366 HISTORIAS DEL F?TBOL MUNDIAL | 27 DE AGOSTO
?Han secuestrado a Di St¨¦fano en Caracas! (1963)
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El Madrid de Santiago Bernab¨¦u hac¨ªa frecuentes giras para recaudar dinero y ganar prestigio. Que nadie piense que eso es una novedad de esta ¨¦poca. En cuanto le eliminaban de la Copa, que se jugaba entonces despu¨¦s de la liga, el equipo se iba de gira. Otras veces era al rev¨¦s, al principio de la temporada, tras unos cuantos entrenamientos. A los jugadores les pagaba el club a peseta el d¨®lar, una peseta por cabeza por cada d¨®lar que ingresaba el club por el partido. Y una prima creciente por cada gol de ventaja que consiguieran. Se trataba de ganar y golear, a ser posible, para aumentar el prestigio. As¨ª, el Madrid fue un poco por todas partes en la ¨¦poca, incluso a lugares de tan poca tradici¨®n futbol¨ªstica como Ghana, Egipto o Estados Unidos. Esta vez hizo un viaje cl¨¢sico: Caracas, para jugar la llamada Peque?a Copa del Mundo.
Tras jugar contra el Oporto, el Madrid regres¨® al hotel Potomac, donde estaba concentrado. Los jugadores cenaron y se fueron a las habitaciones. Di St¨¦fano ten¨ªa una habitaci¨®n contigua a la de Santamar¨ªa, que se comunicaba por una puerta que no cerraban. A las seis de la ma?ana son¨® el tel¨¦fono. El recepcionista le dijo que bajara, que hab¨ªa unos polic¨ªas que quer¨ªan verle. Di St¨¦fano crey¨® que ser¨ªa una broma de algunos compa?eros que volv¨ªan de juerga y no baj¨®. ?Entonces suben ellos.? ?Pues que suban.? Enseguida aparecen dos individuos que le dicen ser polic¨ªas y le piden que les acompa?e a comisar¨ªa para un asunto de tr¨¢mite. Santamar¨ªa le dice que no vaya, que avise a un directivo, pero Di St¨¦fano se pone una chaqueta sobre el pijama verde y les acompa?a. En cuanto le meten en el coche le dicen que es un secuestro, que est¨¦ tranquilo, le vendan los ojos y empieza un peregrinaje. Primero, un apartamento en Caracas, luego una finca en el campo, por fin otra vez un apartamento, peque?o, en el centro, donde le quitan la venda de los ojos y el jefe de los secuestradores, un tal Canales, le explica todo: se trata de llamar la atenci¨®n sobre su movimiento, el Frente Armado de Liberaci¨®n Nacional. Y que pronto le soltar¨ªan. Posiblemente hab¨ªan tomado la idea de Fidel Castro, que cuatro a?os antes hab¨ªa hecho lo mismo con Juan Manuel Fangio, al que secuestr¨® y retuvo durante las horas que dur¨® el Gran Premio de La Habana de F¨®rmula 1.
El secuestro dur¨® setenta horas. Le trataron bien, pero siempre pas¨® miedo. Por el d¨ªa jugaban al domin¨® o a las damas. ?l les dec¨ªa cada poco que ya habr¨ªan hecho ruido, que su padre estaba mal del coraz¨®n, que le soltaran. Por fin, al tercer d¨ªa le llevaron al centro, a la avenida Libertadores, y le dijeron que bajara. ?l dio un salto y se escondi¨® tras un ¨¢rbol, hasta que se fueron. Luego cogi¨® un taxi hasta la Embajada espa?ola. Cuando lleg¨®, vio que hab¨ªa un cartelito que pon¨ªa: abierto de 10 a 14. Mir¨® el reloj y eran las dos y diez de la tarde. Casi quema el timbre hasta que abri¨® la puerta un matrimonio mayor que trabajaba all¨ª. Le reconocieron al instante. Enseguida llamaron a su casa, a Madrid, y al hotel, para comunicar su feliz aparici¨®n.
Esa misma noche jugaba el Madrid otro partido, contra el S?o Paulo, y Bernab¨¦u le insisti¨® en que deb¨ªa jugar, para dar sensaci¨®n de gran valor. Maldita la gana que ten¨ªa de hacerlo, pero jug¨®, para asombro de todos, aunque tuvo que ser reemplazado en la segunda mitad por Evaristo, porque no pod¨ªa m¨¢s. Durante el secuestro solo hab¨ªa comido perritos calientes.
Muchos a?os despu¨¦s, en 2001, el Madrid invit¨® al jefe de los secuestradores, que se ha ganado despu¨¦s la vida como pintor, al estreno de la pel¨ªcula Real the Movie, en la que aparece su personaje. Se busc¨® provocar un saludo entre ambos, pero Di St¨¦fano no estuvo c¨®modo, no le quiso dar la mano: ?Usted hizo pasar mucho miedo a mi familia?.