El drama que inspir¨® Evasi¨®n o victoria (1942)

El museo del Dinamo de Kiev guarda muchos recuerdos de aquellos d¨ªas, de aquellos partidos. Una serie de diez en los que el Start, equipo formado por prisioneros de guerra ucranianos, especialmente aptos para el f¨²tbol (jugadores profesionales en su mayor¨ªa, del Dinamo o del Lokomotiv, los dos grandes equipos de Kiev), se enfrent¨® victoriosamente a otros tantos rivales, en ocasiones las selecciones de pa¨ªses ocupados por los nazis, como Hungr¨ªa o Ruman¨ªa. La Wehrmacht hab¨ªa arrollado con su Blitzkrieg al Ej¨¦rcito Rojo, al que tom¨® casi un mill¨®n de prisioneros en el verano de 1941, en sus maniobras de embolsamiento sobre Kiev. Entre ellos, claro, los mejores futbolistas del pa¨ªs. Como el f¨²tbol se da a ver hasta en las circunstancias m¨¢s terribles, alguien tuvo la idea de agruparlos en un equipo y someterlos a diferentes desaf¨ªos. Cada partido que ganaban resultaba una exaltaci¨®n patri¨®tica de la poblaci¨®n local, y a las autoridades nazis el asunto cada vez les gustaba menos. Y presionaban a los chicos del Start para que se dejaran ganar.

El ¨²ltimo, disputado contra un combinado de las fuerzas nazis de ocupaci¨®n, sobre todo de la Luftwaffe (la aviaci¨®n) fue conocido como ?El partido de la muerte?. Al final del mismo, los dos equipos se hicieron una foto juntos, que a¨²n se conserva, con un aire de feliz confraternizaci¨®n. Pero los altos mandos del campo de concentraci¨®n no lo tomaron con tanta deportividad. Los ya ancianos guardianes del museo del Dinamo de Kiev, testigos de los hechos, a¨²n cuentan que aquella d¨¦cima victoria de los suyos irrit¨® de tal manera a los alemanes que no hubo m¨¢s partidos y que sus h¨¦roes futbol¨ªsticos fueron arrojados a un destino fatal. Cinco murieron entre torturas y fusilamientos y otros cuatro quedaron incapacitados para la pr¨¢ctica del f¨²tbol.

Esa es la historia que lleg¨® a o¨ªdos de John Huston y que inspir¨® su pel¨ªcula Evasi¨®n o victoria, en la que participan, entre otros, Pel¨¦, Ardiles, Bobby Moore y Deyna, as¨ª como c¨¦lebres actores como Michael Caine y Sylvester Stallone. En esencia, el principio es el mismo: los alemanes desaf¨ªan a una selecci¨®n de buenos jugadores, tra¨ªdos de varios campos de concentraci¨®n para enfrentarse al equipo de la Wehrmacht. El partido se concierta en Colombes, el gran estadio de Par¨ªs en aquellos a?os. Algunos aceptan con la idea de que puede ser una buena ocasi¨®n para organizar una fuga de gran efecto propagand¨ªstico. Desde el vestuario que van a utilizar se excava en los d¨ªas previos un t¨²nel hasta la estaci¨®n de metro pr¨®xima, por donde podr¨ªan escaparse en el descanso. Llega el d¨ªa del partido, juegan, los alemanes abusan de su fuerza y del arbitraje, les intimidan y, por supuesto, al descanso llegan con buena ventaja. Una vez en el vestuario, el amor propio de todos vence al deseo de fugarse. ?Hay que salir y ganarles.? ?Si les ganamos, nos fusilar¨¢n.? Pero puede el fuego deportivo, salen y ganan, con un gol sensacional de Pel¨¦ y un penalti parado por Stallone. Al pitido final, el p¨²blico salta al campo, les rodea, les envuelve, les va prestando ropas y se fugan todos, mezclados con la muchedumbre entusiasta. Un final mejor que el que vivieron los muchachos del Start, pero un recuerdo al pundonor de aquellos jugadores que no se dejaron intimidar, que no se dejaron vencer, y cuyos nombres recuerda una l¨¢pida ante la que los aficionados de Kiev a¨²n derraman de cuando en cuando una l¨¢grima: Trusevich, Klimenko, Sviridovsky, Sukharev, Balakin, Gundarev, Goncharenko, Chernega, Komarov, Korotkikh, Putistin, Melnik, Timofeev y Tyntchev¡­