Alemania, ?qui¨¦n si no!, inaugura el gol de oro (1996)

Est¨¢bamos en plena ¨¦poca de Clemente. Espa?a estuvo presente en aquella fase final de la Eurocopa, pero en medio de un ambiente desagradable por las malas relaciones entre el seleccionador y buena parte de la prensa. En la fase de grupos empatamos los dos primeros partidos (con Bulgaria y Francia) a ¨²ltima hora y el tercero lo ganamos, tambi¨¦n muy a ¨²ltima hora, contra Ruman¨ªa. As¨ª fuimos a cuartos, donde nos toc¨® el local, Inglaterra. Jugamos mejor, pero ca¨ªmos en la tanda de penaltis, con aquel Zubizarreta que se desplomaba l¨¢nguidamente para un lado con aire de ser incapaz de alcanzar ninguno. Hierro estrell¨® el primero en el larguero, a Nadal le pararon el cuarto y los ingleses no tuvieron necesidad de tirar ni el quinto. Nos volvimos en cuartos. Est¨¢bamos en plena leyenda del maleficio de los cuartos.
Sigui¨® la Copa. Semifinalistas fueron Inglaterra, Francia (que tambi¨¦n pas¨® en los penaltis), Alemania y Checoslovaquia. Las semifinales se dilucidaron asimismo en los penaltis, y pasaron Alemania y Checoslovaquia. Se estaba extendiendo entonces cierto hartazgo de las series de penaltis y para evitarlas se hab¨ªa dispuesto que en caso de producirse alg¨²n gol en la pr¨®rroga acabar¨ªa la misma, dando vencedor en el mismo instante al equipo que lo consiguiera. Fue lo que se dio en llamar el ?gol de oro?. Pero tal cosa no pas¨® ni en los cuartos ni en la semifinal, entre los que se consumieron cuatro pr¨®rrogas. Llegados a la final, s¨ª pasar¨ªa. Aquella final, por cierto, fue precedida por un hecho singular. Uno de los jugadores checoslovacos, poco optimista por lo que se ve, hab¨ªa fijado su boda para dos d¨ªas antes de la misma, pensando que no conseguir¨ªan disputarla. Llegado el momento, a¨²n estaban en competici¨®n. El seleccionador le dio permiso para faltar unas horas. Vol¨® a Praga, se cas¨® y volvi¨® a la concentraci¨®n. Empez¨® el partido como suplente y solo ingresar¨ªa en el minuto 86, ya de cara a la pr¨®rroga.
Fue un partido movido e intenso, entre una Checolosvaquia en la que luc¨ªan Nedved (que llegar¨ªa a ser Bal¨®n de Oro) y Poborsk?, gran extremo, y una Alemania de entreguerras, entrenada por Vogts, que no ten¨ªa jugadores tan notables como en otras ¨¦pocas. Quiz¨¢ Sammer, H?ssler, Klinsmann¡ En la segunda mitad se adelanta Checoslovaquia, de penalti. Entonces ingresa un suplente, Bierhoff, un grandull¨®n a quien se acusaba de haber sido seleccionado por la amistad de Vogts con su padre. Pero Bierhoff va a justificar largamente su presencia ah¨ª. Primero, con el gol que dar¨¢ el pase a la pr¨®rroga, al atacar en el saque de una falta el desguarnecido segundo palo de los checoslovacos para marcar de cabeza. Luego, en el minuto cuatro de la pr¨®rroga, se hizo con un bal¨®n en el ¨¢rea rival, se revolvi¨® y tir¨® a la media vuelta; el bal¨®n peg¨® en el defensa Hornak y envenen¨® su trayectoria. Kouba qued¨® batido. Alemania era campeona, con gol de oro. El primero y el ¨²ltimo, porque la experiencia no gust¨® tanto como se hab¨ªa pensado y pronto se decidi¨® regresar a las tandas de penaltis, para j¨²bilo de las televisiones, a las que esa soluci¨®n da enormes audiencias.