cuadro de Pellegrino, ya con fugas de combustible por el esfuerzo anterior.

El orden y los retoques sobre el equipo del antiguo r¨¦gimen fueron alejando al Madrid del peligro y acerc¨¢ndole a la sentencia. Cristiano dibujo una mala copia del gol de Nacho en Le¨®n y fall¨® despu¨¦s un penalti, uno de esos errores que hieren su vanidad, antes de cerrar el marcador. Y acab¨® apareciendo Morata, para aplicar una vaselina a un pase de premio de Marcelo. Su s¨¦ptimo gol del curso. La s¨¦ptima reclamaci¨®n en la ventanilla de Zidane.

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