Sa迆l y un gol para la historia
Golazo del canterano en la media hora de gloria del Atl谷tico. El Bayern apret車 en la segunda parte. El palo evit車 el 2-0 de Torres. Sensacional actuaci車n del portero rojiblanco.
Bayern. El viejo fantasma. Bayern. El gol de Schwarzenbeck. Bayern, otra vez ah赤, aqu赤. Hab赤an pasado 42 a?os, pero no para la grada, con aquella final de 1974 grabada a fuego en la memoria. Daba igual que muchos no lo hubieran visto. La vivieron en los relatos del abuelo, del padre. Y daba igual que Simeone borrara de su vestuario la palabra revancha para evitarles a sus futbolistas ese peso, el de jugar esta semifinal por ellos y los de 1974. Daba igual porque ah赤 estaba, en cada bufanda al aire, en cada Atleeeti, en cada mirada al cielo. Era inevitable.
Como inevitable fue no pensar en Luis cuando, en el minuto 10, Sa迆l agarr車 el bal車n y ech車 a correr. Un quiebro y dej車 atr芍s a Xabi Alonso, a lo Maradona. Otro, y a Bernat, a lo Messi. Cuando lleg車 al 芍rea, sent車 a Alaba, la peg車 con la izquierda y envi車 el bal車n a la red, suave, rozando el palo. Por Reina, por Adelardo, por Ufarte, por G芍rate, por Luis y los dem芍s del 74. Por el Pupas y el Pap芍 por qu谷 somos del Atleti. Por los que se fueron pero nunca dejar芍n de estar. Por Mil芍n y por Bruselas. Por 1974 y por 2016. Un gol para la historia, que acerca al Atleti al sue?o, a su tercera final de Champions. Y la consecuencia inevitable de ese primer cuarto de hora de gloria del Atleti.
Los dos entrenadores se hab赤an estudiado minuciosos, met車dicos y Simeone sab赤a que una debilidad del Bayern son las primeras partes, espesas. Por ah赤 atac車, con Augusto robando, distribuyendo y presionando, con Gabi superando a Xabi Alonso en cada lance y con Sa迆l, en todas partes.
Poco o menos hizo el Bayern en toda la primera parte, incapaz de encontrarle grietas al muro que levant車 el Atleti tras el gol de Sa迆l. Un remate de Lewandowski que Gim谷nez sac車 bajo palos. Un disparo alto de Vidal. Una falta de Coman al lateral de la red. Nada m芍s. Como si ese c谷sped que tanto preocupaba el d赤a anterior a Guardiola se hubiera convertido en un oscuro bosque donde ninguno de sus futbolistas encontraba la salida. Perdidos, sobrepasados. Vidal daba m芍s miedo por sus patadas y su peinado, Taxi Driver versi車n siglo XXI, que por su f迆tbol.
Todo cambi車 tras el descanso. No hizo falta ni un segundo para confirmar aquello que Simeone ya sab赤a: en la segunda parte, de la caseta sal赤a otro Bayern. El Bayern temible. El Bayern que asfixia. El Bayern que te quita el bal車n y te encierra. As赤 fue. Y fue un asedio.
El primer disparo fue un tiro lejano de Alaba que se fue al larguero e hizo temblar el hormig車n del viejo Calder車n. Era el minuto 53* y el Atl谷tico ya llevaba ocho encerrado en el 芍rea de Oblak. Las balas ven赤an de todas partes. De la cabeza de Javi Mart赤nez, de la bota de Douglas o de la pierna derecha de Vidal, que ya daba miedo por todo, no s車lo por el pelo. Pero all芍 donde no llegaban las manoplas de Oblak, inconmensurable, estaba Augusto entrometi谷ndose en cada bal車n, estorbando, robando.
Fue despu谷s de un disparo cruzado de Lewandowski, cuando Guardiola apost車 por los cromos: ten赤a el banquillo lleno. En el 64* sali車 Rib谷ry y en el 69* M邦ller. Para cuando salt車 Benatia, en el 77*, el Atl谷tico hab赤a acariciado el 2-0. Fue la 迆nica que tuvo en toda la segunda parte pero pudo ser la sentencia. Rob車 Griezmann, se escap車 y cedi車 a El Ni?o que, con un recorte soberbio se deshizo de un contrario, y dispar車. Pudo ser el gol de su vida, pero la pelota se estamp車 con la madera. El remate posterior de Koke lo ataj車 Neuer. Tocaba sufrir.
Y mirar el reloj, impasible, como si toda esa emoci車n derramada sobre el c谷sped no fuera con 谷l, hacia el 90*, hacia ese 迆ltimo minuto en el que, una vez, all芍 por 1974, el Bayern ya empat車 al Atleti. Vale que el de ayer era otro partido, otra historia, pero era inevitable no pensar en aquello viendo al Bayern plantado de nuevo ante Oblak. Lo intent車 Alaba, un defensa, como Schwarzenbeck entonces, pero su remate se top車 con el cuerpo de Augusto. Y tambi谷n Benatia y Vidal, a la desesperada, justo antes de que el 芍rbitro pitara y el Calder車n estallara.
※Quien me iba a decir que a una herida tan profunda s車lo le hac赤a falta un punto§, dice un poema de Teresa Mateo. O un gol como el de ayer de Sa迆l. A迆n queda otro partido ante el Bayern. Y en el Allianz. Y ser芍 tremendo. Pero Mil芍n ya est芍 s車lo a 90 minutos y este rengl車n de la historia m芍s enderezado.
Atleti, nunca dejes de crecer.