S¨®lo el Madrid gana as¨ª
Cristiano y Morata, en los minutos 89' y 94', salvaron al Madrid de un Sporting de Lisboa brillante y durante muchos minutos muy superiorReal Madrid-Deportivo: LaLiga
Un Madrid en Babia, un error de c¨¢lculo sobre el verdadero valor del Sporting, una alineaci¨®n equivocada y unos cambios tard¨ªos tuvieron al equipo de Zidane en vilo en su estreno en la Champions. Pero en el Madrid pesa m¨¢s su esp¨ªritu que sus errores y sobre la bocina le sacaron del l¨ªo un apagado Cristiano y un revoltoso Morata.
A 24 minutos del drama fueron llamados a filas Lucas V¨¢zquez y Morata, con m¨¢s piernas y mejor ¨¢nimo que Bale y Benzema, los relevados. Despu¨¦s lleg¨® un James con apetito. Y?s¨®lo entonces comenz¨® a hac¨¦rsele largo el partido a un Sporting hasta entonces brillante. Dos remates de Carvajal, un palo de Cristiano casi a puerta vac¨ªa, un gol anulado a Morata. Un vendaval tard¨ªo, con la vista puesta ya en el crono, y entonces s¨ª con el p¨²blico convertido en c¨®mplice. Y finalmente dos goles, uno de falta de Cristiano (89¡¯) y otro en cabezazo racial de Morata (94¡¯). S¨®lo el Madrid es capaz de ganar as¨ª sistem¨¢ticamente, siempre camino de la inmortalidad.
La Champions es alta monta?a y depara partidos de este tipo, que el Madrid se vio obligado a escalar de principio a fin por la cara norte. Se conjugaron la convalecencia competitiva de Cristiano y Benzema, que le dieron plant¨®n al equipo, el remoloneo del resto y un Sporting con hechuras, trap¨ªo, personalidad y muy horneado. Una obra maestra de Jorge Jes¨²s, al que le han cambiado 14 jugadores y le han quitado a sus dos estrellas este verano sin que se haya notado el m¨¢s m¨ªnimo temblor.
T¨¢cticamente, el Sporting fue m¨¢s que el Madrid, al que le averi¨® el motor de arranque poniendo a sus dos mediocentros, William Carvalho y Adrien Silva, los mejores futbolistas del equipo, en el cogote de Modric y Kroos. Un dolor de muelas para el Madrid, que se march¨® al descanso con dos disparos de Cristiano desde el p¨¢rking y ninguna explicaci¨®n a su inferioridad.
El equipo portugu¨¦s fue cerr¨¢ndoles todas las salidas con un trabajo grupal, una presi¨®n media molesta, con ayudas y buenas salidas por las bandas. Un equipo robotizado al que el Madrid no pudo hacerle un ara?azo durante muchos minutos ?y que se despleg¨® a ratos con sentido y peligro.
No sonaron violines al paso de Modric, cuyas infrecuentes ausencias dejan al equipo una sensaci¨®n de orfandad. Y Marcelo tampoco fue la llave maestra que abre todas las puertas. El Madrid s¨®lo supo encontrar las diagonales hacia Carvajal, inconclusas; el trabajo en el alcantarillado de Casemiro, que tampoco tuvo salida de pelota, y algunas maniobras de distracci¨®n de Bale, que luego qued¨® muy quebrantado por un golpe en la cadera. Es adicto a la enfermer¨ªa. As¨ª que el Madrid se vio atrapado en aquella ratonera, que se agrav¨® con el gol de Bruno C¨¦sar a vuelta del descanso. Fue la estocada despu¨¦s de tres avisos en la primera mitad, dos de ellos de Gelson Martins, que pareci¨® Garrincha ante este Madrid oscuras.
El sartenazo s¨®lo alborot¨® al equipo con los cambios, que acabaron con ese ritmo de bolero que conduc¨ªa a la perdici¨®n y con aquel ballet fluorescente. El Madrid ha hecho costumbre de ganar as¨ª, en descuentos eternos y para la eternidad.
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