El definitivo desenga?o de Kubala (1964)

Kubala hab¨ªa sido hasta la fecha el m¨¢s importante jugador en la historia del Bar?a. Para algunos veteranos aficionados a¨²n lo es, a despecho de Cruyff, Maradona u otros fen¨®menos. Terminada su carrera fue entrenador del club, aunque dur¨® poco y sali¨® mal. Y al principio de la temporada 1963-1964 dio la campanada, al fichar por el Espanyol, nada menos, el eterno rival del Bar?a. Ya hac¨ªa cuatro a?os que el presidente del club blanquiazul, Oliveras de la Riva, hab¨ªa pretendido fichar a Kubala, en una operaci¨®n carambola bastante complicada, que hubiera incluido utilizar Les Corts, que para entonces a¨²n se manten¨ªa en pie. Pero no lo consigui¨®.

S¨ª lo hizo, al fin, a principos de esa temporada, un nuevo y audaz presidente, Vil¨¢ Reyes, dentro de un plan de jugadores veteranos, quiz¨¢ demasiados, que tend¨ªan a darle al equipo solidez, aunque al final la operaci¨®n se revelar¨ªa falta del necesario aporte del br¨ªo de jugadores m¨¢s j¨®venes. Junto a Kubala fich¨® a Tejada, que hab¨ªa agotado sus mejores d¨ªas en el Bar?a y aun despu¨¦s pas¨® por el Madrid, un Maguregui ya de vuelta, y algunos veteranos m¨¢s. Director t¨¦cnico era Scopelli, que contrat¨® como entrenador a Areso, que se hab¨ªa ido de Espa?a cuando la guerra, y, tras regresar en 1946 y jugar todav¨ªa algo en el Racing, hab¨ªa entrenado luego en Espa?a y Portugal. La temporada espa?olista era un fracaso y, tras un c¨®nclave con periodistas destacados de la ciudad, Vil¨¢ Reyes decidi¨® darle todo el poder a Kubala, con un entrenador aparente, Perico Sol¨¦. La situaci¨®n no se enderez¨® y el Espanyol vivi¨® la temporada entera en riesgo de descenso. Pero el d¨ªa m¨¢s amargo fue la visita al Bar?a, al Camp Nou, donde era esperado Kubala como un traidor. El partido se rode¨® de una expectaci¨®n m¨¢xima y Kubala tuvo que escuchar una bronca monumental cuando sali¨® al campo con los suyos, bronca que se recrudeci¨® cada vez que tocaba el bal¨®n. El Bar?a, muy superior, gan¨® por 5-0, con goles de R¨¦ (tres), Kocsis y Gracia. Al final del partido, buscando una reconciliaci¨®n dif¨ªcil entre ambos clubes, Kubala pide a los suyos que hagan pasillo al Bar?a y le aplaudan.

A Kubala le pareci¨® un gesto positivo, pero fue muy mal tomado por ambas partes, seg¨²n pudo comprobar inequ¨ªvocamente al d¨ªa siguiente en la prensa, en la calle, en los corrillos. Nunca se sinti¨® tan rid¨ªculo Kubala como ese lunes, seg¨²n me cont¨® al cabo del tiempo: ?Hubiera querido borrar ese lunes de mi vida?. Los cul¨¦s lo tomaron como una demostraci¨®n de sentimiento de culpabilidad; los espa?olistas, como una humillaci¨®n, un gesto de pleites¨ªa al Barcelona que indicaba que Kubala no estaba realmente con ellos.

El Espanyol acab¨® jugando la promoci¨®n. Perdi¨® el partido de ida, en Gij¨®n, 1-0, pero a la vuelta gan¨® por 3-0, en Sarri¨¢, en el que fue el ¨²ltimo partido de Kubala. Gran encuentro, por cierto. Marc¨® un gol y fue la estrella del partido. Al menos se llev¨® de su carrera como jugador ese ¨²ltimo buen sabor de boca. Y, siguiendo en su l¨ªnea de veteranos, el Espanyol fich¨® ese verano a Alfredo Di St¨¦fano.