Con el Bar?a revent¨® el profesionalismo (1925)

En los alegres y despreocupados a?os veinte el f¨²tbol crec¨ªa y ya mov¨ªa dinero. En Espa?a fue un estallido la medalla de plata de la selecci¨®n en los JJ OO de Amberes, que multiplic¨® la asistencia a los campos y la presencia del f¨²tbol en los peri¨®dicos. Se viv¨ªa una apariencia de amateurismo, porque en aquellos tiempos (y hasta mucho despu¨¦s) exist¨ªa la idea de que el dinero encanallaba el deporte. Pero ese pretendido amateurismo ya era claramente mentira, en Espa?a y en casi todas partes. En Inglaterra se hab¨ªa superado el debate con la separaci¨®n entre f¨²tbol profesional y amateur muchos a?os antes, pero toda Europa estaba en la misma trampa. Los clubes pagaban y justificaban los gastos en obras ficticias de mejora del campo, o inflando gastos de viaje o de cualquier tipo. Por esos a?os fue llamativo el paso de Zamora, de ida y vuelta, del Espanyol al Bar?a y viceversa, ambas veces por buenas cantidades de dinero.
El asunto se disimula como se puede en todos los pa¨ªses de Europa hasta que la revista parisina Sporting, de gran influencia continental, publica un completo y documentado informe sobre la extensi¨®n del profesionalismo, en el que lo m¨¢s relevante es la relaci¨®n, con pelos y se?ales, de los sueldos y primas que cobraban los jugadores del Bar?a. La revista hab¨ªa conseguido sacar del club espa?ol la m¨¢s confidencial de sus informaciones: lo que cobraban sus futbolistas. La relaci¨®n era esta: Plattko, Scarone y Samitier, 1500 pesetas al mes; Alc¨¢ntara, 1300; Piera, Sagi-Barba y Sancho, 1000; Planas, Walter, Arnau, Torralba y Carulla, 800. Adem¨¢s, 1500 pesetas por cabeza por ganar el Campeonato de Catalu?a y 3000 por ganar el Campeonato de Espa?a, la Copa. Aquel informe fue decisivo en el Congreso de Roma, donde todos los asistentes asumieron por fin que el profesionalismo era imparable, que se estaba viviendo una situaci¨®n ficticia al pretender ignorarlo y que era mejor aprobarlo.
El Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional reaccion¨® admitiendo a rega?adientes y con car¨¢cter solo amateur al f¨²tbol para los JJ OO de 1928. Luego, ante la evidencia de que varios pa¨ªses hab¨ªan burlado la norma y enviado profesionales (no Espa?a, que fue con un equipo realmente amateur que result¨® goleado por Italia), expuls¨® al f¨²tbol para la edici¨®n de 1932. Esas convulsiones dieron lugar a la creaci¨®n de la Copa del Mundo, ya con car¨¢cter profesional, cuya primera edici¨®n se disputar¨ªa en 1930, inspirada por Jules Rimet, el presidente de la FIFA. En 1936 el f¨²tbol volver¨ªa a los JJ OO, en Berl¨ªn, ya s¨ª con car¨¢cter amateur, que se mantuvo hasta que el propio COI, en tiempos de Samaranch y con vistas a los JJ OO de Barcelona, en 1992, super¨® el debate del amateurismo, casi setenta a?os despu¨¦s que el f¨²tbol. Durante los a?os de la Guerra Fr¨ªa los pa¨ªses del bloque comunista tuvieron gran ventaja en los JJ OO, pues ellos no reconoc¨ªan el profesionalismo (compensaban a sus futbolistas con altos sueldos del Estado por ocupaciones figuradas) y as¨ª acud¨ªan a las citas ol¨ªmpicas con los mejores.
El profesionalismo ser¨¢ decisivo en la creaci¨®n del campeonato de liga, que nacer¨¢ para cubrir la necesidad de conseguir m¨¢s ingresos. Lo mismo que ya hab¨ªa hecho Inglaterra (siempre por delante de todos en aquella ¨¦poca) en 1888 se hizo despu¨¦s, poco a poco, en todas partes. En Espa?a la primera liga se jug¨® en 1929.