La generaci¨®n frustrada
Argentina, favorita antes de cada gran competici¨®n, no consigue ganar los torneos y el tiempo y las energ¨ªas de su gran camada se agotan.
Hace algunos a?os, entre los mundiales de Sud¨¢frica y Brasil, la selecci¨®n argentina contaba con un plantel pr¨¢cticamente inmejorable. Salvo alg¨²n puesto de la defensa y quiz¨¢s la porter¨ªa, el resto del equipo era un lujo total, con un banquillo envidiable y rendimientos de sus individualidades en los clubes muy por encima del promedio. Sin embargo, esta generaci¨®n se ha empotrado una y otra vez con el muro de las finales, la pared de los grandes momentos, el p¨¢nico esc¨¦nico de las citas importantes.
Y el tiempo y la paciencia empiezan a agotarse. Entre Sud¨¢frica y Brasil, Argentina contaba con Messi, Ag¨¹ero, T¨¦vez, Di Mar¨ªa, Higua¨ªn y Lavezzi, todos en gran momento y en la edad perfecta para liderar una selecci¨®n. Detr¨¢s, ten¨ªa a Mascherano, Zabaleta, un Romero que se crece con la camiseta albiceleste y tantos m¨¢s. Despu¨¦s reforzaron Banega y Otamendi, dos consagrados en Europa. Puro lujo. Pura clase. Puro talento. Pero de resultados, poco.
Tampoco se trata de ser mezquinos: llegar a tres finales consecutivas no es f¨¢cil e implica un m¨¦rito muy grande. Lo han conseguido ellos, esta generaci¨®n de oro. Pero no logran dar el paso definitivo, el que mete a un equipo en la historia grande del f¨²tbol. Messi acaba de cumplir 29: en teor¨ªa tendr¨ªan que quedarle cuatro o cinco a?os al m¨¢ximo nivel. Higua¨ªn, Ag¨¹ero y Di Mar¨ªa tienen 28. Todos deber¨ªan mantener su gran nivel en sus clubes por lo menos para el mundial que viene, pero la frustraci¨®n de las derrotas empieza a empujarlos hacia el olvido en el plano internacional.
La afici¨®n y prensa argentinas tambi¨¦n tienen relevancia en todo lo que est¨¢ pasando. Las cr¨ªticas a sus propios jugadores son feroces, empezando por Messi, uno de los mejores futbolistas de la historia, el m¨¢ximo anotador de la selecci¨®n, y cuyo error ha sido ser zurdo y llevar la diez. S¨®lo por eso se le compar¨® hasta el hast¨ªo con Maradona, que se dice pronto. Y el hast¨ªo lleg¨®: Leo ha renunciado a la selecci¨®n, lo cual quiere decir, de alguna manera, que ha renunciado a su pa¨ªs, a esos largos viajes desde la naci¨®n que s¨ª lo acogi¨® cuando en Argentina lo miraban de lado: ha renunciado a la enfermiza presi¨®n a la que lo somete su patria.
Y por m¨¢s que hay tiempo para reivindicarse en Rusia, esta generaci¨®n ha sucumbido ya al fracaso. Queda tiempo, pero quiz¨¢s no quedan fuerzas. Quedan a?os, pero las energ¨ªas para sobrevivir a la presi¨®n de un pa¨ªs empiezan a escasear. Podr¨¢ volver Lionel y con ¨¦l el Kun y todos los dem¨¢s, pero la derrota ha calado ya demasiado profundamente. Quiz¨¢s sea el turno de los Dybala, los Correa, los Lamela, los Pastore: la nueva generaci¨®n que tendr¨¢ que pelear con el voraz fantasma de la frustraci¨®n.?
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