366 HISTORIAS DEL F?TBOL MUNDIAL | 18 DE OCTUBRE
Sacchi desde?a el Madrid y escoge la azzurra (1991)
Italia ha tenido en el f¨²tbol grandes ¨¦xitos y grandes fracasos. En 1991 sufri¨® uno de ellos: ni siquiera se clasific¨® para la Eurocopa de Suecia, al quedar segunda de un grupo de clasificaci¨®n con la URSS (que fue la que logr¨® el pase), Noruega, Hungr¨ªa y Chipre. Cosech¨® tres victorias, cuatro empates y una derrota. Al regreso de Mosc¨², el partido en el que se esfumaron todas las esperanzas, el seleccionador Vicini y varios de los jugadores (particularmente Vialli y Giannini) fueron recibidos como traidores. La Federaci¨®n se volvi¨® entonces hacia Arrigo Sacchi, que a sus cuarenta y cinco a?os estaba cobrando del Mil¨¢n, pero sin trabajar. Sus enfrentamientos con Van Basten le hab¨ªan hecho dejar el banquillo para pasar a ocupar un puesto fantasma en su club, al que hab¨ªa llevado a lo m¨¢s alto.
Sacchi hab¨ªa sido un revolucionario, el gestor del gran Mil¨¢n. No jug¨® al f¨²tbol, pero era un apasionado del juego. Entren¨® a equipos menores, desde donde lleg¨® al Parma, que hizo un f¨²tbol ante el Mil¨¢n que cautiv¨® a Berlusconi, justo entonces llegado a la presidencia del club. Le fich¨®, pese a su falta de curr¨ªculum, y acert¨® de lleno. Con ¨¦l, el Mil¨¢n fue la perfecci¨®n. Un f¨²tbol en zona, inteligente, limpio, bello, con ocho italianos y tres magn¨ªficos holandeses, que hizo fichar ¨¦l mismo: Rijkaard, Van Basten y Gullit. Pero su obsesi¨®n por el trabajo lleg¨® a granjearle la antipat¨ªa de Van Basten y Gullit, a los que exig¨ªa muchos movimientos de presi¨®n, y eso provoc¨® su ca¨ªda. Ram¨®n Mendoza, presidente del Madrid, le hab¨ªa ofrecido un contrato de 2000 millones de pesetas por cinco a?os para entrenar a su Quinta del Buitre. Esperaba que con los jugadores que ten¨ªa m¨¢s la buena mano de Sacchi el club alcanzar¨ªa la perfecci¨®n. Pero se cruz¨® la azzurra. Aunque muchos sosten¨ªan que sin sus holandeses Sacchi no ser¨ªa el mismo, Matarrese, el presidente de la Federaci¨®n italiana, se decidi¨® por ¨¦l, por delante de Trapattoni, un cl¨¢sico de los banquillos italianos, gran devoto del cerrojo. La ?l¨ªnea Sacchi? chocaba con las tradiciones italianas. Porque en Italia, cosa que sorprende a todos fuera de all¨ª, les gusta ?su? f¨²tbol.
As¨ª que la desconfianza siempre existi¨®. Y eso que Sacchi clasificar¨ªa a Italia para el Mundial de EE UU, el de 1994, en el que llegar¨ªa incluso a la final. El partido contra Brasil acab¨® cero a cero y se decidi¨® en los penaltis, en los que Italia perdi¨®, por fallos de Baresi y Baggio. Fue la primera final de una Copa del Mundo, y a¨²n la ¨²nica, decidida en los penaltis. Luego clasific¨® a Italia para la Eurocopa de Inglaterra, en 1996, aunque con m¨¢s problemas. Ya en Inglaterra, cay¨® en la primera fase. La opini¨®n p¨²blica cada vez estaba m¨¢s en contra de ¨¦l, y en la fase de clasificaci¨®n para el siguiente Mundial, el de Francia, la situaci¨®n ya hace crisis. Silbado en los partidos en casa y con la perspectiva de no clasificarse, Sacchi abandona bruscamente la azzurra un 1 de diciembre, en v¨ªsperas de una decisivavisita a Wembley, y regresa al Mil¨¢n, donde est¨¢ fracasando Tab¨¢rez. Italia se indigna con ¨¦l. El viejo Cesare Maldini se hace cargo de la situaci¨®n, gana en Wembley y clasifica a Italia con repesca. A su vez, Sacchi cierra una mala temporada en el Mil¨¢n, que acaba und¨¦cimo. Su estrella en Italia se hab¨ªa apagado. El paso por la azzurra se hab¨ªa probado como una maniobra contra natura. En Italia gusta otro f¨²tbol. Y, en Madrid, Mendoza pensaba para s¨ª cu¨¢nto mejor les hubiera ido al Madrid y al propio Sacchi si este hubiera aceptado su oferta.