La Champions vive en Madrid
Un gol de Bale, ayudado por un desv¨ªo en Fernando, sirvi¨® la segunda final Madrid-Atl¨¦tico. El Madrid mereci¨® m¨¢s, pero acab¨® pidiendo la hora. El City fue inofensivo.Juventus-Real Madrid en directo .
En la cartograf¨ªa del f¨²tbol, Mil¨¢n ya cae entre Cibeles y Neptuno. All¨ª acudir¨¢ el Madrid camino de otro derbi del siglo, camino del cielo. El club anduvo en los planos de la Copa de Europa y siempre ha considerado el torneo su territorio de caza. Cada eliminaci¨®n la siente como un fracaso mal curado, como un desalojo brutal, el d¨ªa del a?o que arrancar¨ªa del calendario. Cada copa, como un t¨ªtulo nobiliario que le distingue m¨¢s del resto. Ahora persigue el und¨¦cimo despu¨¦s de despachar al City de Pellegrini, al que el dinero no acaba de darle toda la felicidad, con tanta justicia como falta de lustre.
El mundo es de los centrocampistas. En el Madrid abundan y en el City escasean. Por ah¨ª empez¨® el partido a volcarse sobre Hart. Primero sutilmente. Despu¨¦s escandalosamente. Con el Bernab¨¦u creando el efecto invernadero que merec¨ªa la ocasi¨®n, Modric y sus afluentes le quitaron la pelota al City. Y a partir de ah¨ª fue ensombreci¨¦ndose el equipo de Pellegrini, que en la semana internacional de la miolog¨ªa perdi¨® pronto a su capit¨¢n, Kompany, por una lesi¨®n muscular. A los siete minutos se integraba en la cofrad¨ªa de Silva, Benzema y Casemiro.
Isco y Marcelo mejoraron extraordinariamente la puesta en escena del Madrid. El malague?o es capaz de saltar dos l¨ªneas con un golpe de cadera. El brasile?o resulta indefendible. Sus cargas tienen insistencia, sentido, profundidad. El City fue incapaz de detener ese tren bala, pese a que en los inicios probase con ¨¦xito ef¨ªmero la mezcla de mucha pelota y poco riesgo.
Zidane se ahorr¨® esta vez al magn¨ªfico Lucas V¨¢zquez para no moverles la silla ni a Bale ni a Cristiano, sus machos alfa. Con Jes¨¦ le dio una salida natural a la baja de Benzema, aunque desfigurase en cierto modo la composici¨®n del ataque. Cambi¨® al lanzador por un tercer corredor. Jes¨¦ no es futbolista de largometrajes. Entra y sale de los partidos y ya corre el riesgo de convertirse en un jugador para minor¨ªas. En cualquier caso, con el empuje de Carvajal, el Madrid fue masticando el dominio ante la pobreza energ¨¦tica de su rival, en el que Yaya Tour¨¦ (o su fantasma) vagabunde¨® por detr¨¢s de Ag¨¹ero. Por ah¨ª no prosper¨® su equipo y tampoco con el desplazamiento consiguiente de De Bruyne a la izquierda. Al belga le vino estrecha esa posici¨®n de interior.
La anemia del City tambi¨¦n se extendi¨® a su zaga, que se vio desarmada con una jugada sorprendentemente simple. Carvajal le entreg¨® una pelota en profundidad a Bale y este no precis¨® de superar ninguna barrera para intentar un centro-chut que la puntera de Fernando puso en la escuadra. Sincroniz¨® as¨ª el Madrid los sucesos del encuentro y el marcador. Fue la patada en la puerta que necesitaba el equipo de Zidane, que no se vio acompa?ada por el arrebato posterior. El Madrid fue regulando su ventaja. Cristiano malogr¨® un buen servicio de Isco. A Ramos le anularon un gol por fuera de juego de Pepe. Marcelo no encontr¨® cabeceador a su centro paralelo a la l¨ªnea de gol. Y mientras el Madrid se mec¨ªa en ese dominio poco entusiasta, Fernandinho, el m¨¢s ocurrente de los dos brasile?os sobre los que pivota el City, mand¨® un zapatazo al poste. Un disparo de advertencia, un recordatorio de que en la Champions pesta?ear se paga con la vida, pero no un cambio de tendencia.
En la segunda mitad Cristiano se instal¨® como nueve, maniobra que aconsej¨® la entrada de Lucas V¨¢zquez. El partido recuper¨® temperatura, aunque siempre lejos del de M¨²nich en emotividad y sudor. El Madrid tir¨® seis ocasiones en un suspiro. Una de Modric, que se crey¨® en fuera de juego, transparente. Bale, que en este momento vale por un batall¨®n, anduvo en casi todas, entendiendo que a los centrales del City les cuesta enterarse de lo que sucede a su espalda. Entre asistencia y asistencia estrell¨®?un cabezazo en el larguero.
La escena se volvi¨® m¨¢s inquietante cuando Pellegrini dio rienda suelta a sus sprinters, Sterling e Iheanacho. El Madrid hundi¨® su defensa, que lleg¨® a ser de nueve, con Cristiano aislad¨ªsimo. James no fue avituallamiento y Ag¨¹ero desmay¨® al Bernab¨¦u. Y como ante el Wolfsburgo, pidiendo la hora, el Madrid pas¨® con el sem¨¢foro en ¨¢mbar. Mil¨¢n y el Atl¨¦tico exigir¨¢n otra cosa. ?
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