366 HISTORIAS DEL F?TBOL MUNDIAL | 29 DE MARZO
Un perrito llamado Pickles se convierte en h¨¦roe nacional (1966)

El Mundial de 1966 le fue concedido a Inglaterra, un honor que se les deb¨ªa a los inventores. El f¨²tbol hab¨ªa cumplido cien a?os en 1963, con ocasi¨®n de lo cual se celebr¨® un Inglaterra-Resto del Mundo en Wembley, del que tienen noticia en otro lado de este libro. Pero el homenaje a los inventores, justo y necesario, se complet¨® con la concesi¨®n de este Mundial de 1966, seg¨²n se acord¨® en el Congreso de Roma en 1960. Espa?a, por cierto, hab¨ªa optado a este Mundial, pero se retir¨® tras serle concedida la fase final de la Eurocopa en 1964, que ganamos con aquel c¨¦lebre gol de Marcelino. Qued¨® Alemania frente a Inglaterra. Gan¨® Inglaterra por 34 votos a 27. Curioso, esos dos mismos pa¨ªses fueron finalistas, y la final la gan¨® Inglaterra.
Pero antes de ganar la Copa, Inglaterra la perdi¨®. La compa?¨ªa Stanley Gibbons, especializada en el comercio de sellos, solicit¨® su alquiler para mostrarla como atractivo especial en una exposici¨®n de sellos raros que organiz¨® en Westminster¡¯s Central Hall. Y all¨¢ que fue. La exposici¨®n se inaugur¨® con gran ¨¦xito el d¨ªa 19, pero al amanecer del d¨ªa 20 hab¨ªa desaparecido. Consternaci¨®n y noticia mundial. En Scotland Yard se recibe una carta solicitando 15 000 libras por el rescate, en billetes usados de una y de cinco libras. Mientras se medita qu¨¦ hacer, llega una nueva carta, esta firmada por un tal Jackson, rectificando: mejor que la entrega sea en billetes de cinco y de diez. Esta segunda carta y el nombre Jackson dan una pista que se sigue y concluye con la detenci¨®n de un trabajador de los muelles, de cuarenta y siete a?os. La noticia trae felicidad. Pero luego resulta que el que dice ser y llamarse Jackson es un simple caradura que no tiene la copa ni tiene nada, y que solo quer¨ªa aprovechar la situaci¨®n para enriquecerse. Tristeza de nuevo.
Pasan los d¨ªas sin noticias y con inquietud, hasta que tal d¨ªa como hoy un vecino de Beuhall Hill, al sur de Londres, llamado David Corbett, sac¨® a pasear a su perrillo Pickles, un simp¨¢tico chucho sin raza definida, terciadito, lanudo y de pelo blanco con manchas negras. Pickles se entretuvo en un seto, muy curioso, olisqueando un paquete envuelto en papeles de peri¨®dico. Corbett, incapaz de convencer al chuchillo de que se desentendiera de ello, al final se agach¨®, cogi¨® el paquete que tanta curiosidad despertaba en su mascota, lo abri¨® y all¨ª apareci¨® la estatuilla en oro de Abel Lafleur, esa victoria alada portando un recipiente que fue, durante tantos a?os, el trofeo de la Copa del Mundo, la Jules Rimet. Fue a Scotland Yard, la entreg¨® y su perrillo se convirti¨® de golpe en un h¨¦roe mundial. Apareci¨® en todos los noticiarios, rob¨® notoriedad a sus cong¨¦neres Laika (la primera perrita que viaj¨® al espacio) y Rin-Tin-Tin (h¨¦roe de la televisi¨®n), fue condecorado por la Liga de Defensa de los Animales, y una marca de comida para perros le provey¨® de comida gratis hasta el fin de sus d¨ªas.
Y para que todo terminara a¨²n mejor, cuatro meses m¨¢s tarde el capit¨¢n ingl¨¦s, Bobby Moore, recog¨ªa de manos de la Reina esa copa y la mostraba a un Wembley enfervorecido. S¨ª, Inglatetrra ten¨ªa la copa. Gracias a Pickles.