366 HISTORIAS DEL F?TBOL MUNDIAL | 7 DE ABRIL
M¨ªster Pentland viene para cambiar nuestro f¨²tbol (1921)
Para el f¨²tbol espa?ol, la llegada de Frederick Beaconsfield Pentland, m¨ªster Pentland, ser¨¢ como para la humanidad el descubrimiento de la imprenta. Hab¨ªa jugado de extremo derecha en varios equipos ingleses (fue cinco veces internacional) y despu¨¦s se dedic¨® a entrenar. Trab¨® contacto en los JJ OO de Amberes con Ren¨¦ Petit, que jug¨® en ellos para la selecci¨®n francesa, y a trav¨¦s de ¨¦l con Pagaza, que habl¨® de ¨¦l al Racing de Santander, por el que a su vez hab¨ªa fichado el propio Pagaza, antes jugador del Arenas. Hubo acuerdo y all¨¢ fue. Para entonces ten¨ªa treinta y ocho a?os y aport¨® conceptos a nuestro f¨²tbol que le permitieron dar un gran salto. Si todav¨ªa hoy en Espa?a se llama ?m¨ªster? a los entrenadores es por una costumbre que naci¨® con ¨¦l.
Pentland result¨® simp¨¢tico por su sombrero de hongo y su inseparable pipa, que luego sustituir¨ªa por puros. Y por su media lengua al hablar el espa?ol, con esfuerzos c¨®micos. Pero sobre todo por la eficacia de su trabajo. Buen centrador, mejor¨® mucho el golpeo de sus dirigidos, en particular la colocaci¨®n: ?Jugador que necesita m¨¢s de un regate es que est¨¢ mal colocado?. En sus equipos hac¨ªa retrasarse a los interiores, para ganar gente en el medio campo, lo que llam¨® ?el m¨¦todo? (1-2-3-2-3), modificaci¨®n de lo que hasta entonces se hac¨ªa, ?la pir¨¢mide? (1-2-3-5). Ten¨ªa curiosas ocurrencias, como mantener al equipo, cuando lo ve¨ªa mal, entren¨¢ndose una semana entera sin la pelota, para que cogieran ?hambre de bal¨®n?. El Racing, que lo trajo, solo pudo retenerle un a?o. Luego se ir¨ªa al Athletic, al que ha quedado ligada su figura, por mil pesetas al mes y un partido en beneficio suyo. Tambi¨¦n entren¨® al Oviedo, Arenas de Guecho y al Atl¨¦tico de Madrid.
Pero es el Athletic de Bilbao el club con el que m¨¢s se le relaciona. Y es justo, porque en ¨¦l estuvo en dos etapas (de 1922 a 1926 y de 1929 a 1933), tiempo en el que dej¨® dos t¨ªtulos de liga y cinco de Copa. Los dos t¨ªtulos de liga coincidieron con t¨ªtulos de Copa, de manera que hubo dos dobletes. Obtuvo resultados tan extraordinarios como un 12-1 sobre el Bar?a en San Mam¨¦s y un 0-6 sobre el Madrid en Chamart¨ªn, tanteos descomunales incluso para la ¨¦poca, y que desde luego nunca se repitieron. Los ¨¦xitos eran celebrados por sus jugadores rompi¨¦ndole el bomb¨ªn, ceremonia a la que ¨¦l asist¨ªa con simp¨¢tica resignaci¨®n. Su lema siempre fue: ?El partido m¨¢s dif¨ªcil es el del domingo que viene?. Aconsej¨® al seleccionador espa?ol, Jos¨¦ Mar¨ªa Mateos, en aquel c¨¦lebre 4-3 contra Inglaterra (v¨¦ase el d¨ªa 15 de mayo) de 1929, primera derrota de los ingleses en el continente. ?l mismo actu¨® como seleccionador ocasional en dos ocasiones. Su magisterio cambi¨® el f¨²tbol espa?ol.
Se march¨® de Espa?a poco antes de la Guerra Civil, tras ser despedido del Atl¨¦tico de Madrid en noviembre de 1935, y ya no regres¨® a entrenar aqu¨ª, aunque mantuvo intensa relaci¨®n epistolar con muchos amigos, particularmente de Bilbao. El Athletic le invit¨® en 1959 a un homenaje. Para entonces hab¨ªa enviudado, viv¨ªa con una hija casada, ten¨ªa setenta y seis a?os y estaba enfermo de misantrop¨ªa. Le cost¨® decidirse, pero vino. De aquella su ¨²ltima visita a San Mam¨¦s queda alguna entra?able foto. Tres a?os despu¨¦s fallec¨ªa. Pero su recuerdo pervive, sobre todo en Bilbao.