Los ?yey¨¦s? ganan la sexta (1966)

Est¨¢bamos en la und¨¦cima Copa de Europa. El Madrid hab¨ªa ganado las cinco primeras y hab¨ªa sido finalista derrotado en la s¨¦ptima (por el Benfica) y la novena (por el Inter). Y ya era otro Madrid. Aquella derrota ante el Inter le cost¨® la salida a Di St¨¦fano. Santamar¨ªa y Pusk¨¢s siguieron a¨²n dos temporadas m¨¢s, pero en esta de que hablamos pasaron a ser suplentes en los primeros meses de la misma. Estaba cerrada adem¨¢s la importaci¨®n de extranjeros, as¨ª que el Madrid se recompuso con jugadores nacionales, varios de ellos de la cantera. En la liga no iba bien, acusaba la renovaci¨®n, pero en la Copa de Europa fue saliendo adelante: Feyenoord (al que Pusk¨¢s marc¨® cuatro en el Bernab¨¦u, su canto del cisne), Kilmarnock, Ander lecht¡ Hasta llegar a las semifinales con el Inter, campe¨®n de las dos ¨²ltimas ediciones. El equipo hab¨ªa ido madurando durante la temporada, con la inclusi¨®n de Vel¨¢zquez como cerebro, el retraso de Grosso a la media, pasando Amancio a interior en punta y dejando la banda derecha a Serena. Se ve¨ªa un buen equipo, pero ?el Inter¡! El Inter de esos a?os era el demonio: cerrojo, f¨²tbol ego¨ªsta, pase largo de Su¨¢rez, gran velocidad de Jair y Mazzola y tiros libres de Corso. Eso, m¨¢s la detestada figura de Helenio Herrera. Bueno, pues el Madrid les elimin¨®: 1-0 y 1-1, y eso fue el boom. Un reportero, F¨¦lix L¨¢zaro, tuvo la idea de hacer un reportaje fotogr¨¢fico en el que Betancort, Vel¨¢zquez, De Felipe, Pirri, Grosso y Sanch¨ªs se colocaron pelucas de beatles. El Madrid lo supo y pretendi¨® frenar el reportaje. Al menos lleg¨® a un compromiso con el periodista: que no se publicara hasta despu¨¦s de la final.
Se jug¨® la final ante el Partizan, que a su vez hab¨ªa eliminado al Manchester en semifinales. Un buen equipo, representante de la gran fortaleza del f¨²tbol yugoslavo por aquellos a?os. (Para los m¨¢s j¨®venes, conviene aclarar que Yugoslavia englobaba entonces lo que hoy son los Estados de Eslovenia, Croacia, Serbia, Montenegro, Bosnia-Herzegovina, Macedonia y Kosovo.) El Madrid se presenta en una final por primera vez (y ¨²nica) con once espa?oles. El choque ante el Inter le ha dejado sin Betancort (canario) y Calpe (valenciano) por lesi¨®n. Juegan: Araquist¨¢in (guipuzcoano); Pach¨ªn (c¨¢ntabro), De Felipe (madrile?o), Sanch¨ªs (valenciano); Pirri (ceut¨ª), Zoco (navarro); Serena (madrile?o), Amancio (gallego), Grosso (madrile?o), Vel¨¢zquez (madrile?o) y Gento (c¨¢ntabro). Gento, que ganar¨¢ su sexta Copa, es el gran enlace con el Madrid imperial, aunque tambi¨¦n est¨¢ Pach¨ªn, que cabalg¨® a lomos de las dos generaciones: ya fue campe¨®n en 1960.
Fue el mismo d¨ªa que Anto?ete, gran madridista, hizo la faena m¨¢s prodigiosa de su vida con la cooperaci¨®n de un toro blanco de Osborne. Buen augurio. Empieza el partido (ya hab¨ªa televisores en Espa?a en much¨ªsimas casas, y se sigui¨® masivamente) y se ve que el Partizan es mejor. F¨²tbol m¨¢s moderno, mejor combinado. Y se adelanta, ya entrada la segunda parte, a la salida de un c¨®rner. Pero el Madrid corre, corre y corre horrores. De repente, un pase luminoso de Vel¨¢zquez a Amancio, que se va, recorta dos veces a su defensa y cruza el bal¨®n. Una maravilla de gol. Poco despu¨¦s, Serena alcanza un remate colosal, desde treinta metros, a la escuadra. El Partizan baja la cabeza, agotado. No puede m¨¢s ante esos chicos que corren y corren y no paran. Al pitido final, el campo, Heysel, se llena de emigrantes euf¨®ricos. El regreso a Madrid es triunfal, porque esta copa no la esperaba nadie.
El Alc¨¢zar publica el reportaje de F¨¦lix L¨¢zaro y el equipo queda inmortalizado para siempre con el mote de Madrid ?yey¨¦?. (La expresi¨®n ?yey¨¦? se asociaba entonces a la juventud partidaria de la revoluci¨®n cultural y musical que nos ven¨ªa de Inglaterra.) A Bernab¨¦u y su gerente, Antonio Calder¨®n, ya no les pareci¨® tan sacr¨ªlego. Incluso les cay¨® en gracia.