George Best: unos le adoraban y otros le aborrec¨ªan
Pero su juego era maravilloso, imperecedero. Sus frases reflejan la personalidad de un mito que naci¨® para el f¨²tbol y vivi¨® en la autodestrucci¨®n.
"Tendr¨ªa que haber sido Superman para hacer algunas cosas que se supone que he hecho. F¨ªjese, he estado en seis lugares distintos en un mismo momento¡±, explicaba de manera lac¨®nica George Best, y es que hablar de Best, su figura, supone alimentar mitos y leyendas. Agrandar a¨²n m¨¢s su figura ic¨®nica de una persona que, queriendo ser un tipo normal y corriente, fue adoptada como modelo a seguir por una juventud que ¨²nicamente quer¨ªa vivir deprisa. Lo que no se sab¨ªa era que, a veces, esos ¨ªdolos tienen los pies de barro. Y Best pertenec¨ªa a esa clase. Vivi¨® deprisa. Muy deprisa. Nunca quiso ser modelo para nadie, pero su huella como innegable jugador repleto de talento, creatividad, explosividad¡ a¨²n permanece en la memoria de aquellos que le vieron jugar. Mejor: los que le vieron deleitarse con un bal¨®n en sus pies.
Nacido en Belfast, el 22 de mayo de 1946, fue el primer hijo del matrimonio formado por Dickie Best y Anne Withers, una mujer que fallecer¨ªa en 1978, cuando su hijo mayor contaba con 32 a?os de edad, de una enfermedad relacionada con el alcohol. A George le seguir¨ªan cuatro chicas, Carol, Barbara, Julie y Grace. El sexto v¨¢stago ser¨ªa otro chico, Ian. Primeramente, su vida transcurri¨® en las calles de Cregagh. All¨ª empez¨® a regatear coches simulando ser Stanley Matthews, disparar a paredes imitando los poderosos disparos de Ferenc Puskas, sus h¨¦roes de la posguerra. Quer¨ªa ser como ellos. Pero ten¨ªa un problema: su extrema delgadez, lo que le llev¨® a empezar en el rugby. Ah¨ª ganar¨ªa potencia de piernas, trabajar¨ªa su elasticidad y aumentar¨ªa su facilidad de desequilibrar al rival. Pero el f¨²tbol no le hab¨ªa perdido. Segu¨ªa jugando con sus amigos con los que explotaba su talento asilvestrado. Empez¨® a compaginar los dos deportes, pero todo lo liquidar¨ªa un telegrama enviado por un ojeador. ¡°Creo que he encontrado un genio¡±. El destinatario era Matt Busby, fact¨®tum del Manchester United, que segu¨ªa reconstruyendo su equipo tras haber perdido a una generaci¨®n en un accidente de avi¨®n en M¨²nich, en 1958. Busby fue a observar al chaval y, tras verle, no lo dud¨® un segundo. ¡°Se viene con nosotros¡±. El 16 de agosto de 1961, y con apenas 15 a?os, comenzaba una carrera que tendr¨ªa su puesta de largo en 1963. El d¨ªa que cumpl¨ªa 17 a?os firm¨® su primer contrato profesional con el United, y en septiembre de ese mismo a?o debutar¨ªa con la camiseta de los Diablos Rojos, aunque ya era una figura en ciernes en las categor¨ªas inferiores.
Su primer partido como jugador del United lo disput¨® el 14 de septiembre. El rival, el West Bromwich Albion. Ese d¨ªa, quiz¨¢ por el momento, los nervios le traicionaron al principio. Seg¨²n fue transcurriendo el tiempo e irse asentando en su puesto de extremo derecho, Best empez¨® a dar forma a su estilo de juego. Recib¨ªa el bal¨®n y driblaba una y otra vez al lateral izquierdo, un rudo gal¨¦s llamado Graham Williams. Unos a?os despu¨¦s, ambos ya exjugadores, coincidieron en un acto de beneficiencia. Williams se acerc¨® a Best y le golpe¨® ligeramente en la espalda. Best se gir¨® y, al verle, pens¨® que Williams le iba a pegar por haberle humillado aquel d¨ªa.
¡ªHombre, Graham, ?qu¨¦ es de tu vida?
¡ªEsa no es la pregunta, George.
¡ª?Te pasa algo malo conmigo?
¡ªNo, nada ¡ªreplic¨® Williams¡ª. Es que quer¨ªa verte de frente, porque siempre que jugaste contra m¨ª s¨®lo te ve¨ªa la espalda.
Ambos estallaron en carcajadas mientras se daban un fuerte abrazo. Esa an¨¦cdota resume la vida de George Best: alegre y dicharachero, pero con un cierto halo de tristeza, de temor por haber hecho algo malo.
As¨ª comenz¨® su etapa en el equipo de Manchester, donde permanecer¨ªa hasta 1974, disputando un total de 467 encuentros (entre Liga, FA Cup, Copa de la Liga y competiciones europeas) con 180 goles anotados. Su primer gol lo anot¨® el 28 de diciembre, ante el Burnley y, apenas cuatro meses despu¨¦s, se enfundar¨ªa por primera vez la camiseta nacional en un encuentro ante Gales. En noviembre de 1964, marcar¨ªa su primer gol con Irlanda del Norte a Suiza. Viv¨ªa muy deprisa. En apenas quince meses, hab¨ªa debutado con el Manchester, con la selecci¨®n norirlandesa. Parec¨ªa que todo iba sobre ruedas. Pero nos olvidamos de lo m¨¢s importante. La persona. Best apenas hab¨ªa disfrutado de su juventud. Recluido en Manchester, un grupo juvenil arrasaba entre los j¨®venes. Se llamaban The Beatles y hab¨ªan surgido de Liverpool, una ciudad a escasos 40 kil¨®metros de Manchester. Todo el mundo trataba de imitarles. Best incluido. Se dej¨® pelo largo y patillas, en contra de los deseos de su entrenador. Y comenz¨® a llevar una vida disoluta: sal¨ªa por las noches, beb¨ªa, se divert¨ªa¡Lo que har¨ªa un joven de su edad. Y en la bebida encontr¨® su para¨ªso artificial. Un ed¨¦n que, sumado a su fama adquirida, le llevaba a cometer tropel¨ªas. Best era un chiquillo que pensaba que comet¨ªa travesuras cuando lo que estaba haciendo era comenzar el camino de su autodestrucci¨®n: mientras en los terrenos de juego explotaba todas sus virtudes, al salir del estadio se transformaba. Sal¨ªa su ¡®Otro Yo¡¯.
Con el Manchester todo le sonre¨ªa. Junto con Denis Law y Bobby Charlton hab¨ªan formado una tripleta m¨¢gica: ¡®La Sant¨ªsima Trinidad¡¯. Un escoc¨¦s, un ingl¨¦s y un norirland¨¦s que se hab¨ªan ganado el respeto de jugadores, equipos y aficiones rivales. Su buena sinton¨ªa se reflejaba en el campo. Bobby Charlton suele evocar una noche en la que el equipo hab¨ªa regresado de jugar en Cardiff. Recordando que su mujer e hijas estaban de viaje en Londres, le sugiri¨® a Best que le acompa?ase a su casa. All¨ª cenar¨ªan. Los dos jugadores llegaron a la casa de Charlton y se pusieron a preparar la cena. Mientras ali?aban una ensalada y calentaban algo de pescado, la conversaci¨®n deriv¨® en una charla familiar. ¡°George me preguntaba c¨®mo era la vida de casado, el tener hijos, perros, ayudar a hacer las labores del hogar¡ Yo pensaba: ¡®Ha madurado¡¯. Si no, no me lo puedo explicar¡±. Al d¨ªa siguiente, Best se present¨® medio borracho en el entrenamiento. Charlton se le acerc¨® y le pregunt¨® qu¨¦ le hab¨ªa pasado. Y Best, sonri¨¦ndole, le explic¨®: ¡°Sal¨ª de tu casa y, mientras iba pensando en lo que me hab¨ªas contado, me entr¨® una sensaci¨®n de agobio, que me fui al bar a relajarme¡±. Ya era conocida su afici¨®n por la bebida y rara era la semana en la que su imagen no aparec¨ªa en cualquier tabloide sensacionalista bebiendo de inmensas pir¨¢mides formadas por copas llenas de champ¨¢n, rodeado por los brazos de cualquier chica del momento.
Pero sus ¨¦xitos tapaban sus esc¨¢ndalos. En 1968 fue elegido Mejor Jugador Brit¨¢nico del A?o, gan¨® la Copa de Europa en Wembley al derrotar al Benfica (4-1, marc¨® un gol). Adem¨¢s, ese a?o gan¨® el Bal¨®n de Oro, que entregaba France Football. Ese mismo a?o cruz¨® la raya: por primera vez fue expulsado en Old Trafford en un encuentro contra el Estudiantes argentino. Empezaba su declive: se negaba a subirse al autob¨²s junto a sus compa?eros de equipo y comenz¨® a acumular infinitas multas, sanciones, suspensiones y conflictos con el gremio arbitral. En 1969 vio de nuevo c¨®mo ten¨ªa que irse a los vestuarios antes de tiempo, al golpear el bal¨®n que ten¨ªa sujeto el ¨¢rbitro, en una semifinal de la Copa de la Liga frente al Manchester City. Era un derbi y la afici¨®n no se lo perdon¨®, al igual que cuando fue suspendido durante cuatro semanas por ese mismo motivo: el castigo vino por no pedir perd¨®n al colegiado.
Pero luego ven¨ªan sus perdones. Y estos eran a lo grande. El 7 de febrero de 1970, tras haber cumplido su sanci¨®n, el United se med¨ªa al Northampton Town, en un partido valedero para la Quinta Ronda de la FA Cup. Best, sinti¨¦ndose se?alado por la afici¨®n, que no por sus compa?eros, decidi¨® resarcirse. El campo estaba anegado de barro, pero le dio igual: el Manchester venci¨® (2-8) y Best marc¨® seis goles. Se congraciaba de nuevo con sus seguidores. En abril volvi¨® a aparecer el Best ingrato, y esta vez con su selecci¨®n: Irlanda del Norte se med¨ªa a Escocia. Fue expulsado por escupir y tirarle barro al colegiado.
Su descenso a los infiernos hab¨ªa comenzado: perdi¨® el tren que llevaba al Manchester United hasta Londres, donde ten¨ªa que jugar con el Chelsea. Cogi¨® un tren posterior, pero en vez de llegarse hasta el hotel donde estaba la expedici¨®n red, se march¨® a la casa de la actriz Sinead Cusack, a la que conoci¨® en el trayecto. Con ella pasar¨ªa todo el fin de semana, siendo la portada de los tabloides durante tres d¨ªas. Se resarcir¨ªa marcando un hat trick contra el West Ham. Tambi¨¦n lograr¨ªa el perd¨®n de sus compatriotas al marcar otros tres goles ante Chipre en Belfast.
Pero a alguien no acaba de caerle bien. Empez¨® a recibir amenazas de muerte. Unas proced¨ªan de supa¨ªs natal. Otras, seg¨²n Scotland Yard, de aficionados del United. Best no les hizo caso hasta que en la sede del club recibieron un serio aviso: ¡°Van a disparar a Best durante el partido que tienen que jugar en Newcastle¡±. El club avis¨® al jugador y se redobl¨® la seguridad en el viaje y en la estancia en la ciudad norte?a. Best jug¨® y marc¨® el ¨²nico tanto del partido. A m¨¢s presi¨®n, parec¨ªa sentirse m¨¢s libre, m¨¢s feliz.
1972 mostrar¨¢ el principio del fin de su estancia en Old Trafford. Perdi¨® numerosos d¨ªas de entrenamientos y los fines de semana sol¨ªa volar a Londres, donde pasaba los d¨ªas y las noches de bar en bar, acompa?ado de celebrities de la ¨¦poca. Casi todas mujeres¡, como Carolyn Moore, Miss Gran Breta?a, y anunciaba su hast¨ªo de jugar en un equipo flojo: tras jugar un encuentro homenaje a Uwe Seeler en Hamburgo, sus diferencias con la directiva se agrandaron. As¨ª, desapareci¨® un d¨ªa, vol¨® hasta Marbella y all¨ª anunci¨® que se retiraba del f¨²tbol. Se lo dijo a dos periodistas de AS, Miguel Vidal y Javier G¨¢lvez, que le hab¨ªan estado esperando por la puerta de atr¨¢s del hotel donde se hospedaba. Aseguraba que se hab¨ªa estado bebiendo una botella de espirituosos al d¨ªa. Volvi¨® a entrenarse, pero a lo largo del invierno de 1972 y la primavera de 1973 sus incidentes fueron cada vez m¨¢s sonados, incluido una estancia en el hospital de Manchester tras sufrir una trombosis estando en Marbella.
El 6 de octubre de 1973, jug¨® en Old Trafford con los reservas del United ante los reservas del West Ham. S¨®lo hab¨ªa 7.126 espectadores en las gradas. La mayor¨ªa hab¨ªa ido a verle expresamente a ¨¦l y acabaron medio abuche¨¢ndole. El 1 de enero de 1974, George Best jug¨® su ¨²ltimo partido con la camiseta del United. Su ¨²ltimo rival fue el Queens Park Rangers. Al d¨ªa siguiente, no se present¨® en el entrenamiento, lo que le conllev¨® a no ser convocado para un partido de FA Cup contra el Plymouth Argyle. Protest¨® y recibi¨® una sanci¨®n de dos semanas sin empleo y sueldo, am¨¦n de inscribirle en la ¡®Lista de Traspasos¡¯. Sali¨® del vestuario pegando un portazo y gritando: ¡°?Nunca m¨¢s volver¨¦ a jugar para el United!¡±. Dicho y hecho. Su carrera como red devil concluy¨® ah¨ª.
D¨ªas despu¨¦s, volvi¨® a protagonizar otro sonado caso. Fue detenido y, posteriormente puesto en libertad bajo una fianza de 6.000 libras, acusado de haber robado un abrigo de piel, el pasaporte, un talonario de cheques y otros objetos del apartamento de la Miss Mundo Marjorie Wallace. Tres d¨ªas despu¨¦s, se aclar¨® el asunto. Se hab¨ªan cogido tal borrachera, que Best, en uno de sus alardes, le propuso dar la vuelta al mundo. Cogieron un coche y, camino del aeropuerto, pararon en un bar. All¨ª siguieron bebiendo. Cogieron un taxi, pero cuando llegaron al aeropuerto, discutieron. Best quer¨ªa empezar por Marbella, Miss Mundo quer¨ªa ir a Hawai. Sus pertenencias estaban en el maletero del coche que hab¨ªan dejado medio abandonado en el bar en su escapada.
Tras su salida del United, Best emprendi¨® otra aventura: jug¨® en Estados Unidos (all¨ª un equipo le hizo una oferta. ¡°Este a?o le pagaremos 20.000 d¨®lares y el pr¨®ximo, 30.000¡±, le dijo el presidente. Su respuesta fue corta y contundente: ¡°De acuerdo. Firmar¨¦ el a?o pr¨®ximo¡±, dejando con cara de asombro al dirigente), volvi¨® al Reino Unido (Stockport County, Cork City, Fulham, Hibernian, Bournemouth), en Australia (Brisbane Lions), para acabar en el modest¨ªsimo? Tobermore United.
Hay muchas leyendas sobre George Best. La mayor¨ªa, o todas, ciertas: una vez tuvo una bronca con su gran amigo David Sadler, que le acusaba de ser un chup¨®n, que no le pasaba el bal¨®n a sus compa?eros. En el siguiente partido del Manchester, Best se dedic¨® a pasar el bal¨®n a su compa?ero. Sadler era uno de los centrales del equipo. En otro partido, y para ganar una apuesta, s¨®lo tocaba el bal¨®n con su pierna izquierda. En otra ocasi¨®n ayud¨® a Shay Brennan a completar un cuestionario que una empresa de tarjetas de cr¨¦dito le hab¨ªa solicitado que rellenase. Brennan dudaba qu¨¦ escribir bajo el ep¨ªgrafe de Empresa, a lo que Best le sugiri¨® que pusiese Manchester United. "Es donde trabajas¡±. Brennan se qued¨® sorprendido por la respuesta, pero esta a¨²n fue mejor cuando bajo el t¨ªtulo de Puesto, Best le dijo que ten¨ªa que poner ¡°Lateral izquierdo¡±. Su puesto en el once titular.
Dos frases resumen su vida. La primera es ¡°He gastado mucho dinero en alcohol, mujeres y coches r¨¢pidos. El resto lo he derrochado¡±. Cierta es. Una vez, alojado con una Miss en un hotel, llevaba varios d¨ªas sin salir y un camarero que le atend¨ªa d¨ªa s¨ª, d¨ªa tambi¨¦n, se atrevi¨® a darle un consejo: ¡°Mire usted, se?or Best, deje de hacer estas cosas y c¨¦ntrese en el f¨²tbol. Todo el mundo se lo agradecer¨¢. Aqu¨ª no hace m¨¢s que perder el tiempo. Usted es joven¡±. A lo que Best le respondi¨® ¡°?Le parece que estoy perdiendo el tiempo junto a esta bella se?orita, bebiendo y disfrutando de la vida ahora que puedo?¡±. El camarero huy¨® espantado.
La segunda denota su triste soledad. Ten¨ªa todo y a la vez no ten¨ªa nada. Por no tener, no ten¨ªa ni fuerza de voluntad: ¡°Una vez me compr¨¦ una casa en la playa. Para llegar al mar hab¨ªa que cruzar una calle. Y en esa calle hab¨ªa un bar. Nunca vi el mar¡±; aunque la m¨¢s triste de todas es la siguiente: ¡°Cada vez que entro a un bar hay 50 ¨® 60 personas que me quieren invitar a tomar un trago. Y yo soy una persona que no sabe decir no¡±.
En verano 2002, fue sometido a un trasplante de h¨ªgado. Fue una intervenci¨®n de casi diez horas de duraci¨®n. La operaci¨®n fue buena y, a los 17 d¨ªas de ser intervenido, recibi¨® el alta. Apenas un d¨ªa despu¨¦s, volv¨ªa a ser ingresado por problemas con su bilis. Cuatro meses despu¨¦s, se le volv¨ªa a ver tomando spritzers: una mezcla de vino y agua t¨ªpica del Reino Unido, lo que motiv¨® numerosas quejas. A finales de 2005, George Best fallec¨ªa. Tuvo un funeral casi de Estado. Las calles de su Belfast querido se llenaron de gente atestando las aceras, en un recorrido retransmitido por siete cadenas de televisi¨®n. Desaparec¨ªa un talento innato, un rebelde con causa, una persona que lo ¨²nico que quiso fue vivir una juventud que no hab¨ªa disfrutado en su momento. Forjador de una leyenda que con cada d¨ªa que transcurre se va agrandando paulatinamente, rumbo a un horizonte sin final. George Best, un ¨ªdolo del f¨²tbol, un icono de vida destructiva.