Zamora, encarcelado por los dos bandos de la Guerra Civil (1940)

Cuando comenz¨® la Guerra Civil, Zamora estaba en Madrid. Acababa de ganar la Copa de Espa?a, 2-1 del Madrid sobre el Bar?a en Valencia, con su ¨²ltima gran parada, a tiro de Escol¨¤, en los trances finales del partido. Ten¨ªa fama de se?orito de derechas, as¨ª que por precauci¨®n se escondi¨® en casa de unos amigos. Pero un d¨ªa los milicianos registraron esa casa y se lo llevaron. Pas¨® bastantes semanas en la C¨¢rcel Modelo, m¨¢s bien porque a los encargados les gustaba hablar con ¨¦l. Le citaban tantas veces para salir, que prisioneros que sal¨ªan libres contaban que le hab¨ªan fusilado, pues muchas veces cuando se llamaba a alguien era para eso. El propio Queipo de Llano lleg¨® a decirlo en algunas de sus c¨¦lebres alocuciones en radio desde Sevilla. Hubo cierta campa?a internacional para que le liberaran, y finalmente as¨ª fue. Durante un tiempo estuvo en la Embajada Argentina, y finalmente fue evacuado, v¨ªa Valencia, en el Tucum¨¢n hasta Marsella. All¨ª se qued¨® un tiempo, jug¨® algunos partidos con Samitier en el Niza y finalmente regres¨® a Espa?a, a la ?zona nacional?, por San Sebasti¨¢n. All¨ª fue contratado por Manuel Fern¨¢ndez Cuesta para escribir en el naciente semanario Marca art¨ªculos deportivos, que firmaba como ?Amoraz?, su apellido descompuesto al rev¨¦s.
Finalizada la guerra regres¨® a Madrid, donde encontr¨® su casa saqueada. Hab¨ªa perdido todos sus recuerdos. El Aviaci¨®n le contrat¨® como entrenador, y como tal fue entrenador de la fusi¨®n del Aviaci¨®n con el Atl¨¦tico de Madrid y gan¨® el primer t¨ªtulo de liga de la posguerra, as¨ª que ante ¨¦l se presentaba una nueva y feliz vida, a¨²n en el f¨²tbol, aunque ya no pudiera ponerse bajo los palos. L¨®gico, puesto que estaba llegando a los cuarenta.
Pero de golpe se ve sorprendido por una nueva detenci¨®n, esta vez por los nacionales, y procesado por faltar a la Ley de Responsabilidades Pol¨ªticas de 6 de febrero de 1939. La acusaci¨®n se basaba en que Zamora estaba incurso en el art¨ªculo 4, apartado n, de dicha ley: ?Haber salido de la zona roja despu¨¦s del Movimiento y permanecido en el Extranjero m¨¢s de dos meses, retrasando indebidamente su entrada en el territorio nacional, salvo que concurriese alguna de las causas de justificaci¨®n expresadas en el apartado anterior?. Zamora hab¨ªa estado m¨¢s de dos meses fuera, no hab¨ªa cumplido con lo que se entend¨ªa como obligaci¨®n de presentarse a la ?zona nacional? en cuanto fuera posible. Para complicar m¨¢s las cosas, el Diario de Burgos reproduce una entrevista publicada en plena guerra en Euskadi Rojo, real, inventada o exagerada, titulada ?Zamora es rojo?. En ella, el portero dice que ¨¦l es una figura del pueblo, que siempre vivi¨® por y para el pueblo, habla de que le trataron bien en la c¨¢rcel y viene a deslizar que quiz¨¢ le internaron m¨¢s para protegerle que para perjudicarle. En el clima fan¨¢tico de los primeros meses de la posguerra cualquier cosa era posible, y Zamora se vio en la c¨¢rcel de Porlier, recordando c¨®mo cuatro a?os antes, en la Modelo, los milicianos se hac¨ªan fotos con ¨¦l y le llamaban cada poco para presumir de que le ten¨ªan ah¨ª, o para present¨¢rselo al amigo de la prima del vecino de un cu?ado.
La prensa informa discretamente de que Zamora deja el cargo de entrenador del Atl¨¦tico, que pasa a ocupar Lafuente. Saldr¨¢ de la c¨¢rcel a los tres d¨ªas, pero la broma le cost¨® seis meses de suspensi¨®n. No volvi¨® a hacerse cargo del equipo hasta el 4 de diciembre. As¨ª trataron los dos bandos enfrentados en la guerra a la m¨¢xima gloria nacional del momento.