La f¨®rmula es BBC m¨¢s Keylor

Benzema es un plato que se sirve congelado. S¨®lo as¨ª se explica su entereza en el campo cuando la Justicia le tiene encerrado en el ¨¢rea peque?a. Volvi¨®, hizo un gol y anim¨® a la BBC ante un Sevilla afeitado. Pero el Bernab¨¦u se qued¨® con Keylor.

El partido dej¨® un muestrario de buenas pr¨¢cticas del Madrid y algunas conclusiones pedag¨®gicas. Se confirma que el Bernab¨¦u sana y que separarse de ¨¦l atonta. Que Keylor es estupendo, aunque le hubiera ahorrado unas cuantas curvas haber nacido espa?ol o alem¨¢n, porque lo que le convirti¨® en sospechoso fue hacer coincidir su condici¨®n de portero y costarricense, que alguien entendi¨® como esquiador y jamaicano. Y que Marcelo es un rifle de repetici¨®n que conviene llevar siempre encima.

Pero tambi¨¦n har¨ªa bien en atender algunos avisos. Algunos, como los de abandonarse en cuando toma ventaja o abrir un oc¨¦ano entre los que defienden y los que miran, amarillean. Tambi¨¦n Zidane dej¨® su mensaje: para lo que importa James e Isco viajan en el vag¨®n de cola. En los conciertos que quedan se oir¨¢n pocos violines.

El partido, en cualquier caso, fue del g¨¦nero de aventuras. Un Sevilla muy empobrecido por las bajas quiso protegerse con dos laterales por delante de otros dos laterales y un centro del campo de mucho trabajo. La concentraci¨®n de costaleros no le libr¨® de pasar much¨ªsimos minutos arropando a Sergio Rico, m¨¢ximo responsable de que aquello no acabara a¨²n peor.

Benzema meti¨® un gol de bote pronto casi en el inicio y a partir de ah¨ª, y hasta la media hora, el Madrid sali¨® a ocasi¨®n por minuto, con el meta sevillista como objeto volador identificado. Un palo de Bale, un gol mal anulado al gal¨¦s, un tiro de Marcelo, dos de Cristiano, una chilena del propio Bale... El diluvio universal en el ¨¢rea del Sevilla, que s¨®lo de salida se hizo el peligroso, con un centro-chut venenoso de Tremoulinas y un remate pifiado de Gameiro.

El Madrid ennoblec¨ªa su juego utilizando las bandas, estirando a Modric, d¨¢ndole a Kroos un papel m¨¢s creativo que funcional, exprimiendo la necesidad de reivindicarse de la BBC, animando a Cristiano a sacar el can¨ªbal que lleva dentro.

Aquella verbena qued¨® interrumpida por el penalti de Varane a Rami. Un agarr¨®n de tantos, pero agarr¨®n al fin y al cabo. Un detalle r¨²stico de un central l¨ªrico, seg¨²n la divisi¨®n de la especie que se hace en el f¨²tbol argentino.

A partir de ah¨ª Estrada, que ya le hab¨ªa anulado injustamente un gol a Bale, hizo gelatina de su criterio. Keylor par¨® el penalti tras adelantarse un metro. No hubo valor para mandar repetirlo mientras el Bernab¨¦u aclamaba a su gladiador. Y al filo del descanso Krychowiak estir¨® la camiseta de Benzema muy groseramente en el ¨¢rea, con abstenci¨®n de ¨¢rbitro y asistente. La afici¨®n, con los sucesos de Villarreal y el penalti venial de Varane en el recuerdo, se lo tom¨® muy a mal.

La conmoci¨®n transform¨® el partido. Emery desaboton¨® el equipo con Reyes. Pero el artista peg¨® un brochazo haci¨¦ndole un penalti tonto a Modric que Cristiano mand¨® a la grada. Otro brochazo. A Gameiro le anularon un gol por fuera de juego tan justo que no lo pareci¨®. Y en la serie de secuencias de acci¨®n, Cristiano, Bale, con Benzema tambi¨¦n al l¨ªmite de la ley, y Jes¨¦ echaron el cierre al partido. Mientras se escrib¨ªa la cr¨®nica de sucesos mejoraba el Madrid y se deshac¨ªa el Sevilla. En el juego y en el marcador. El Atl¨¦tico es ahora la liebre.